El alma del 21

06/04/2023

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En las semanas inmediatamente anteriores al último viaje a España me terminé un puñado de libros en castellano que llevé de vuelta. La historia de cómo acabó en mis manos El alma del 21 de Juanjo Crespo es que estuve viendo su charla con Joaquín Rivera Chamorro y se la pasé a mi padre ya que un primo suyo que vive en Barcelona (y que va para los noventa) estuvo en la guerra de Ifni de donde conserva algún recuerdo en forma de balazo. Le interesó tanto que se compró el libro, que a través de diversas viñetas, algunas de ellas francamente emotivas, nos lleva a lo largo del siglo y medio de historia del Regimiento de Transmisiones n. 21.

Libro muy fácil de leer, escrito en un estilo directo de párrafos cortos, que por su contenido quizá sea sólo adecuado para los muy aficionados a la historia militar o los muy interesados en la presencia española en África. Quien aquí escribe quisiera mejorar su conocimiento de ambos campos.

 


El Rif en sombras

05/01/2023

Portada

A principios de cada año suelo consultar las obras de los autores que han quedado libres de derechos. Este 1 de enero pasan al dominio público las obras de los fallecidos en 1942. El más destacable a mi modo de ver sería Miguel Hernández. He estado ojeando unos cuantos archivos y he acabado leyendo de un tirón «El Rif en sombras (lo que he visto en Melilla)» de Juan Guixé (1886-1942). Trata la situación de Melilla en 1921 tras el desastre de Annual.

Libro escrito al dictado de la trágica actualidad de aquellos momentos que se comparan con el trasfondo histórico de los hechos de 1898 y 1909. Las reflexiones relativas a la presencia española en el protectorado cuyo abandono ya se planteaba por entonces tienen ya poca vigencia incluso en lo relativo al potencial civilizador de España en el norte de África a través del mero comercio. Me interesaron más las críticas veladas a la primera autoridad del país y a ciertos malos hábitos que hicieron de la mal planteada presencia en el protectorado algo incluso peor de lo que debería haber sido. Me limito a copiar unos cuantos párrafos ilustrativos:

El desplome de la comandancia militar de Melilla ocurrió en julio de 1921 y la situación semanas después no había mejorado a pesar de la acumulación de tropas:

Hacia fines de agosto la situación de Melilla, a pesar de las expediciones diarias de pertrechos y de que habían desembarcado cerca de 60.000 hombres, era la misma. La incógnita continuaba sin despejar y la pregunta ¿por qué no se avanza? estaba en todos los labios. Transcurrió el tiempo y nuestras tropas seguían inmovilizadas. ¿Qué pasaba? Ya lo sabíamos algunos, aunque la censura no nos lo permitía decir: que no había municiones de artillería en cantidad suficiente para el suministro de un ejército de 60.000 hombres. Hacían falta, según cálculos de Berenguer, 50.000 proyectiles de cañón; pero no los tenía España y se estaban fabricando a toda prisa- Las espoletas hubo que encargarlas en Alemania y Suecia. Nuestro ejército no avanzaba porque no tenían principalmente las municiones necesarias. Tampoco instrucción ni organización. Ese era el secreto. Los generales temían que los soldados, sin foguear ni entrenar, “chaquetearan” (retrocedieran). ¿Y qué hubiera pasado entonces? Que los moros habrían entrado en Melilla y deshecho nuestro segundo y flamante ejército de ocupación.

La segunda parte de esta desconsoladora verdad la ha revelado o la ha repetido el conde de Romanones en su intervención en el debate político. Resulta que después de lo de Annual, aunque España tenía hombres, no tenía proyectiles de cañón; pero tenía 871 generales y 20.671 jefes y oficiales (las cifras son del,Anuario Militar). ¿Que no hay dinero para ejército? En el presupuesto de 1921 a 1922 se consigna la cifra de 1.162 millones para los cuerpos armados. De donde resulta que a mediados de agosto del año que corre había veintitantos mil jefes y oficiales y se gastaban más de mil millones en atenciones del ejército; pero España no pudo formar dos divisiones, una división que fuese a Monte Arruit. He aquí por qué no se fué en socorro de Navarro (pp. 105-106)

Sobre el peculiar microcosmos que era la sociedad melillense de la época:

Los primeros días de la catástrofe se oían claramente los improperios, las vociferaciones, las acusaciones mutuas entremezcladas con los gritos de venganza contra el moro. La población civil, muchas clases y algunos jefes y oficiales y soldados levantaban los puños en alto indignados, gritando: “¡cobardes!, ¡cobardes!”.
La primera impresión que recibió el autor fue que Melilla era un avispero de odios, de indisciplina y de rivalidades. Los vicios de cualquier población de Andalucía de tercero o segundo -orden estaban allí agravados, porque en cualquier población civil- como el número de personas acomodadas y de la clase media es enormemente más reducido, unas clases se equilibran con las otras; los vicios de unas las purifican las demás y viceversa, en una especie de armonía compensadora. Allí, no. En general todo era clase media y soldados convertidos para el caso en ordenanzas o asistentes. Yo he presenciado más de una vez cómo un oficial detenía al primer soldado que pasaba delante de la terraza del café, para mandarle realizar cualquier comisión doméstica o de servidumbre o de recadero. Yo me preguntaba, como es natural, si los soldados son criados o soldados. Yo creo que las ordenanzas no prescriben que. un soldado pueda ser mandado a llevar aviso de que el señorito no come aquel día en casa o cosa por el estilo y que para eso existen los asistentes. Es la eterna arbitrariedad del español que toma por cosa propia lo que es del Estado o que emplea la autoridad que le confiere, la patria en su uso personal. Eso lo vemos todos los días en las oficinas y en las plataformas de los tranvías. (pp. 139-140)

Melilla ciudad de vicio y vicios:

En la Melilla de Silvestre—no sé en la anterior—eran frecuentes las broncas (otra palabra sucia) entre oficiales y suboficiales y sargentos. Entre éstos y aquéllos existía un verdadero odio y una rivalidad juerguística, como pude observar enseguida. Los sargentos no querían a los oficiales, no sé si justa o injustamente, y los oficiales miraban con enorme recelo y desprecio a los sargentos.
Los sargentos los tildaban de “militares de salón” y de otras cosas. Eran frecuentes, como resultado de ese odió latente, las riñas entre ellos, al encontrarse en los antros de placer. Cuando varios sargentos veían ocasión en una casa de juerga, de abofetear a un oficial, se lanzaban a la obra con la mayor voluptuosidad. Había, por esto, declarada una verdadera guerra de guerrillas en que el resultado eran los palos, las bofetadas, los botellazos. en la impunidad. El autor ha visto casos de éstos y sacó de ellos la impresión de que España está totalmente gangrenada y moralmente encanallada (p. 145)

El párrafo del libro que destacaría casi cualquiera a la vista de cómo acabaron las cosas dos décadas después:

Ante eso, se pone uno a pensar qué sería de España bajo un Gobierno militar. Muchas veces hemos oído entonar alabanzas por personas que se,tienen por serias a las ventajas de una dictadura de ese género en nuestro país, para acabar con el desorden y el desbarajuste administrativo, que a la postre, es inmoralidad.
Pocos españoles habrá que, por no haberlo pensado bien, o por un sentimiento de asco y desesperanza ante el fracaso de nuestros políticos y profesionales de la política, no hayan caído en la tentación de esa novedad, como un mal menor. Pues bien, ante lo que se ve y se dice—y claro que no se comprueba—en Melilla, asusta pensar lo que sería España bajo semejante sistema de Gobierno. Precisamente lo que asusta, lo que pone los pelos de punta al que pasa por Melilla, es el sentirse sin garantía ninguna frente al militar, y no al fuero militar. Allí tiene que ser uno mudo y ciego. Ver, oír y callar, y disimular cuando se ve, es lo que debe practicar todo -el que aspire a vivir en Melilla con relativa tranquilidad. Se está en una plaza militar y boca abajo todo el mundo… menos los militares de cierta graduación. (pp. 146-147)

La Melilla de los no tan felices veinte en cuatro líneas:

Melilla es una plaza militar; pero no encuentro en ella nada de ese ordenancismo cuartelario que hace las delicias y provoca los entusiasmos de algunos partidarios de una dictadura de generales y coroneles. Al contrario, Melilla es como una ciudad de provincia donde falta el freno religioso, y con una mezcla de judaísmo, bereberismo y flamenquismo que le quitan toda personalidad, y al propio tiempo con una indolencia parasitaria. Cafés, casinos, bares, casas de prostitución, fondas, hospederías y cuarteles, eso resalta más que nada. (p.154)

Lamento que la figura del autor del libro no goce de mayor reconocimiento. Me ha costado encontrar datos biográficos del leridano Juan Guixé Audet. Sin entrada en la Wikipedia a día de hoy, cosa extraña para el autor de una docena de libros, en una página oficial lo confunden con su hijo Juan Guixé Cañizares pero creo que estas líneas corresponden a su biografía:

Seguidor de Ortega y Gasset y de Manuel Azaña. Dirigió, en Madrid, La Palabra Libre y La Jornada, y fue secretario de redacción de España, El Imparcial y El Liberal. Fue uno de los directores de la publicación La Voz de Guipúzcoa y director de La Calle, Revista gráfica de izquierdas, además también colaboró en Heraldo de Madrid o Leviatán. Realizó numerosos viajes a Marruecos y varios países europeos. Fue Jefe del gabinete de prensa nacional y extranjera del Ministerio de la Gobernación. Entre los libros que escribió cuentan Problemas de España (ensayos), Idea de España, La nación sin alma. También fue autor de dos novelas: Sangre azul y El lenguaje de los ojos. Asimismo realizó versiones españolas de obras de autores como Valmiki o Joseph Conrad. Tras la derrota republicana se exilió en Chile, donde retomó su labor periodística, colaborando en revistas como España Peregrina, Revista de las Indias o Atenea.


Crónica de la guerra carlista

21/03/2022

Cartel

Habrá varios motores para mover estas líneas pero sin duda uno es la serendipia. Entre que el otro día recordamos una película del cine vasco de los ochenta y tras haber leído sobre la primera carlistada me ha venido a la memoria una película de 1988 ó 1989 de la cual recuerdo haber visto noticias televisivas sobre su rodaje y creo recordar también que de sus problemas de distribución: Crónica de la guerra carlista (1872-1876).  Esta se refiere a la segunda (o tercera) guerra carlista y no la había visto hasta hoy.

Se la tengo que recomendar más a los amantes de Clio que a los del séptimo arte. Gustará especialmente a los interesados en la Historia de Vasconia. Más que una película propiamente dicha es una especie de documental guionizado, pero se ven algunos rasgos del paisaje y del paisanaje que pervivieron hasta los finales del siglo pasado. También se puede decir que adolece de un sesgo difícil de evitar: asoma la perspectiva de la época en la que se rodó, que no es la misma que se tenía cuando los hechos acontecieron.


Enclaves más allá del Karabaj

15/11/2020

Enclaves

Hoy 15 de noviembre los armenios tenían que retirarse del distrito de Kalbajar. Este y otros distritos de la autoproclamada República de Artsaj de que tendrán que ceder en las próximas semanas no pertenecían al enclave armenio del Alto Karabaj propiamente dicho, aunque también hay una parte del mismo que pasará a ser controlado por los azerbaiyanos, básicamente lo que queda al sur de Shusha.

En la prensa de lengua española la cobertura del conflicto en su versión de 2020 ha sido más bien pobre, cosa que no da para extrañarse dadas las escasas relaciones con la región y la situación de esos medios. Lo que más me sorprende es que ni siquiera a los adalides de occidente y la civilización cristiana les haya servido para propaganda.

Ciertamente los armenios tenían malas cartas aquí, dado que nadie está por reconocer otras fronteras más que las que salieron de la disolución de la URSS y que ellos no han podido seguirle el paso al crecimiento demográfico y económico de un Azerbaiyán rico en recursos energéticos. No he leído por ningún lado algo que me parece básico para comprender esta guerra: Armenia tenía alrededor de 3,5 millones de habitantes hace tres décadas y hoy apenas llega a los 3 millones mientras que Azerbaiyán ha pasado de 7 a 10 millones.

Los habitantes de Artsaj son unos 150.000, la mayor parte en el Alto Karabaj ya que por falta de recursos y voluntad (o ante la posibilidad de tener que devolverlos en el futuro como va a suceder) no tuvieron demasiado éxito en repoblar los territorios ganados en 1992-93. Con este panorama, sin un ejército al día ni alianzas diplomáticas y militares fuertes más que con Rusia, parece que deberían prepararse para salir del enclave en pocos años, y lo digo con la simpatía que tengo por ellos, que es más de la que tengo por un Azerbaiyán del que desconozco casi todo excepto que putearon innecesariamente a mis amigos denegándoles un visado.

Enclaves de Azerbaiyán en Armenia (en teoría)

Un asunto del que se ha hablado menos aún es el futuro de los otros enclaves, diminutos pero que también existen, aunque sean muy pequeños en comparación con Nagorno Karabaj. Me sorprendió leer en un resumen del acuerdo arbitrado por Putin que los dos que los armenios controlaban en Tavush/Tavuz (Vorin Voskepar y Sofulu-Barxudarli) pasarían a manos azeríes el 20 de noviembre. Aunque no hemos estado en ellos sensu stricto, en 2011 pasamos muy cerca e incluso estuvimos en una iglesia de Voskepar que quedaba en terreno dominado por Armenia que sobre el papel era de Azerbaiyán. La carretera te metía en el Azerbayán de iure aunque estaba repleta de vehículos militares armenios.

La recuperación de los enclaves parece fuente de problemas para el futuro. Es curioso que en el acuerdo no se mencionen el relativamente cercano Artsvashen, que era de Armenia y está controlado por Azerbaiyán, ni del de Karki, que queda más cerca del enclave grande de Najicheván que de la mayor parte del territorio azerbaiyano.

Me despido por hoy con la curiosidad por saber cómo van a funcionar estas peculiaridades territoriales en un escenario en el que ambos países seguirán siendo enemigos, así como por saber cómo va a ser la conexión terrestre con Najicheván que se ha acordado (¿el modelo extraterritorial que Alemania planteó para la Autobahn a Danzig por el corredor polaco?) y si los armenios van a construir de verdad una variante para unir Stepanakart con Armenia sin pasar por Shusha (inversión arriesgada si es que estás condenado a perder el territorio).


Vidas privadas de los emperadores romanos

24/10/2020

 

Portada

En esta etapa de estar absorbido por la Antigüedad clásica me ha dado por coger de la estantería este libro cuyo título me recuerda al clásico de Suetonio. Tengo varios de esta misma colección.

Por un lado A Brief History of The Private Lives of Roman Emperors no da lo que promete ya que se limita a la dinastía julio-claudia y apenas dedica un capítulo a cada uno de los seis «emperadores» que van desde Julio César a Nerón. Por otra ofrece más de lo que anuncia, con capítulos dedicados a diferentes aspectos de la vida en el imperio romano.: sexo, esclavitud, judíos, derecho, juegos, ejército, urbanismo, vivienda religión, comida… así que parece una especie de miscelánea poco estructurada quizá construida a base de material reciclado, pero esto a mí me viene como anillo al dedo.

Hasta hace un par de años y seguramente por tener asociada en la mente la figura de de César y la conquista de las Galias uno siempre había creído que el Rubicón lo había cruzado hacia el norte, pero oyendo un podcast sobre las guerras civiles romanas descubrí que en realidad fue en sentido contrario. Alguna vez busqué en un mapa este río tan poco importante, lo encontré y quedé satisfecho pero hace relativamente poco he descubierto también que el Rubicón de César ni se sabe qué río era y que al que hoy se llama así se le puso el nombre en una operación de propaganda política en tiempos de Mussolini. Es importante tener en cuenta la diferencia entre la Galia Cisalpina e Italia para entender el párrafo en el que se cuenta el episodio:

La guerra civil no fue tanto el resultado de la rivalidad entre César y Pompeyo como de la de que se daba entre optimates y populares. El Senado había aprobado por 370 votos a 20 una propuesta del portavoz de César, un patricio venido a menos llamado Curio, para que tanto Pompeyo como César renunciaran al mando militar. Pompeyo dudó pero luego, impulsado por Metelo se puso al frente de todas las fuerzas que había en Italia. César se vio amenazado y sintió que tenía que actuar. Salió de Rávena, tomó una pequeña localidad llamada Ariminium (Rímini) donde por la noche cenó con unos amigos y cruzó un riachuelo cuya posición hoy se desconoce pero que los registros históricos llaman Rubicón murmurando alea jacta est. Había cruzado la frontera de Italia.

Es interesante pensar en que hubo una época después de la tribal, en tiempos ya civilizados, pero en los que la guerra era aún una mera lucha por el poder que no necesitaba otra justificación:

La guerra no era ni religiosa, ni política, ni étnica ni ideológica como tantas veces iba a serlo después en Europa y en los Balcanes donde tantas guerras civiles romanas se disputaron; era una lucha entre bandas rivales por dominar. (91)

Conocía la palabra italiana fegato y la francesa foie. Esta última siempre me había parecido excesivamente breve, a saber por qué erosión fonética. Sin embargo, hasta ahora no me había dado cuenta de que hígado venía de higo:

Los higos hacían enfermar a las ocas. De hecho, el foie gras es el hígado de un ave diabética grave. Los romanos apreciaban el iecur figatum (hígado de higo) más que ningún otro foie gras y los galos, a los que les gustaba entonces tanto como ahora, olvidaron el nombre del órgano, iecur, y siguieron con figatum. En el siglo VIII se convirtió en figido, luego fedie y feie y por en el siglo XII acabó siendo foie. (210)

Y muchas más cosas de las que quizá incluya alguna otra si llega el momento de una relectura.


Los desastres de la guerra

05/01/2018

No salgo del diecinueve. Ayer era el aniversario de la muerte de Galdós, pero en vez de seguir con sus novelas lo que hice fue acercarme a la hora de comer a la exposición de los grabados de Goya que hay en la Chester Beatty Library, ya que se va acabar este mes. Cuando vivía en el centro de Dublín podía acercarme en cualquier momento, pero ahora está más complicado.

He recordado que hace años vimos, aquí en Dublín, Goya en Burdeos de Carlos Saura, que me pareció una película oscura. Más oscuros son Los desastres. La contemplación de estos grabados no es precisamente una experiencia de deleite en las bellas artes. La visión de escenas desagradables se compensa con la cierta idolatría de acercarse a los originales goyescos, aunque no sé exáctamente qué sentido tiene la palabra «original» cuando se habla de grabados. Me parece que este museo tiene la serie completa de la segunda edición (1892) auqnue no la han expuesto completa. A falta de papel todos los demás tenemos acceso hoy día en la telaraña donde se encuentra uno de todo (y completo) y puede disfrutarlo con mayor provecho y en un ambiente más propicio para el aprendizaje que las salas de exposición.

Me han sorprendido algunas de las traducciones al inglés de los títulos de los grabados (Ni por esas – Or these) y como veo que las que aparecen en Wikimedia son las mismas entiendo que no son traducciones ad hoc sino que están oficiliazadas de algún modo. En el cartelito que habían colocado junto a una de las imágenes el texto en español estaba mal (¡sólo había que copiarlo del propio grabado!). Me he dado cuenta de que Goya no usaba símbolos de apertura ni para la exclamación ni para la interrogación y he descubierto qué es la almorta.


El final de la guerra

22/07/2017

Los últimos días

Entre ayer y hoy me he entretenido con The Last Days of the Spanish Republic, de Paul Preston, que compruebo que se ha traducido al español como El final de la guerra: La última puñalada a la República. Es interesante reflexionar sobre estas diferencias en los títulos y el efecto que puedan tener para comunicar información y emociones y lo que eso suponga luego a la hora de vender libros.

En fin, antes de nada diremos que como el título en inglés indica este es un libro sobre los últimos meses de la guerra en la zona republicana desde octubre-noviembre de 1938 hasta finales de marzo de 1939 con más énfasis en la últimísima parte, la del golpe de Casado que es la puñalada a la que se refiere el subtítulo en español. Como sólo aborda el final, que en general se suele tratar con brevedad mi consejo es no empezarlo antes de haber leído algún otro libro sobre la guerra civil española.

Empieza describiendo la precaria situación en que el bando republicano se encuentra tras el fracaso del Ebro y la caída de Cataluña con la pérdida de medios y moral combatiente, el abandono del país por parte de muchos políticos y militares y las diferencias políticas entre los restos defensores que quedan en las zonas controladas por la República. Hay mucho de espionaje, conjuras y contactos con la quinta columna y por último el golpe de Casado y su Junta a principios de marzo, que suele ocupar poquitas páginas en cualquier volumen sobre el conflicto en su conjunto. Lo que quiere contar Preston es, dicho en dos líneas, que Negrín tenía razón, que fue el único que estuvo a la altura y que a la postre haber seguido resistiendo habría salvado vidas.

Esta tesis también me pareció que era la idea que cerraba la breve introducción a la GCE de Helen Graham, que ahora no tengo a mano. Por un lado entiendo lo que quieren decir y también las razones de Negrín para prolongar la resistencia y organizar la evacuación; por otro lado también se podría defender lo contrario (por ejemplo, si los rebeldes hubieran triunfado el 18 de julio o entrado en Madrid el 6 de noviembre del 36, me parece más razonable creer que habría habido una menos muertes, hay cierta lógica en defender que cuanto antes acabe una guerra menos morirán), no estoy muy seguro de cuánto mejora el conocimiento de la Historia el poner mucho énfasis en escenarios alternativos que no se produjeron.

En esta versión de los hechos no se salva nadie excepto presidente depuesto por el golpe: Tanto Azaña como Rojo como Miaja quedán en un pésimo lugar y si hubiera que etiquetar a lo que acaban resultando los tres personajes principales de marzo Negrín es el bueno, Casado es el malo y Besteiro es el necio.

Cuando uno leía lo que era la historia oficial del PSOE hasta hace bien poco Negrín quedaba obliterado y lo que podía leer es que Besteiro era el hombre bueno e íntegro que se quedaba para entregar Madrid mientras que todos los demás habían huído. De los contactos con la quinta columna y de sus esperanzas vanas nada se decía. Negrín acabó siendo expulsado del partido y en el exilio andaban todos a puñaladas metafóricas Lo interesante de la historia es que siempre se puede reescribir y tiene uno miedo al futuro porque no sabe ni con qué pasado vamos a acabar.


Episodios Nacionales: Juan Martín El Empecinado

17/06/2017

«…y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.»

Y del Cádiz de las Cortes vamos subiendo hasta tierras de la Alcarria y del sistema Ibérico por donde Gabriel de Araceli se une a la partida del Empecinado, cuyo mote no le viene de la obstinación aunque el cómo la negrura del cieno se convirtió en tozudez y si fue a través del personaje cómo lo logro, aún no lo he llegado a comprender. Fue el Empecinado uno de los muchos que lucharon contra la invasión francesa a los que luego el Deseado no se lo agradeció de buenas maneras.

Perdóneseme la digresión y a toda prisa vuelvo a mi asunto. No sé si por completo describí la persona de D. Juan Martín, a quien nombraban el Empecinado por ser tal mote común a los hijos de Castrillo de Duero, lugar dotado de un arroyo de aguas negruzcas, que llamaban pecina. Si algo me queda por relatar, irá saliendo durante el curso de la historia que refiero; y como decía, señores, D. Juan Martín salió de su alojamiento a visitar los heridos, y al regresar, envionos a mi compañero y a mí orden de que nos presentásemos a él.

Capítulo VI

Aquí nos lleva Pérez Galdós por ese invento español de la guerra de guerrillas, que es el que seguramente resultó más característico de la Guerra de la Independencia y el tipo de combate que provocó multitud de sucesos que que inspiraron los desastres de Goya. Contiene además muchos elementos de guerra civil que contiene que seguramente marcaron las reglas del juego para las guerras civiles subsiguientes. En el capítulo XII se ve bien la agonía de la población, castigada tanto por franceses como por las guerrillas. Si la biografía del Empecinado recuerda a las de los fusilados en la purga de 1938 que gritaban «Viva Stalin» en el paredón, la situación de la población española entre 1808 y 1814 es parecida a aquella por la que pasó la francesa entre 1940 y 1944, sufriendo las acciones tanto de invasores como de resistentes. En las guerras no se sabe quienes son los buenos hasta que se acaban.

Dados los nombres ilustres de militares y voluntarios (guerrilleros) que Pérez Galdós cita y su escaso impacto actual en la memoria colectiva es de suponer que sus biografías son un aspecto bastante olvidado. (Dejo aquí unos enlaces sobre el texto para cuando quiera mirarlas con más detenimiento)

Al mismo tiempo que daban en tierra con el poder de Napoleón, y nos dejaron esta lepra del caudillaje que nos devora todavía. ¿Pero estáis definitivamente juzgados ya, oh insignes salteadores de la guerra? ¿Se ha formado ya vuestra cuenta, oh, Empecinado, Polier, Durán, Amor, Mir, Francisquete, Merino, Tabuenca, Chaleco, Chambergo, Longa, Palarea, Lacy, Rovira, Albuín, Clarós, Saornil, Sánchez, Villacampa, Cuevillas, Aróstegui, Manso, el Fraile, el Abuelo?

No sé si he nombrado a todos los pequeños grandes hombres que entonces nos salvaron, y que en su breve paso por la historia dejaron la semilla de los Misas, Trapense, Bessieres, el Pastor, Merino, Ladrón, quienes a su vez criaron a sus pechos a los Rochapea, Cabrera, Gómez, Gorostidi, Echevarría, Eraso, Villarreal, padres de los Cucala, Ollo, Santés, Radica, Valdespina, Lozano, Tristany, y varones coetáneos que también engendrarán su pequeña prole para lo futuro.

Capítulo V

Además del capítulo en el que se narran los sufrimientos de una población dos veces tomada por uno y otro bando, tiene este episodio un par de capítulos muy buenos a mi modo de ver, que son como el 21 en el que Luis Santorcaz explica su trayectoria y andanzas en la Francia revolucionaria y el 23 en el que mosén Antón Trijueque, canónigo rural, relata el despertar de su conciencia nacional, por así decirlo. Es una forma de poner en escena a dos arquetipos como son el afrancesado y el curita de armas tomar.

 


Mujeres en la guerra – Svetlana Alexiévich

01/05/2016

Portada

Hoy he tenido bastante tiempo libre y me heleído este del tirón. Llevaba dos meses en lista de espera: La guerra no tiene rostro de mujer de la premio Nobel bielorrusa Svetlana Alexiévich. Es una compilación de historias de mujeres soviéticas que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Después me he dado cuenta de que hoy coinciden la Fiesta del Trabajo y el Día de la Madre (al menos en España). La conjunción del calendario hace especialmente idónea esta lectura en su fecha.

Creo que he tardado más de lo que quería en empezar el libro porque me habían advertido de unas cuantas imágenes terribles, que es cierto que aparecen y son reconocibles para cualquiera. En parte por eso estaba buscando un momento adecuado de estabilidad. Por desgracia ya tengo leídas cosas peores y aunque uno no elige esas cosas no creo que nada de aquí vaya a remplazarlas en mis pesadillas. Luego ese fenómeno fascinante de la compartimentalización de la mente humana entra en juego y a veces ocurre que una historia de amor traicionado o una lealtad a prueba de lustros acaban resultando más conmovedoras que la peor  de las crueles masacres.

«No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra» se contrapone al clásico «Arma viriumque cano». El punto de vista femenino es algo necesario y en general ausente en la bibliografía bélica. La comparación más simple que se me ocurre es con la vida cotidiana y doméstica. Esa gran habilidad de la prójima para recordar aspectos de experiencias que yo he vivido en los que ni se me ocurriría pensar. Los varones ¿se acuerdan de qué ropa llevaban ayer sus compañeros de trabajo? Yo al menos, no. En las guerras hay millones de cosas así, si se multiplican por los millones de intervinientes. Mi memoria (poco femenina, creo) es bastante buena para recordar cosas como que en este párrafo en el que las traductoras han puesto cuchara en realidad se refieren a un calzador.

»En otra ocasión, en una sombrerería abandonada, elegimos unos sombreros. Esa noche dormimos sentadas para poder pasar un rato con los sombreros puestos. Nos levantamos por la mañana… Nos miramos al espejo por última vez… Nos lo quitamos todo y nos volvimos a poner nuestras camisas y pantalones de uniforme. No cogíamos nada. En el camino hasta una aguja resulta pesada. Llevábamos la cuchara en la parte de atrás de la caña de la bota, y ya está…»

Por otra parte, la fluidez de la lectura me hace pensar que se trata de una traducción excelente -he aprendido casi una decena de palabras (peal, – si bien me sorprende la elección de tadzhik en lugar de tayiko.

Este libro se conecta con mis intereses a través de varios soviéticos que lucharon en la guerra de España, entre años Vasili Korzh, bielorruso y Héroe de la URSS. También aparece una trabajadora de una de las casas en las que la Unión Soviética acogió a los niños españoles, pero sobre todo a través de la siempre problemática interacción entre Historia y memoria.

Si lo he podido leer de una tacada es en gran medida porque es una especie de reportaje de prensa. Una viñeta y otra y otra. Caleidoscopio de emociones, imposibilidad de abarcar todas las experiencias, casi ninguna conclusión. Creo que es un trabajo necesario y sin embargo esta superación hiperrealista ni es historia, ni es periodismo ni creo que sea literatura del todo, ya que los autores del texto parecen ser los personajes. Sin que entienda yo mucho de estas etiquetas me daría por llamarlo macrorreportaje (o reportaje sin límite de espacio o lo que sea).


El intento de invasión de Irlanda de Eduardo Brucio (1315)

27/01/2016

Sigo con la lectura de un tocho sobre Historia de las islas Británicas. He pasado ya la parte que más me interesa y, en llegando a cierto episodio del siglo XIV, he recordado unos paneles que fotografié en el túnel de acceso a Trinity College hace unas semanas. He estado varias veces en Escocia y había leído varias veces sobre estos reyes de Bruce o de Brus, pero esto no había dejado en mi memoria más que el consabido dato de que Escocia (sea lo que sea lo que esto signifique) luchaba mucho contra Inglaterra (ídem) hasta que perdieron y se acabaron uniendo (o siendo absorbidos). Incluso he estado en una colina de Stirling viendo venir la lluvia por los campos de batalla de Bannockburn, aunque bastante más ocupado de cosas de este siglo.

De esta miniexposición me interesó mucho la reconstrucción del Dublín de 1315 que aparecía en uno de los paneles. Pocas semanas antes habíamos estado de gira con una historiadora por el arrabal en el que trabajo últimamente, utilizando mapas antiguos como guía. Puede verse el castillo de Dublín, junto al lugar que da su nombre vikingo a la ciudad en el antiguo río que hoy es mera cloaca. La catedral de Christchurch en el recinto amurallado y la de san Patricio extramuros.

Reconstrucción digital

Reconstrucción digital del Dublín medieval

La narrativa de por qué una gente de la isla vecina se acercó a esta otra isla adolece de la clásica simplificación nacionalista. Voy a retomar el tema de que en realidad no se trata de dos islas. No son dos unidades aisladas, y de hecho las distancias por mar se recorren mucho antes que por tierra. Como no son dos islas, los gaélicos goidélicos de Escocia tienen su origen en Irlanda y en un principio Roma llamó a todos scoti «escotos». La cultura irlandesa floreció en lugares como Iona hasta la llegada de los vikingos. En el nivel demográfico lenguas y filiaciones son diferentes memes en continuo flujo y en lucha por su «supervivencia» pero en el nivel político, que es de elites, los más relevantes en tiempos medievales nada tienen que ver con ideas e intenciones del siglo XIX que se traspasan alegremente a gentes del siglo XIV. Obviamente, si Irlanda no se hubiera independizado en el siglo XX un relato como el de estos paneles sería difícil de imaginar. En el siglo XIV ni siquiera Inglaterra era aún Inglaterra en el sentido etnonacional sino más bien una el poder de una corte normanda luchando por territorios tanto en las islas como en el continente. El tipo de narrativa identitaria, la ausencia de referencias a la estructura estamental de la sociedad y a la importancia de la religión y dar por sentada una conciencia nacional avant la lettre, conforman un recital monográfico de la falacia del historiador, siendo el tema panceltista el colofón.

De todos modos, yo hago una traducción aproximada de lo que ponía y luego cada quien que lo filtre como quiera o pueda.

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¿UN REY ESCOCÉS PARA IRLANDA?

En 1315, hace 700 años, los irlandeses eligieron por última vez a un rey de reyes . Se trataba de Eduardo, hermano de Roberto Brucio rey de los escoceses, que receintemente había logrado una gran victoria sobre los ingleses en la batalla de Bannockburn.

La INVASIÓN DE BRUCE 1315/2015

¿Por qué un rey escocés para Irlanda? ¿Por qué no? En cierto sentido, los escoceses eran irlandeses. A principios de la Edad Media, Irlanda se conocía en latín como Scotia, pero cuando una dinastía irlandesa – Dál Riata de Antrim – ganó ascendencia en el norte de la isla de Gran Bretaña pasó a conocerse como la tierra de los escotos (Scoti) y así nació Escocia.

¿Por qué Eduardo Brucio? Una vez más: ¿por qué no? Aunque su familia era en principio anglonormanda Eduardo y Roberto eran de extracción gaélica por parte de madre y tenían estrechas relaciones con el mundo gaélico de Escocia occidental y sus islas. Incluso se dijo que Eduardo había sido criado en Irlanda con el hombre que le animó a lanzar su invasión, Domhnall Ó Néill, del Úlster.

 

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DUBLÍN EN PELIGRO EN 1317

Dublín era la capital de la administración real inglesa y los dublineses eran muy leales a la corona de Inglaterra.

En febrero de 1317 la ciudad estuvo cerca de ser tomada por los hermanos de Brus. El rey de Escocia, Roberto Brucio, se unió a su hermano Eduardo que había sido nombrado rey de Irlanda en 1315. Los hermanos acamparon en Castleknock con las murallas de la ciudad a la vista.

Durante el pánico, los dublineses quemaron los arrabales de su ciudad y desmantelaron el priorato de los dominicos que había al norte del río Liffey para reforzar las murallas de la ciudad. También destruyeron el puente que cruzaba el río.

Los hermanos decidieron no sitiar la ciudad. Siguieron rumbo al sur, hacia Múnster, y así perdieron la oportunidad de capturar el cuartel general de los ingleses antes de que llegaran refuerzos de Inglaterra.

 

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FUEGO, HAMBRUNA Y ESPADA: LAS CAMPAÑAS DE LOS HERMANOS BRUCIO EN IRLANDA

1. Mayo de 1315. Un ejército escocés de unos seis mil hombres a cuyo mando se encuentra Eduardo, hermano de Roberto Brucio, el rey de Escocia arriba a las costas de Antrim. Muchos irlandeses se unen a la causa de Brucio con la esperanza de derrotar al poder inglés que rige Irlanda. Se planea incluso una alianza pancéltica de escoceses, irlandeses y galeses para terminar con la dominación inglesa.

2. Junio de 1315. Cerca de Carrickfergus, muchos nombles gaélicos dirigidos por Ó Néill del Úlster se juntan para unirse a Brucio. Los anales irlandeses indican que «todos los gaélicos de Irlanda acuerdan concederle el señoría y lo nombran Rey de Irlanda». La mayoría de los colonos ingleses en Irlanda se le opone.

3. Agosto de 1316. En la batalla de Athenry, la más sangrienta de toda la invasión, los escoceses no participaron en nada. Fue una derrota desastrosa para los irlandeses de Connacht – se dice que unos mil quinientos fueron decapitados. Supuso un subidón de moral para los colonos ingleses. El sello municipal de Athenry conmemora la victoria, mostrando las cabezas de los reyes irlandeses empaladas por encima de los muros de la ciudad.

4. Febrero de 1317. Los hermanos Brucio habían llegado a Castleknock pero deciden no sitiar la ciudad de Dublín. La llegada de refuerzos ingleses termina con un intento de conectar con los irlandeses de Munster y pronto el famélico ejército de Brucio se retira.

5. Octubre de 1318. Marchando hacia el sur desde el Úlster con la intención de realizar un último esfuerzo, Eduardo Brucio se arriesga a una batalla en campo abierto contra el ejército inglés en Faughart, al norte de Dundalk, donde pierde la vida y con ella su reino irlandés. Aunque la tradición señala «su tumba», en realidad el cadáver fue desmembrado y partes del mismo colgadas a las puertas de varias ciudades irlandesas. El vencedor, Juan de Bermingham, llevó la cabeza de Brucio al rey Eduardo II de Inglaterra. Fue tal el alivio que supuso la derrota de la mayor amenaza al poder inglés en Irlanda que este pequeño barón fue elevado al estatus de conde de Louth tras haber puesto fin a la invasión de Brucio.

Mapa (1315)

Mapa (1315)

Aquí hay un pdf con una versión en calidad más que decente de los paneles. No sé cómo no se me ha ocurrido buscar antes de poner mis malas fotografías.