Noruz

23/03/2012

Barrio dublinés

La vida empieza a mejorar en Dublín alrededor del equinocio primaveral y el cambio al horario de verano. Los cuatro meses invernales y su falta de luz se hacen demasiado largos. Ha sido una suerte librar del trabajo un viernes. Así hemos podido dedicarnos a otros menesteres. Como parece que nuestro anhelado apartamento se complica, nos hemos acercado a ver otra casa en venta, que quedaba relativamente cerca y por la que sólo pedían un puñado de miles de euros más.

En principio una casa es mejor elección, sobre todo a causa del espacio; pero también más arriesgada. A saber los miles de años que tienen esos cimientos y si la humedad se ha impregnado en los muros más allá de toda solución. Por otra parte a mí siempre me ha gustado la seguridad psicológica de vivir en un piso alto al que no hay acceso desde la calle y también está bien tener menos espacio para no acabar llenándolo de basura prescindible. Cuando más pequeño más fácil limpiar. Muchos pros y contras, pero lo más sabio es hacer caso a una voz de mujer que decía que esa casa era «un no absoluto».

Concierto música tradicional iraní

Y luego, tras una parada para comer kebab, nos hemos ido al centro a ver un concierto que organizaban la Embajada de Irán y la Chester Beatty Library. Música tradicional iraní para celebrar el Noruz, el año nuevo persa. La actuación ha comenzado con la presentación del conjunto y luego unas palabras en persa del cantante en las que sólo hemos entendido la palabra «Indostán» o «Hindustán» pero que han comenzado a hipnotizarnos. La lengua tiene una sonoridad muy bonita, aunque sea lo único que podamos juzgar.

La actuación nos ha gustado mucho. Creo que más de la mitad del público eran iraníes y había toda la gama, desde las mujeres con velo a una chavala monísima en minifalda y todos los hombres con esos trajes sin corbata estilo años setenta (no sé mucho de moda, pero me evocan eso). Es fácil entrar en trance con ese tipo de melodía repetitiva, yo lo he visto como flamenco pero con menos estructura. Algunas escalas eran casi idénticas a las del flamenco, pero era como si las cantara Um Joltún. Los temas eran conocidos por el público, pero no estoy seguro si por la melodía o por ser poemas notorios de la tradición lírica persa. El cantante, que creo que se llama Bamdad Falahati era un prodigio. Me ha parecido que estaba bastante más inspirado que los músicos, que no es que estuvieran nada mal. Los instrumentos eran de lo más parecido a un sitar, una vihuela y un arpa. Creo que los nombres son tar, tanbur y santur, pero lo he estado investigando ahora y hay algunas variantes parecidas de cada uno de ellos.