Tiflis: Tarde sin visado, pero con lluvia torrencial, subida al monte y baño

26.08.2011 Parecía que la solución al problema del visado iba a estar en una agencia de viajes azerbayana en el distrito de Avlabari. Se encontraba junto a las ruinas de la  iglesia armenia, en una zona de aspecto más bien pobre, en la que Saakashvili ha construido su lujosa residencia. Hemos salido de comer en la plaza de Gargostali, cruzado el puente de Meteji y subido por la cuesta que hay junto a la iglesia. Luego yo he dejado a los pobres demandantes pelearse con la burocracia y me he quedado echando un vistazo a las ruinas de esta iglesia del evagelio rojo (a saber qué querrá decir ese nombre), y como he visto que la cosa se demoraba, me he alejado algo más, primero hasta la rotonda donde está el edificio de Hyundai y la iglesia armenia renovada (que lleva el nombre de la ciudad de Echmiadzin, donde habíamos estado unos días antes) y luego hasta un mirador desde el que hubiera habido una buena vista de la ciudad de no haber sido por el calor húmedo de la tarde y la condensación del agua que empezaba a hacernos sudar la gota gorda y dificultaba ver el panorama.

Ruinas de la iglesia armenia del evangelio rojo

Glorieta del edificio Hyundai

Vista de Tiflis desde un mirador de Avlabari

Luego me he metido en una pequeña iglesia ortodoxa georgiana donde no había nadie. Me he puesto a fisgar los iconos y me ha gustado el olor a incienso y la sensación de frescura, silencio y soledad. Al poco ha entrado una especie de monja que se ha dedicado a encender velas mientras yo fingía el estado de oración meditabunda y me cohibía de proseguir con mis exploraciones. Como mirar un altar en silencio acaba siendo aburrido, he ido en busca de los demandantes de visado, que se habían encontrado con una nueva negativa y empezaban a elucubrar un plan alternativo.

Descifrar el alfabeto georgiano es malo para la salud

Interior de la pequeña iglesia georgiana

A la desilusión de la mañana en la embajada ha seguido por la tarde el jarro de agua fría de las agencias. El plan de volver a Armenia para atravesarla de cabo a rabo hasta la frontera iraní está en ciernes. Yo me quedaría en Tiflis para tomar mi vuelo el domingo por la mañana. Volvemos hacia la parte vieja por donde hemos venido y comienza a llover copiosamente, tanto que de pronto baja una riada de agua por las calles que suben a las montañas y las paralelas al río se convierten en un riachuelo. La ciudad se encuentra en un desfiladero y quizá debería poner su dinero en asfaltado y canalización en lugar de en una residencia presidencial tan lujosa. Podemos resguardarnos de la peor parte de la tromba en un portal, junto a una pareja de italianos.

Comienza a llover en serio

Se pone algo peor la cosa

A mí la policía

Todavía hemos dedicado un rato al callejeo por calles, se puede decir que poco atractivas, de la ciudad. Hemos ido a buscar la caravana, que había quedado en la calle Baratashvili y la hemos traido hacia la parte vieja.

Callejeando bajo la lluvia

Ha quedado aparcada cerca del puente de la paz y nos hemos ido caminando hasta un poco más lejos de la plaza de costumbre, al barrio de Abanotubani, que es el de los baños termales. Históricamente ha estado habitado por azeríes y en él se encuentra la principal mezquita de la ciudad. El jardín que hay junto a la carretera lleva el nombre de Heydar Aliev, el primer presidente de Azerbaiyán, país al que estamos empezando a coger bastante manía.

Los baños termales de Abanotubani desde los jardines de Heydar Aliyev

La ciudad de los balcones

Más balcones

Aquí ha empezado a tomar forma la idea de separarnos al día siguiente. Los rechazados por Azerbaiyán se han quedado tomando una cerveza y mirando mapas mientras yo me he subido a la fortaleza de Narikala, que era una cosa de Tiflis que no quería perderme. En realidad ha sido una decisión algo insensata, porque seguía lloviendo, el camino era bastante resbaladizo y hay bastantes lugares en los que uno puede despeñarse. Además con esas nubes regalando su llovizna a la ciudad la vista desde arriba no podía ser precisamente impresionante, pero para allá que me fui.

La mezquita y su alminar

Vista de Abanotubani

Las vistas no estaban mal del todo, a pesar de las nubes que por fortuna no eran niebla densa. Subiendo pasé junto a la mezquita chií y el jardín botánico. Luego desde arriba junto a la iglesia de san Nicolás, tenía una vista de la alargada ciudad que no alcanzaba con nitidez los barrios lejanos como Didube, pero que era suficiente para ver la parte vieja, el nuevo puente, la catedral de la Trinidad, las casas colgantes sobre el Kurá o la estatua de la Madre de Cartalia. Subir hasta la cruz tuvo su complicación -manos en tierra- pero estando ahí ya no podía hacer otra cosa. Podía haberlo dejado para el día siguiente, pero tal y como estaban las cosas nadie sabía lo que iba a pasar.

La iglesia de Meteji y la catedral de la Trinidad (Samoba)

El desfiladero del río Kurá (Mtkvari)

La fortaleza, que en muchos lugares se desmorona

Los elementos más característicos de la nueva Tiflis

Al subir no me encontré con nadie, y cuando bajaba había un hombre cerrando la puerta de la muralla por la que yo había entrado. En realidad ya había cerrado, pero me vio venir y me abrió. Me intentó decir algo pero no le entendí. Me imagino que si llego cinco minutos más tarde hubiera tenido que hacer alguna jugada de explorador de verdad monte a través. Hubo suerte y con la satisfacción del deber cumplido pude unirme a mis colegas y echar una cocacola. No sé si fue ahí donde me explicaron el plan de volver a atravesar Armenia para intentar conseguir una visa on arrival en la frontera de Irán, pero la idea ya estaba naciendo.

Casa bonita con tejas y tonos verdes

Baños Orbeliani

La fachada de los baños

La penúltima cosa interesante que hicimos en el día fue meternos a los baños termales. Hay varios, muy cerca los unos de los otros, pero a mí me gustaron los baños Orbeliani, con su edificio que evoca a las mezquitas azulejadas del Asia central. Cuando menté el nombre de Isfaján en vano, quienes habían estado en la ciudad rieron, pues estos pequeños baños no se comparan a la mitad del cielo, ni a Samarcanda. Pero era un lugar bonito, te dejaban mirar primero, por si no te convencía el sitio. Uno paga 3 laris (o 4 con alquiler de toalla) y tiene derecho a una hora. Hay vigilantes que se acuerdan de uno y entran a buscarlo diciendo vremia (время), que es «tiempo» en ruso, si se pasa de la hora. Agua calentita en pozas con diferenets temperaturas y olor a huevo cocido – cosas del azufre -. También tenía sauna y la opción de contratar a alguno de los masajistas. La experiencia estuvo bien para sudar toda la impureza que veníamos arrastrando del camino. Dicen que en el barrio hay otros baños mejores, ya los probaremos la próxima vez.

Y después de cenar en el mismo lugar en el que habíamos comido, la última del día fue otro refresco en el Marriott de la plaza de la Libertad. Allí con todos los mapas, calculando cómo llegar a Meghri, el último pueblo de Armenia: son 700km, es mejor no ir por Yereván sino  por el lago Seván, y luego Irán se puede atravesar por el norte en tres días. Adiós a cruzar el Caspio. Puto Azerbaiyán. Se acababa de decidir que nos separaríamos al día siguiente por la mañana.

Dodo estaba habladora cuando llegamos y le contamos nuestra historia. Primero la tomó un poco contra el gobierno de Azerbaiyán, pero luego se dio cuenta de que tenía objetivos más a mano: Saakashvili le parece un idiota, Abjasia está perdida para siempre. ¿Habéis visto la casa que se ha hecho? y luego quiere que paguemos impuestos. Dice que Rusia es nuestro enemigo pero nuestro problema está aquí. Los diputados, con sus sueldos de tres mil laris (a mí tres mil laris, la verdad, me pareció muy poco – luego he comprobado que ganan más).

Esa noche conocimos a un alemán, Sebastian, que venía desde Kazajstán y acababa de pasar por Azerbaiyán. Nos dijo que él no había necesitado ninguna carta de invitación y que obtuvo el visado tres semanas atrás en la embajada azerbayana en Alemania sin ningún tipo de problema. Así son las cosas.

5 Responses to Tiflis: Tarde sin visado, pero con lluvia torrencial, subida al monte y baño

  1. rumpydog dice:

    Some gorgeous photos, but I am sad you do not like Tbilisi.

  2. […] la tarde anterior habíamos pasado por delante al subir la cuesta camino de la agencia azerbaiyana, no nos habíamos […]

  3. […] Tarde sin visado, pero con lluvia torrencial, subida al monte y baño […]

  4. […] va de Abanobatuni hacia la mezquita y el jardín botánico. Me lancé a conquistar el castillo el día de las lluvias torrenciales dejando al resto de mi expedición en compañía de unas cervezas. Me he puesto a repasar mis […]

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