Negras noches dublinesas

27/11/2023

Dublín 21.12.2016

Estaba rescatando una foto de una noche oscura que hice cruzando el Liffey cuando empezaban las navidades de hace unos años y se me ha ocurrido que podría dar mi opinión sobre los disturbios de hace un par de noches , que tuvieron como causa o excusa el acuchillamiento de unos niños a manos de un loco frente a una escuela del centro de la ciudad. Voy a comenzar con el guasap que le mandé a un amigo que me preguntó al respecto:

El que ha acuchillado a los críos no sé si es un yihadista o un tarado sin politizar. Yo siempre muy en contra del terrorismo y la inmigración ilegal aunque no sepa cuál es la solución [a estos problemas]. A los que me parece que sí conozco bien es a los que quemaron la ciudad anoche que no son ni ultraderecha ni ultraizquierda ni de nada sino el lumpen drogadicto de gente sin oficio [ni beneficio] que hay en la ciudad y que se apunta a lo que sea para poder robar en las tiendas. Dentro de que los tarados con cuchillo legales, o ilegales, nacionales o extranjeros, politizados o no, son difíciles de prevenir, me parece un problema social más grave lo segundo que lo primero.

Antes de que se supieran datos me había preguntado otro amigo y yo le dije que con la misma noticia en cualquier otra capital europea yo pienso en islamistas chungos, pero aquí en Dublín y concretamente en Parnell st. creía más que habría sido un yonqui de por la zona. Al final parece ser que el autor de los acuchillamientos es un indigente nacionalizado irlandés que lleva unos veinte años en el país. El rumor que corría el día de los disturbios es que era argelino.

Me parece mal y contraproducente que las autoridades oculten información (como por ejemplo que digan que tiene pasaporte irlandés pero no cuál tenía antes). Otra cosa que me parece mal es que se embarre el debate hablando de inmigración y que salga un tipo como yo diciendo que la inmigración no es mala y que yo soy inmigrante y pago impuestos y hago mucho por este país. Para mí la emigración legal y la ilegal son dos fenómenos completamente distintos. El ejemplo que suelo poner para compararlos es tener un coche. ¿Qué te parece que la gente tenga un coche?  Pues depende, si se lo compran bien y si lo roban mal.

Con los fenómenos migratorios es lo mismo. Si la gente tiene derecho a desplazarse y lo hace, todo en orden. Por los tratados europeos yo puedo vivir en Irlanda lo mismo que un irlandés en España. No hay ningún problema ni discriminación entre los ciudadanos de dos países de culturas similares (y en parte por eso se alcanzan estos acuerdos internacionales). Si yo me meto a vivir en Australia, me intentan echar. Si salto la valla a Corea del Norte, me acribillan a disparos. Si me cuelo en Afganistán, seguramente tampoco salga vivo del intento. Esa es la realidad de nuestro mundo.

Tengo la sensación de que en Occidente este va a ser el gran tema político de las próximas décadas. En parte porque es un reto real y en parte porque se puede manipular fácilmente. Por ejemplo, la escoria humana que salió a quemar las calles de Dublín el otro día no son patriotas, ni nadie a quien los extranjeros les haya quitado su empleo ya que no han trabajado ni un día en su vida. Es muy raro que te indignes de que un supuesto terrorista islamista acuchille a unos niños y tu reacción sea saquear una tienda de ropa deportiva. Por otra parte, quién gana nada con autobuses, vagones de tranvía y coches de policía ardiendo. La policía irlandesa no está a la altura de este tipo de disturbios que aquí son muy infrecuentes pero ya han pasado alguna otra vez. Los anormales que los causaron no están haciendo política, no tienen ninguna dirigencia ni programa ni ninguna solución para nada, pero es lo que hay.

 


Fases del choque cultural (Kalervo Oberg)

23/06/2022

Durante las últimas semanas he hecho poco más que trabajar. Una de las ventajas de lo que hago es que puedo escuchar la radio mientras lo hago, que más que la radio es una pestaña abierta en el navegador con el Youtube puesto. También más apropiado que llamarlo escuchar es decir que lo que puedo hacer es oír y que lo que no puedo hacer es mirar, así que tengo que escoger vídeos de conferencias o en los que se cuenten cosas, siempre que no dependan demasiado de la imagen. Un subgénero en el que me he introducido recientemente es el de las experiencias de gente que vive en un país diferente al suyo. He visto (oído) varios de americanos tanto gringos como hispánicos que residen en España. Como no puede ser de otra manera un tema de discusión habitual es el de las diferencias y choques culturales.

Con eso de que el Youtube te sugiere contenido similar al que ya has visto, no los he tenido ni que buscar. También me han interesado bastante los de hispanohablantes que residen en el Japón, que como salto de nivel en lo de las diferencias culturales no está nada mal. A través de uno de estos supe de un marco cognitivo del que no había tenido noticia con anterioridad: Las cuatro etapas del choque cultural descritas por el antropólogo Kalervo Oberg en 1954.

  • Fase 1: Luna de miel
  • Fase 2: Rechazo / regresión
  • Fase 3: Ajuste / negociación
  • Fase 4: Dominio

Me recordaban bastante las famosas cinco fases del duelo de Kübler-Ross, pero estas no aparecieron hasta 1969 así que si alguna influencia existiera habría de ser en sentido contrario. El modelo de Oberg tiene forma de U, pero existe algún otro similar como el de 5 fases de Gullahorn y Gullahorn (1963) con forma de uve doble que refleja altibajos y el choque cultural inverso que muchos experimentan al retornar a su ambiente cultural inicial. Sin haber conocido antes estos modelos no me resultan nada extraños y creo que puedo encajar mis propias experiencias en algo parecido, con algunos matices que se podrían mencionar.

Yo diría que mi experiencia de inmigrante (o lo que sea) español en Irlanda condensó los sentimientos más intensos, tanto de luna de miel como de rechazo, de modo simultaneo a lo largo del primer año de estancia. Creo que encontré muy pronto mi fase 3, que yo denominaría de equilibrio y que nunca he estado ni llegaré a la fase 4 de dominio de la cultura irlandesa. La única forma que he tenido y tengo de estar aquí es siendo muy individualista y manteniéndome muy al margen de las movidas irlandesas, de sus costumbres y de su estructura de clases. Permaneciendo al margen es imposible llegar a la cúspide de esta sociedad, pero los individualistas tampoco suelen tener esas ambiciones.

En cambio creo que puedo decir que nunca he experimentado el llamado choque cultural inverso: cuando estoy en España las cosas, incluidas las que no me gustan, tienden a resultarme normales. De todos modos sí que diría que a lo largo de los años Irlanda ha ido metiéndose en mí, aunque es difícil separar los efectos de la exposición a otra cultura de los propios cambios que uno vive a causa de sus propias experiencias o meramente de la edad.


Creciendo entre mil mundos

17/10/2021
Third Culture Kids

Third Culture Kids

A veces mis compañeras de trabajo se ponen en plan tonto con lo de ¿y por qué no te quieres casar?. Es una conversación recurrente, así que un día se me ocurrió una respuesta que me pareció ingeniosa y la guardé en la recámara para la siguiente vez: «es que no quiero malgastar el día más feliz de mi vida en eso». Deconstruyendo un poco, lo de  llamar el día más feliz de la vida de uno al de la firma de un contrato civil suena bastante cutre. El día que nace un hijo debería ser mucho más importante, pero si uno tiene seis hijos no puede tener seis días que sean el más feliz de su vida. Además, tampoco es exactamente el día, y probablemente más intensa que la felicidad es la sensación de alivio de que todo haya salido bien, aunque la vida es, por definición, incertidumbre y nunca se sepa lo que puede estar a la vuelta de la esquina. Precisamente hoy he vuelto a percibir nítidamente esas dos sensaciones.

Como lo habitual es que ni el matrimonio ni un hijo sean flor de un día, nos enfrentamos a un aprendizaje. Como en todos los demás asuntos, uno puede escuchar a la voz de la calle, los consejos de su madre, la tradición y la sabiduría popular u es verdad que hay algo de aprovechable en todo esto. En cambio, algunos propugnamos un estilo más «científico» de vida y entre sus características destacables están las de no aceptar una verdad que viene dada porque sí y la de acudir a fuentes fiables e ir modulando sus enseñanzas de acuerdo con la experiencia. En este caso el inicio del trabajo me lo dieron casi hecho, porque cuando me estrené en la paternidad, un buen amigo en una situación bastante análoga me envió un interesante libro: The Third Culture Kids: Growing Among Worlds, del difunto David C. Pollock y Ruth E. Van Reken, continuadora de su obra.

La «tercera cultura» de la que se habla no es aquella que trasciende la división entre disciplinas científicas o humanísticas, sino que se habla más bien de tercera en el sentido de «el tercero» en un contrato. Una cultura que es hasta cierto punto ajena, que no es la de los padres o la del país del pasaporte y que influye en la formación de una persona que crece en un mundo personal que compagina influencias de todas ellas, sean dos o veintisiete.

Aunque hay buenos consejos sobre educación multicultural, creo que es un libro que hasta cierto punto puede servir a cualquiera, incluso a la persona que lleve la vida más monocultural posible y por supuesto a aquellos que vivan en países y regiones en las que se hablen varias lenguas. Gran parte de los asuntos que se tratan (el desarraigo, el sentirse diferente, los distintos modos de la vida que existen en el hogar y en la calle, la indefensión infantil, la rebeldía adolescente) son temas que inevitablemente nos tocan a todos y a todos el libro nos puede aprovechar.

Por otra parte, para el público más específico del libro: aquellos que estamos inmersos en una experiencia vital continuamente multilingüe y multicultural es más un libro para leer, releer y reflexionar que un catálogo de recetas. Muchas veces no hay una respuesta precisa ni correcta a una situación: hay que elegir y toda elección tiene costes y beneficios. La vida entre culturas no es toda de color de rosa. La emigración no es de color de rosa ni tampoco es una pesadilla. Abundan las narrativas que se ceban en la nostalgia y el pasado perdido y también las del paseo glorioso y el cumplido sueño americano. Ni una ni otra: infinidad de tonos grises. Ventajas económicas, perjuicios emocionales y viceversa, mejor educación y peor trabajo o al contrario, unos inicios difíciles frente a un futuro prometedor frente a lo opuesto y una casuística infinita que se ha dado o podría darse.

Cuando he repasado mi vida por el tamiz de este libro y cuando he intentando procesar escenarios futuros a través del mismo, no son pocas las ocasiones en las que se han quedado atascadas las imágenes y no estoy muy seguro de que el libro ayude a poderlas visualizar. El problema es que a grandes rasgos plantea dos modelos de familias trasplantadas a otro suelo cultural: El de los expats (uso el anglicismo porque aunque «expatriado» sea probablemente un término  correcto, tiene para mí una connotación de expulsión forzosa que en cambio no aparece en el DRAE), a los que una organización envía a otro país en el que viven con un tren de vida típicamente muy superior al de los nativos y el de los inmigrantes, que se encuentran en un país nuevo al que llegan en situación de desventaja, típicamente como mano de obra barata y que tienen que labrar su futuro a través de las dificultades. También en el mercado de las culturas y las lenguas, el expat representa una cultura «superior», mientras que el inmigrante representa una cultura «inferior».

Y claro, como mi vida, como la de la mayoría de mis amigos españoles que viven en otros países o como la de la mayoría de los extranjeros que conozco aquí en Dublín, no encaja mucho a ninguno de los lados de esa dicotomía, la lectura del libro es un poco picar de aquí y picar de allá. Es posible que en los próximos meses comente algunos aspectos más concretos.

08.10.2013


Episodios Nacionales: El terror de 1824

29/09/2019

«…y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.»

Tras un lapso de varios meses prosigo con la segunda serie de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós. La séptima novela de esta serie es El terror de 1824, que es el año que da comienzo a la Década Ominosa tras los tres años constitucionales del Trienio Liberal.

Puede que haya sido el episodio que menos me haya agradado desde que empecé con ellos hace un par de años. No en pequeña parte debido a que es la hora de la derrota de los liberales, del prendimiento y ejecución de Riego. En el segundo capítulo llevan al héroe hacia Madrid y se nos ofrece un grito que ilustra cómo la nación española, quién lo diría hoy, fue a lo largo del XIX una construcción de la izquierda:

Era que venían por el camino de Andalucía varias carretas precedidas y seguidas de gente de armas a pie y a caballo, y aunque no se veían sino confusos bultos a lo lejos, oíase un son a manera de quejido, el cual si al principio pareció lamentaciones de seres humanos, luego se comprendió provenía del eje de un carro, que chillaba por falta de unto. Aquel áspero lamento unido a la algazara que hizo de súbito la mucha gente salida de los paradores y ventas, formaba lúgubre concierto, más lúgubre a causa de la tristeza de la noche. Cuando los carros estuvieron cerca, una voz acatarrada y becerril gritó: ¡Vivan las caenas! ¡viva el Rey absoluto y muera la Nación!

Ahí se dio un cambio más de un siglo después que voy a comparar a la inversión de los polos magnéticos por ser a priori improbable o en la experiencia práctica infrecuente. Más continuidad puede verse en la tradición de lo que después se llamó el exilio interior. Galdós llama a los exiliados en Inglaterra emigrados, que es adjetivo más preciso que los participios activos que vemos en estos tiempos. En Madrid, Benigno Cordero sale de presidio y piensa que es mejor dejarse de líos y llevar la disidencia en silenciosa dignidad, cosa que desgraciadamente han tenido que seguir haciendo españoles de los siguientes dos siglos:

-Desde hoy -dijo-, Benigno Cordero no es más que un comerciante de encajes. No adulará al absolutismo, no dirá una sola palabra en favor de suyo; pero no, ya no tocará más el pito constitucional ni la flauta de la milicia. A Segura llevan preso. Yo tengo ideas, sí, ideas firmes, pero tengo hijos. Es posible, es casi seguro que otros, que también tienen mis ideas, las hagan triunfar; pero mis hijos por nadie serán cuidados si se quedan sin padre. Atrás las doctrinas por ahora, y adelante los muchachos. Ahora silencio, paz, retraimiento absoluto… cabeza baja y pico cerrado… pero ¡ay! alma mía, allá recogida en ti misma y sin que te oigan los oídos de la propia carne en que estás encerrada, no ceses de gritar: «¡Viva, viva y mil veces viva la señora libertad!».

Hace ya unas décadas hubo un cambio legislativo para el registro civil y los documentos de identidad. Los ciudadanos del sexo femenino pasaban a denominarse mujeres en vez de hembras, incluidas las que no alcanzaban la edad de ser propiamente mujeres. A quienes se hayan formado tras la incorporación de esa modificación les puede resultar interesante esta muy correcta línea:

Componían tan hidalga familia la señora de Cordero y tres hijos, hembra la mayor y ya mujer, varones y pequeñuelos los otros dos.

No creo que haya muchas dudas sobre si escriben mejor las feministas del PSOE o Pérez-Galdós.


Brooklyn y Enniscorthy

18/03/2017

Saoirse Ronan es bien mona

Me imagino que la razón de que uno de nuestros museos favoritos haya puesto hoy en su sala de proyecciones la película Brooklyn (2015) es que estamos en el fin de semana de San Patricio y está la ciudad llena de turistas, muchos de ellos de Norteamérica. Estos suelen sentirse halagados por las menciones a la conexión entre las dos orillas del Atlántico y hay bastante de papanatismo sumiso en la actitud isleña hacia la primera potencia mundial.

A mí me parece que el título de la película es un poco engañoso. Vale que querrían respetar el título dle libro, pero no es sólo que las escenas de Brooklyn estén rodadas en Montreal, es que creo que menos de la mitad de la película ocurre en Nueva York.

Enniscorthy es un pueblo por el que pasa el tren que yo tomaba cada mañana a las 8.36 y que acababa en el puerto de Rosslare. Yo me bajaba mucho antes, pero dado que tiene buena conexión desde Dublín debería acercarme algún fin de semana aunque sólo sea para echar un vistazo. De hecho tengo este plan hace meses y si acabo llevándolo a cabo pondré alguna foto aquí.

Diría que un tema importante de la peli es ese clásico de la emigración y la evolución en la mente del emigrante sobre su lugar en el mundo, cuando parte con la intención de volver y cómo luego se va dando cuenta de que su nuevo sitio es su sitio. La distancia, la tristeza de no estar con la familia en los momentos difíciles y todas esas cosas.

Pero el más importante de todos es la contraposición entre la mierda de mundo que era la Irlanda de los años cincuenta (y eso que el cura que hace algo más que dar misa está en Nueva York y es bueno). Era la isla verde y gris un agujero sin perspectivas en el que la injusticia campaba a sus anchas en la forma de personas siniestras que ejercían el poder de amargarle la vida a todos aquellos a quienes pudieran para mantener sus privilegios.

Hay en Irlanda una larga tradición de soltar vapor y reducir la presión social mediante la emigración, sistema que ha permitido que las clases potencialmente revolucionarias o reformistas acaben en Australia mientras aquí todo seguía más o menos igual. La contraposición entre la vida semirrural y opresiva del pueblucho que era Enniscorthy en los años cincuenta y el mundo grande y abierto que prometía Nueva York es uno de los temas centrales. Yo le habría puesto Adiós, Enniscorthy o De Enniscorthy a Brooklyn.

No es una gran película y es un poco larga para lo que cuenta, pero no sólo se deja ver sino que es emotiva además. La fotografía es más que decente. Hay que verla en versión original para disfrutar el choque de acentos.

Cuando se encendieron las luces me sorprendió que en entre el centenar de asistentes sólo hubiera tres varones. Ojalá sea una extraña coincidencia. Quisiera pensar que no hay límites de público para los filmes protagonizados por mujeres.


¿Cuántos españoles viven en Irlanda?

22/01/2016

Es una de esas cosas que no se pueden saber, pero según el dato más oficial que puede conseguirse que es el registro de la embajada, parece que en 2015 serían 8.835. A mí me parece que este dato no sirve de mucho y mi propia historia personal lo ilustrará: yo mismo estuve registrado como transeúnte cuando aún existía la figura, de alta, de baja, he vuelto al país, he estado varios años sin darme de alta y ahora llevo cuatro o cinco registrado de nuevo. Lo que quiero decir es que puede que haya bastante gente que esté viviendo de modo permanente sin estar registrada (yo mismo estuve en esa situación más de un lustro).

Esta y otras curiosidades en un vídeo que puso ayer en Youtube algo que se llama Consejo de Residentes Españoles. Parece que cada vez hay más gente y sólo se registra un bajón allá por 2008 (conjetura gratuíta: la gente se volvió a la madre patria a disfrutar de las ganancias acumuladas durante el período del tigre celta). La pirámide de población tiene una forma muy curiosa y achatada por los polos; la mortalidad parece bastante baja. Como tengo la sensación de que el dato de mi provincia en el mapa de las provincias españolas de origen está errado, voy a poner aquí debajo la diapositiva con el mapa de los condados irlandeses en los que residen los españoles emigrados. Bastante la mitad en Dublín y cuanto más cerca del aeropuerto casi que mejor. Luego Cork y Galway y lo que llaman los commuter counties (como traducción propongo «condados de cercanías»): el cinturón de condados que rodean la capital y desde los que se puede venir a trabajar a diario.

Españoles residentes por condados en Irlanda

Españoles residentes por condados en Irlanda

En fin, lo dicho, que como los estudiantes de bachillerato y universitarios, la gente que viene a pasar un año después de la carrera, los turistas e incluso muchos que andan por aquí de continuo no se registran creo que es probable que en todo momento haya más de treinta mil españoles en esta república.

ACTUALIZACIÓN 22-AGO-2021: He encontrado una tabla del INE con la lista de los 28 países en los que residen más de 10.000 españoles. En 2021 la lista la cierra Irlanda  con 10,681 residentes españoles.


Almanya

13/01/2016
Bienvenidos a Almanya

Willkommen in Deutschland

Un poco en contra del Zeitgeist de las últimas semanas pero quizá a favor de los vientos que soplaban hace pocos meses hemos visto hoy esta película de 2011, una comedia basada en la relativamente exitosa experiencia de los turcos que emigraron a Alemania. Hace cosa de un año estábamos todo el tiempo oyendo hablar de Grecia y de sus pensionistas, sus ahorradores, sus jóvenes. O se los ha tragado la tierra o los han enterrado los sirios. La agenda de los medios es tan veleidosa. Creo que entre bambalinas hay una lucha más o menos ideológica (a veces entre dos buenismos enfrentados) por el control del relato de la infame nochevieja de Colonia y tengo curiosidad por saber cuál será el resultado, dentro de unos meses.

Almanya no tiene nada especialmente duro ni desagradable in problemático. Los típicas anécdotas cómicas de los problemas de comunicación y algunos chistes visuales y la clásica reflexión del emigrado y la segunda generación sobre la identidad. Hace pocos meses vi una película sobre la emigración española a Suiza que en el fondo era la misma película. Aquella me hizo más gracia porque en alemán apenas me defiendo y de la cultura alemana casi tengo que defenderme. Con eso último me refiero a que aun estando expuesto a ella ni la comprendo ni practico mecánicamente. Esta película, que se deja ver, es especialmente buena si se compara con la que Hollywood hubiera hecho a partir de la propaganda del sueño americano. Hoy por hoy puede que el patriotismo alemán sea el más decente que haya.

Almanya es, obviamente, Alemania en turco.

"Alemania" en diferentes idiomas

«Alemania» en diferentes idiomas


Más sobre los irlandeses

07/01/2016
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Paraje estereotípico

Esto era la segunda parte de «¿Cómo son los irlandeses?» que estaba escribiendo a finales de octubre mientras buscaba su Volkgeist.

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Hay un montón de noticias así. Hay un montón de noticias que en otro sitio no serían noticias. Otros ejemplos: La semana pasada se montó un cristo porque a una vieja de noventa años la llevaron a juicio por tener una parabólica que no estaba permitida (parece ser que ahora eso es permisible si ahora se tienen noventa años). Las noticias sobre emigrantes irlandeses en EEUU o Australia también tienen un regusto lacrimal que es casi ofensivo. Al menos para los inmigrantes de otros sitios que hay aquí.

La gente es tan buena que no tiene idea mala: recuerdo que la hija de un ministro murió de cáncer en un hospital del Reino Unido y a nadie se le ocurrió preguntar(se) por qué la tuvo que llevar al Reino Unido; por qué en Irlanda no hay hospitales que ofrezcan esa asistencia o qué podrían hacer quienes no tengan ingresos que les permitan viajar al extranjero para conseguirla…

En un país con tantas carencias, que comienzan por enormes desigualdades que sólo se podrían empezar a corregir con una reforma fiscal de gran calado, los impuestos tienen mala prensa  mientras que todo el mundo practica beneficiencia de algún tipo. Lo cual no hace sino paliar situaciones estructuralmente insostenibles, pero sirve muy bien para la lágrima fácil y el postureo.


Migraciones

08/11/2015

 

sfds

Franco y los francos

Hace unas semanas, seguramente meses, me encontré en el Youtube con una película española de la pasada década, de la que había oído hablar pero que no tuve ocasión de ver en su momento (2006). Un Franco, 14 Pesetas, de Carlos Iglesias al que sí había conocido en su etapa más boba de la caja tonta y le había visto Ispansi (2010). Ahora, mirando la tipografía de los carteles, me acabo de dar cuenta de que hay un juego de letras entre el Franco de España con mayúscula y el franco suizo en minúsculas.

La película muestra la experiencia de los españoles que emigraron a Suiza (o a Francia, Alemania…) durante los años sesenta y setenta. Uno puede apenas percibir lo cutre y falta de expectativas que era la España de la época (y eso que había mejorado bastante comparado con lo que hubo en las dos décadas anteriores, las de la posguerra dura – en 1956 el PIB alcanzó el nivel de 1935). Dos hermanos de mi madre estuvieron cerca de Zürich ya a principios de los setenta (o sea, diez años después de lo que la película cuenta) y este mismo año me he enterado de que ella misma estuvo pensando en ir, y de haberlo hecho seguramente nos habríamos perdido este autor y esta entrada.

Todo esto me ha parecido un buen pretexto para comparar la emigración española al resto de Europa de aquellos tiempos (décadas de 1960 y 1970) con la posterior (que es la mía) y la actual (post-2008, por así decirlo). Puede decirse que son muy diferentes, pero a la vez mantienen puntos comunes. En el plano anecdótico, a mí me hace bastante gracia una escena de la película en la que tras varios días en la pensión sin probar los cruasanes del desayuno los dos gañanes se enteran de que van incluidos en el precio, y más que nada me recuerda a mi primer vuelo en avión cuando las azafatas de Air France venían con las bandejas del desayuno y yo no sabía si a mí me iban a dar una, ni quería pagarla. Gañán que es uno,y problema que los gañanes de hoy ya no tienen por mor de la proletarización del transporte aéreo.

El filme me ha hecho pensar en datos sueltos de la historia social de hace cincuenta años (¿hacia qué año se impuso el uso del papel higiénico en Madrid?). Luego hay otros elementos que, aunque tengan cierta relación, ya ni se conectan con el nivel de renta… como la españolísima costumbre de llevar bocadillos y embutidos hasta al fin del mundo.

Hace ya unos sños (2001), en Edimburgo, tomando una pinta con un amigo que había venido de visita y me comentaba cómo habían mejorado las cosas, ya que en aquel momento los españoles en el extranjero hacíamos trabajos cualificados (el mío de por entonces era teleoperador) mientras que anteriores generaciones eran en la Europa civilizada el equivalente a los moros en España. Lo del estatus social por un lado, sí; pero mientras que mis tíos después de tres años en Suiza volvieron a España y se compraron un piso con sus ahorros, a mí los ahorros de los tres primeros años me habrían dado apenas para unos meses de alquiler.

Ya no creo que quede ningún sitio donde se pueda ganar diez veces más que en España, no sé si acaso Noruega o alguna dictadura del Golfo. Eso sí, hoy es el día en que mis tíos no hablan palabra de alemán, ni creo que se defendieran demasiado bien siquiera cuando estaban allá, mientras que yo tras tres años de emigrante creo que ya había aprendido a hablar inglés bastante decentemente y, me parece a mí, que para toda la vida. Como el concepto de necesidad me resulta impreciso, yo resumiría las cosas diciendo que, comparando con etapas anteriores, hoy por hoy los españoles emigran más por el estatus y menos por el dinero.

Total, que puede que sea por lo que me toca, pero tengo la impresión de que a esta película no se le ha dado el reconocimiento y la importancia que merece. Hubo también una segunda parte y la he visto, pero ésta en cambio me parece que no vale nada.


Promedios australes

07/06/2015

BBC

Hace un par de semanas leí que por primera vez en 24 años hubo más australianos que emigraron a Nueva Zelanda que neozelandeses procediendo a la inversa.

Ese par de países lejanos tienen un tratado de libre circulación de personas que permite que los nacionales del uno residan y trabajen en el otro sin demasiado papeleo.

También tienen cierta rivalidad y como hace años que sigo (algo) las noticias neozelandesas había sabido con anterioridad de que era un asunto que preocupaba en el país kiwi, por aquello de la fuga de cerebros y tal.

Un político cuyo nombre no recuerdo minimizó el problema diciendo algo así como que «el neozelandés que emigra a Australia contribuye a mejorar el cociente intelectual medio de ambos países.»*

Es una idea que me resulta graciosa y me gustaría emplear alguna vez. Hasta la fecha no he tenido éxito.

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* Acabo de averiguar que este político se llamaba Robert Muldoon y que murió en 1992, antes de esta última racha migratoria. También he descubierto que en estadística a este fenómeno de incrementar el promedio de dos grupos tras cambiar elementos de un grupo al otro se le ha llamado fenómeno de Will Rogers, por un humorista que hizo el mismo chiste con anterioridad, pero usando Oklahoma y California.