Hoy regresamos a la isla esmeralda tras aproximadamente un mes por las regiones españolas de costumbre, del cual las primeras dos semanas fueron laborables (y espero que mi próximo empleo me siga permitiendo este proceder) y las siguientes de estricto ocio. Una de las cosas que hago cuando estoy en casa de mis padres es leer alguno de los libros recientes que tengan por allí, que suelen ser de contenido político. No sé ni por qué me hago este perjuicio a mí mismo pero es que no lo puedo evitar. Entre otras muchas cosas y algunas relecturas de mayor provecho me he intoxicado con lo siguiente:
Caudillo Sánchez, de Rosa Díez. Como llegamos una semana antes de las elecciones del 23 de julio creí que Pedro Sánchez quedaría en el afamado vertedero de la historia y me ahorraría la lectura de este volumen. En vez de eso parece que ha añadido un nuevo capítulo a su infame manual de resistencia. Será difícil encontrar un personaje político que haya mentido tanto como Sánchez, cosa que yo le habría perdonado si hubiera llevado España a niveles de renta escandinavos, pero a cambio os podéis cambiar de sexo en el registro civil sin que nadie os pregunte nada. Recordar algunos episodios chuscos como los de Amy Martin o el negocio de las saunas del vicio del suegro me hizo sonreír. Leer todos los «cambios de opinión» del presidente así todos seguidos da una cosa como vértigo.
España fallida, de John de Zulueta. Enlazando con lo del estancamiento económico, político, demográfico y lo que se quiera de una España que no parece progresar demasiado en lo que llevamos de siglo. Yo nunca he sido demasiado partidario de la teoría del qué buen vasallo si tuviera buen señor porque las masas hispánicas me las conozco y sé que también tienen lo suyo, pero aquí, desde un punto de vista cercano al mundo de los negocios, se comentan decisiones y acciones de personas concretas en momentos específicos de las que puede decirse que nos han llevado a donde estamos. Lo que yo opino es que el pueblo soberano ha validado todo esto y cree que más feminismo, más regionalismo y la inmigración africana es lo que nos va a sacar adelante. Por supuesto nada de fabricar nada, que contamina, que seamos todos pensionistas y funcionarios, que es más ecológico y resiliente. Pues adelante.
La derrota del vencedor, de Rogelio Alonso. Interesante disquisición sobre el final del terrorismo y su continuidad en el País Vasco posterrorista actual. Antes de hablar de la derrota del vencedor o la victoria del vencido corresponde tratar la existencia de la cosa en sí. ETA entendida como el GRAPO hace anos que no existe, en cambio, si uno considera todo aquello de lo que ETA disponía y el GRAPO no, el iceberg sin su punta sigue más vivo que nunca y sería difícil encontrar unos derrotados más felices de haberlo sido. Yo lo de que ETA ha sido derrotada se lo he oído a Zapatero y algún otro que se atribuye el mérito, en cambio nunca se lo he oído a nadie de la propia familia, que si acaso habrá aceptado la dura realidad de que montar un Estado nuevo y hacer una construcción nacional es muy difícil en países no ya balcánicos sino incluso africanos, cuanto más en Europa occidental. Al final, es una transición de una etapa histórica a otra que como en todas las demás se hace sin que se cierren bien todas las páginas de la anterior. La sociedad amplia haría bien en concentrarse en lo siguiente más que en lo anterior, eso sí, no se vayan a olvidar de toda esto para decirme luego que el franquismo sigue vivo.
Y nada, no sean como yo, traten de despolitizarse y serán más felices.