De mi lectura de «Language and National Identity in Greece, 1766-1976» de Peter Mackridge entresaqué varios fragmentos más bien biográficos de esos que muestran como la nación es un fenómeno histórico contingente. También me pareció interesante escoger uno de cada una de las fronteras culturales del mundo helénico reciente: las que tiene con el mundo eslavo (o búlgaro-macedónico), con el latino (o italiano) y con el turco (u otomano dependiendo del periodo histórico del que tratemos).
Para comenzar con la formación de una frontera cultural nítida entre lo griego y lo eslavo desde los tiempos en que esta no existía o era muy borrosa servirá como ejemplo la biografía de Grigor Parlichev que además ilustra cómo diferentes comunidades arriban a la fase nacional en diferentes momentos históricos a la fase nacional (149):
La historia del movimiento nacional búlgaro en particular tiene tanto que ver con la emancipación se de la hegemonía cultural griega como con la liberación del poder otomano. Según Giuseppe dell’Agata, los dirigentes del movimiento nacional búlgaro recibieron su educación escolar en griego y fue precisamente la educación griega lo que hizo despertar su conciencia nacional búlgara. La mayoría de los intelectuales búlgaros que debatían sobre la naturaleza de la lengua nacional búlgara en la décadas de 1830 y 1840 mantenían correspondencia en griego entre ellos.
En muchas poblaciones balcánicas de las regiones en las que predomina la lengua griega ésta se había convertido en lengua común de la educación y el comercio usada por gentes de origen lingüístico arrumano, eslavo y albanés y por supuesto era la lengua doméstica de familias de alto rango tales como las de comerciantes, doctores y profesores. La carrera de Grigor Parlichev (1830–93) es típica de la clase de metamorfosis de identidades que estaba comenzando a producirse en esas regiones. Parlichev nació y creció cerca de Ohrid en lo que después se convertiría en la República Yugoslava de Macedonia. Como muestra su autobiografía, en los Balcanes otomanos de sus tiempos aprender a leer y a escribir aún quería decir aprender a leer y escribir en griego, que era la lengua de la Iglesia. En en la década de 1830 Parlichev aprendió en la escuela de Ohrid los textos litúrgicos más que los de tipo nacionalista griego y él siguió enseñando esos mismos textos a sus alumnos. En 1860 he ganó el premio nacional de poesía griego como ‘búlgaro pro-griego’ tras el nombre de Grigorios Stavridis, lo que causó una controversia que supuso que dejara de celebrarse la competición.
Sin embargo, años después Parlichev abrazó la causa nacional búlgara y se dedicó a dar clases de búlgaro en Ohrid y a hacer campaña para la introducción del eslavónico eclesiástico en las iglesias del lugar en un intento de revertir el proceso de helenización del que él mismo había participado con anterioridad y que en último término resultó exitoso. Lo que provocó que Parlichev adoptase la causa nacionalista búlgara fue el destino de los hermanos Miladinov, uno de los cuales había sido su profesor de griego en la escuela en Ohrid. En 1861 los hermanos habían publicado una colección de canciones macedonias búlgaras en Zagreb, dedicadas a Joseph Strossmayer, obispo católico de Diakovár [Djakovo], que era un activo partidario del movimiento paneslavista. Los hermanos fueron encarcelados por los otomanos acusados de trabajar para la Iglesia Católica y murieron de tifus en prisión en 1862. Horrorizado por el destino de su admirado profesor y en la sospecha de que los malos tratos a los hermanos se debieron a un complot del obispo griego del lugar Parlichev abandonó la causa griega. Es probable que si Parlichev hubiera nacido una generación antes hubiera seguido siendo un propagandista de la cultura griega en vez de solamente mantener un vínculo emocional con la poesía en griego antiguo, pero que si hubiese nacido dos generaciones después se habría convertido en nacionalista macedonio En la actualidad los búlgaros consideran a Parlichev búlgaro y los macedonios lo consideran macedonio mientras que algunos griegos todavía lo consideran un poeta griego.
Las zonas de influencia cultural helénica y latina han sido muy móviles a lo largo de la Historia: la cultura griega estaba en la península Itálica y Sicilia y más allá desde muy antiguo y también la presencia de lo latino en la zona griega tiene más de dos milenios. Lo helénico y lo latino en tiempos clásicos y luego lo ortodoxo y lo católico en los medievales. Las islas Jónicas o Heptaneso estuvieron dominadas por Venecia desde el siglo XIV hasta 1797. Tras las guerras napoleónicas acabaron siendo un protectorado británico (1815-1864) que terminó cuando Gran Bretaña se las entregó a Grecia. Durante el siglo XIX el italiano se siguió empleando para usos oficiales. El aristócrata Andreas Laskaratos (1811-1901) comparaba en la década de 1880 el uso del italiano en las islas Jónicas con el de la variante purificada «katharévousa» del griego. Se reemplazan lengua de cultura y lengua popular por acrolecto y basolecto y acaba ganando el basolecto pero tarda un siglo (170):
Recordaba cómo en las islas Jónicas treinta anos antes todos los procedimientos en el parlamento y en los tribunales así como todos los documentos oficiales estaban en italiano y los caballeros usaban el mismo idioma excepto para hablar con sirvientes y campesinos. Laskaratos cuenta que cuando empezó su carrera de abogado en 1840 fingía no saber italiano y pedía al juez que le explicara qué se había dicho. Durante una sesión, otro abogado se irritó tanto con la conducta de Lasakaratos que le dijo: ‘Non vi vergognate di parlare in greco? Parlate in italiano, che e la lingua Signorile [¿No le da vergüenza hablar en griego? ¡Hable en italiano que es la lengua señorial!].’ ‘En 1884,’ escribe Laskaratos, ‘sólo los viejos entendemos el italiano y nuestra lengua es la lengua de la Nación.’ Concluye prediciendo que la katharévousa sería reemplazada por ‘la lengua del pueblo’ en toda Grecia tan rápidamente como el italiano había sido sustituido por el griego en las islas Jónicas
Por último quería dejar un ejemplo que quizá sea el que mejor muestra «el mundo de ayer». La tensión entre Grecia y Turquía seguramente siga más presente que las dos anteriores. Konstantinos Mousuros fue un griego ortodoxo de Constantinopla y embajador otomano en varios países. En el momento de la independencia griega en 1830 quedaron menos griegos en el país independiente que en el imperio otomano. Esto ha ido cambiando con el tiempo mediante las ganancias territoriales griegas, y los intercambios de población de 1923, pero en el siglo XIX todavía había cientos de miles de súbditos otomanos de lengua griega y religión cristiana ortodoxa.
En 1890 apareció en Londres un libro titulado Dante’s Inferno, Purgatorio and Paradiso, Translated into Greek Verse by Musurus Pasha, D.C.L. Como Psycharis, Konstantinos Mousouros era un romiós de Constantinopla, pero estos dos hombres tenían puntos de vista ideológicos bastante opuestos: Mousouros era miembro de ‘el Fanar de después del Fanar’, ese grupo de cristianos ortodoxos que ascendieron a altos cargos en el servicio público otomano después de la Guerra de Independencia griega. Había sido embajador otomano en Londres desde 1851, habiendo sido anteriormente gobernador de Samos y embajador otomano en Atenas y Viena. Su traducción –
muy lejos de la imagen de Dante que da Psycharis – está en un griego muy arcaico, y no está claro a quién iba dirigido ni quién lo leyó; de parecido modo a las traducciones que Voulgaris hizo de Virgilio un siglo antes parece haber sido una proeza de erudición destinada más a ser admirada que a ser leída. Probablemente Mousouros no sabía que en Mi viaje Psycharis se había burlado de los cristianos ortodoxos que trabajaban con funcionarios para el gobierno otomano: ‘Te haces funcionario y luego puedes sentarte y hablar sabiamente y con calma sobre la nobleza de la lengua, sobre Jenofonte; uno salpica todo de casos dativos, dice lo que quiere sobre el renacimiento de Grecia, y todo el mundo se admira de sus dotes para la retórica’Un historiador turco ha escrito que “a la vez que Mousouros pachá era el burócrata otomano por excelencia y se encontraba en la cúspide de la burocracia otomana también era un devoto cristiano ortodoxo y miembro orgulloso miembro de su comunidad de Rum». Musurus Pasha no poseía una identidad nacional griega en el sentido moderno; representó a un viejo mundo en el que las identidades nacionales, religiosas y étnicas podrían ser muy complejas: un mundo que llegaría casi por completo a su fin con el intercambio de minorías entre Grecia y Turquía en 1923.
Digo “casi”, porque un siglo después, en 1988, uno de los participantes turcos las negociaciones greco-turcas era un miembro de habla griega de la comunidad cristiana ortodoxa en Estambul llamado Niko Maksimiyadis. Para la reacción indignada de un periodista griego a la actitud turca patriótica de Maksimiyadis y su rechazo a ser considerado un heleno, ver Chasapopoulos (1988).
En el siglo que va entre Mousourous pashá y este señor Maksimyadis ha pasado Estambul de ser una ciudad de mayoría cristiana a que apenas queden unos pocos miles. Quedan también en Grecia los turcos de Tracia occidental pero en general puede decirse que estos son ejemplos de un mundo que se estaba desmantelando y que ya no existe.