En esta etapa de estar absorbido por la Antigüedad clásica me ha dado por coger de la estantería este libro cuyo título me recuerda al clásico de Suetonio. Tengo varios de esta misma colección.
Por un lado A Brief History of The Private Lives of Roman Emperors no da lo que promete ya que se limita a la dinastía julio-claudia y apenas dedica un capítulo a cada uno de los seis «emperadores» que van desde Julio César a Nerón. Por otra ofrece más de lo que anuncia, con capítulos dedicados a diferentes aspectos de la vida en el imperio romano.: sexo, esclavitud, judíos, derecho, juegos, ejército, urbanismo, vivienda religión, comida… así que parece una especie de miscelánea poco estructurada quizá construida a base de material reciclado, pero esto a mí me viene como anillo al dedo.
Hasta hace un par de años y seguramente por tener asociada en la mente la figura de de César y la conquista de las Galias uno siempre había creído que el Rubicón lo había cruzado hacia el norte, pero oyendo un podcast sobre las guerras civiles romanas descubrí que en realidad fue en sentido contrario. Alguna vez busqué en un mapa este río tan poco importante, lo encontré y quedé satisfecho pero hace relativamente poco he descubierto también que el Rubicón de César ni se sabe qué río era y que al que hoy se llama así se le puso el nombre en una operación de propaganda política en tiempos de Mussolini. Es importante tener en cuenta la diferencia entre la Galia Cisalpina e Italia para entender el párrafo en el que se cuenta el episodio:
La guerra civil no fue tanto el resultado de la rivalidad entre César y Pompeyo como de la de que se daba entre optimates y populares. El Senado había aprobado por 370 votos a 20 una propuesta del portavoz de César, un patricio venido a menos llamado Curio, para que tanto Pompeyo como César renunciaran al mando militar. Pompeyo dudó pero luego, impulsado por Metelo se puso al frente de todas las fuerzas que había en Italia. César se vio amenazado y sintió que tenía que actuar. Salió de Rávena, tomó una pequeña localidad llamada Ariminium (Rímini) donde por la noche cenó con unos amigos y cruzó un riachuelo cuya posición hoy se desconoce pero que los registros históricos llaman Rubicón murmurando alea jacta est. Había cruzado la frontera de Italia.
Es interesante pensar en que hubo una época después de la tribal, en tiempos ya civilizados, pero en los que la guerra era aún una mera lucha por el poder que no necesitaba otra justificación:
La guerra no era ni religiosa, ni política, ni étnica ni ideológica como tantas veces iba a serlo después en Europa y en los Balcanes donde tantas guerras civiles romanas se disputaron; era una lucha entre bandas rivales por dominar. (91)
Conocía la palabra italiana fegato y la francesa foie. Esta última siempre me había parecido excesivamente breve, a saber por qué erosión fonética. Sin embargo, hasta ahora no me había dado cuenta de que hígado venía de higo:
Los higos hacían enfermar a las ocas. De hecho, el foie gras es el hígado de un ave diabética grave. Los romanos apreciaban el iecur figatum (hígado de higo) más que ningún otro foie gras y los galos, a los que les gustaba entonces tanto como ahora, olvidaron el nombre del órgano, iecur, y siguieron con figatum. En el siglo VIII se convirtió en figido, luego fedie y feie y por en el siglo XII acabó siendo foie. (210)
Y muchas más cosas de las que quizá incluya alguna otra si llega el momento de una relectura.