Valle de Cuelgamuros

La famosa vista

Hay una película a la que en español llamaron Atrapado en el tiempo (1933) y cuyo tema principal, el del día de la marmota, también ha quedado como un cliché que sin duda es tan apropiado como el título para el lugar en el que estuvimos a principios de este mes, que recurrentemente retorna al debate político y los medios. Desde que en 2022 se aprobó cierta ley se llama oficialmente Valle de Cuelgamuros al que hasta entonces se había conocido como Valle de los Caídos, aunque creo que este nombre va a perdurar bastante si es que alguna vez deja de usarse del todo. Es complicado cambiarle el nombre a las cosas.

El funicular

Hay una razón adicional y personal por la que el título de la comedia protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell me parece adecuado y es que, hace ya unos cuantos años (creo que en el verano de 2005), también estábamos en Salamanca y también nos tocó ir a buscar a alguien que llegaba por la tarde al aeropuerto de Madrid y surgió la idea de pasar el día en la sierra, que se está fresquito, y de paso ir a ver el Valle y El Escorial, plan que se vino abajo a causa de que era lunes, día de la semana en que cierra Patrimonio Nacional, por lo que en aquella ocasión apenas se pudo ver el afamado monasterio por fuera. Al Valle no se pudo ni subir ya que la verja impide el acceso a la carretera. Así pues, como en la película, la vida nos ha dado la oportunidad de repetir el día para hacerlo bien. En martes, como debe ser.

La explanada

Más repeticiones: En 1968 mi padre, entonces adolescente, estaba haciendo una efepé y les llevaron de excursión al Escorial y al Valle adonde ese día acudía mucha gente de la provincia de Toledo. En la explanada escucharon un discurso de Blas Piñar del que ha recordado el efecto retórico de cierta epífora durante todos estos años. Así, estamos recorriendo en este año varios de los escenarios de su juventud.

Mirando a la Piedad

Nos plantamos en la verja de acceso media hora antes de que abrieran. Sólo había otro coche esperando. Pagamos los billetes y subimos los seis kilómetros de carretera, con vistas más que hermosas, para dejar el vehículo en un aparcamiento expedito desde el que ya se observa la famosa cruz y donde descubrí que existía un funicular para llegar a la misma. Cuando mi viejo era joven subió a pie: el trenecito se inauguró en 1975. Luego nos dijeron que «por razones de seguridad» no se puede ascender a la cruz desde 2008, sin que nos quedara si dichas razones estribaban en el riesgo de que alguno se despeñase o el de que algún otro colocara una bomba. Una lástima que no se pueda llegar arriba ya que desde abajo es difícil hacerse a la idea de la magnitud de la cruz y de las estatuas.

No sé suele mentar que el valle en sí es un paraje arbolado de notable belleza natural

Tras un rato merodeando por la explanada vacía que en otros tiempos tantas concentraciones de adhesión al Régimen viera, nos decidimos a entrar a la cavernosa basílica, cuya longitud realmente yo desconocía, ya que apenas había visto imágenes del fondo de la misma, donde se encuentra el altar y hasta hace poco se encontraban las lápidas de Franco (hasta 2019) y José Antonio Primo de Rivera (hasta abril de este mismo 2023). Lo primero es pasar por un arco de seguridad y meter la mochila por un detector de metales. En los más de doscientos metros de trayecto hacia el interior de la gruta hay muchas piezas artísticas interesantes ante las que uno podría parar, cosa que hicimos frente a varias de ellas, pero la longitud del templo parece invitar a llegar al final sin detenerse. Realmente había muy pocos turistas y apenas algo de clero y unos cuantos empleados del lugar. Si uno se fijaba podía ver las losas nuevas en los lugares donde hasta hace poco se veían los nombres de estos históricos difuntos.

La del aparcamiento es la típica que no suele salir

En los espacios religiosos tiendo a sufrir el síndrome del impostor e intento asimilarme a la gente que parece saber qué está haciendo. Podría decirse que este lugar es incluso de doble adscripción religiosa, pero uno sale del paso admirando la proeza arquitectónica y escultórica. En la tienda de recuerdos no había demasiado debido a que estaban esperando material con el nuevo nombre oficial. Tras salir de la basílica tiramos unas cuantas fotos de los alrededores y nos pusimos a almorzar junto al estacionamiento. Había por allí unos chavales gringos haciendo una especie de misa de campana de esas con guitarras y timbales y el orador parecía que tenía mucho que contarles a los pobres. En estas vacaciones por el oeste español hemos visto a muchos grupos que iban o venían de la concentración de jóvenes con el Papa en Lisboa. Al final, entre todo estuvimos un par de horas en el recinto. Curiosamente, cuando la jefa aterrizó, había nos dijo que había tirado algunas fotos desde el avión al lugar donde creía que estábamos, aunque eso fue unas horas después de que nos hubiéramos ido.

Vista aérea (01.08.2023)

Aquí lo suyo es que uno exprese su propia opinión sobre este lugar: pasado, presente y futuro. Ojalá este sitio no se hubiera construido nunca, en primer lugar todos habríamos ganado si la causa de su inexistencia hubiera sido la ausencia de guerra, también porque fue un espacio para mayor gloria de los vencedores (a pesar de que el propio Régimen intentó suavizar esto con posterioridad), que deberían haber sido magnánimos y, por último, porque supuso el gasto de recursos que habrían sido mejor empleados en paliar alguna de las muchas carencias que sufrió la depauperada España de la posguerra.

Ahora bien, el lugar existe. Hay quien dice que debería ser demolido, opinión con la que discrepo. Creo yo que una vez que existe se debe conservar. Tampoco creo que sea factible eso que algunos dicen de «resignificarlo». El sitio es lo que es: refleja guerra, muerte y dictadura. La mayoría de los españoles siente un rechazo instintivo hacia el lugar o falta de interés por el mismo. Aunque yo esté muy interesado en la Historia me parece que eso es lo normal.

Sacar los restos de Franco del lugar me pareció un intento bastante ridículo de pseudovenganza para conseguir no se sabe exactamente el qué. Ahora puede uno ir a ver el lugar donde estuvo enterrado Franco e incluso puede ir al otro cementerio. Intentando acabar con Franco lo multiplican, que quizá sea lo que algunos necesiten. Me parece que no se puede ir al Valle y no ver a Franco por todas partes. Con Franco dentro o fuera y con el tiempo puede que eso cambie o puede que no. Tengo leído que se han prohibido los actos políticos celebratorios del franquismo en el Valle. No es que me parezca mal que el Estado limite actividades políticas privadas en sus propiedades, pero en la medida en que estén amparadas por la libertad de expresión también supongo que el Valle es mejor lugar para estas cosas que el centro de Madrid.

En el La Clave el 18 de noviembre de 1983, dentro de las profundas discrepancias entre los participantes, me parece que se decían cosas más sensatas de las que he oído últimamente.

Hay un programa de Antena 3 de 2009 que me pareció bastante interesante. Dos antiguos trabajadores del valle discrepan sobre cuál debería ser su futuro.

01.08.2023

2 Responses to Valle de Cuelgamuros

  1. […] Del Valle de Cuelgamuros nos acercamos a El Escorial, donde ya habíamos estado aquella otra vez aunque sin poder entrar al monasterio. La casualidad quiso que, pasado el monumento, encontrásemos aparcamiento frente a una placa que conmemoraba la residencia en la población de los hermanos Álvarez Quintero. Volvimos caminando hacia el grandioso edificio, que esta vez sí que estaba abierto al público, y finalmente pudimos entrar a verlo. Yo diría que la visita requiere entre dos y tres horas, y eso sin detenerse demasiado a reparar en detalles. […]

  2. […] podido culminar un plan que no salió hace casi veinte años y mediante el cual pudimos ver el valle de Cuelgamuros y El […]

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