Chapitel de cristal

14/10/2023

Pearse Lyons, St James church

Un poquito más adelante de los terrenos que comentábamos el otro día, justo después de un reloj solar montado sobre un obelisco, la calle que se llama Tomás por el santo, cambia su nombre a Santiago, por el apóstol y patrón de España. La famosa fábrica y museo de la Guinness se encuentra allí mismo y siempre digo que es curioso que a pesar de haber trabajado a unos pocos metros durante anos no lo he visitado (con excepción de una vez que fuimos a comer al restaurante del complejo).

Otro de los sitios que hay en la calle y que tampoco conozco es una destilería de güisqui que se llama Pearse Lyons y que tiene una iglesia desacralizada (que precisamente también estuvo bajo la advocación de Santiago) como parte de su museo. No soy yo nada aficionado a los licores pero he estado mirando unas fotos de 360 en Google Maps y parece que tiene buen aspecto. Según leo abrió en septiembre de 2017. Recuerdo ver el edificio en obras ya que en los primeros años que pasamos en el barrio me gustaba ir hasta Kilmainham al museo y pasaba mucho por allí. Recuerdo la sorpresa que me dio la nueva torre transparente, una de esas combinaciones modernas en edificios tradicionales que no quedan mal del todo.

19.12.2018


Plan de museo y parque

16/09/2023

Wolfe Tone square

Y el día después de ir al Botánico se me ocurrió hacer un plan que ya habíá hecho yo solo otras veces, como es ir caminando siguiendo la línea del tranvía desde el IFSC hasta el museo nacional de Collins Barracks y luego llegar hasta el Phoenix Park. Tenía interés en enseñarles a mis viejos los cañones de la Invencible y otros tesoros tanto del ámbito doméstico como del militar, en especial los relacionados con España. Así pues, tras una parada en la plaza de Wolfe Tone, donde solía mostrar a mis visitantes las lápidas del antiguo cementerio, nos llegamos al museo donde pasamos un buen par de horas y donde omití aposta ciertas secciones para alguna ocasión posterior que no se ha producido aún. Vimos la exposición que se había hecho para el centenario del levantamiento de Pascua de 1916 y además de los cañones de 1588, que eran una apuesta segura, mi padre disfrutó especialmente la de Soldiers and Chiefs, sobre los soldados irlandeses que han prestado servicio en ejércitos extranjeros desde tiempo inmemorial.

 

Obelisco de Wellington

Luego nos llegamos al parque del Fénix, donde siempre cuento lo de que el nombre no tiene que ver con el ave mitológica sino con el agua clara, pero como el parque es grandecito nos quedamos cerca de la entrada admirando de cerca el obelisco de Wellington. Recuerdo que estuvimos leyendo los nombres de las ciudades que aparecen. Si la memoria no me falla creo que entre las españolas estaban Salamanca, Fuentes de Oñoro, Vitoria y que San Sebastián no sale pero que pone Pyrinees. Tendré que volver a comprobarlo de cerca ya que no encuentro la información en ningún lado y en las fotos que encuentro no se ve bien.

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17.05.2016


Extraña visita al museo

08/08/2023

Future City

Una de las últimas veces que fuimos a la Hugh Lane Gallery había una exposición que sin disgustarnos del todo nos dejó un tanto descolocados. Fue un tanto extraña la sensación de tener más interés por las chimeneas que por los cuadros.

El edificio de mi infancia

Tampoco es que fueran terribles, pero en general consistían en elementos geométricos como puntos y rayas y sin demasiados colores.

Borrones

Uno de los cuadros parecía una especie de plano vertical de un edificio como la casa de mis padres. Otras obras me recordaban a cuando emborronaba las láminas de dibujo técnico con los rótrings o al punto de nieve que aparece cuando uno no consigue sintonizar ningún canal en un televisor.

Rayas

Una de las razones por las que nunca seré artista es que si de chiripa me saliera una obra de estas ni yo mismo sería consciente de haber creado algo supuestamente presentable.

Artista

Sin recordar demasiado del día tengo la impresión de que la jefita se aburrió bastante.

Chimenea

En todo caso, la Hugh Lane es una galería bien situada en el centro de Dublín en cuya colección permanente hay algunas cositas que siempre me han parecido bien.

Columnas


Hugh Lane Gallery (5)

02/06/2017

Robert Ballagh: Third of May – After Goya (1970)

El punto en el que había dejado la lectura de los Episodios Nacionales me viene de perlas para recordar que hace un par de semanas llevé a mis viejos a la Hugh Lane, más que nada porque queda muy a mano y porque tenía interés en mostrarles la curiosidad que es el estudio se supone que intacto de Bacon.

Entre varias cosas cuyo valor me parece bastante discutible hay en una de las salas de arte moderno una reinterpretación de los fusilamientos del 3 de mayo, relizada a cuento de la situación en Irlanda del Norte a principios de los años setenta. Supongo que es un cuadro universal que a todo el mundo de un cierto nivel cultural  le suena y debería evocarle algo. Poquitos españoles habrá que vean el Ballagh y no piensen inmediatamente en Goya. No quisiera sorprenderme.


1916 y todo eso

11/03/2016
¿Padres fundadores o rebeldes pendencieros?

¿Padres fundadores o rebeldes pendencieros?

El título de esta entrada es el de un libro que no he leído y es ese título a su vez una paráfrasis de otros anteriores. Estamos en las semanas previas al centenario del Levantamiento de Pascua y es un aniversario que se deja notar en carteles por las calles dublinesas que proponen conferencias y exposiciones así como en multitud de títulos que han crecido como hongos en los estantes de las librerías. El fracaso de la rebelión de 1916 en plena guerra mundial fue el preludio de la independencia de 1922 y la posterior conversión de Irlanda en república. La Pascua es este año en marzo mientras que hace exactamente un siglo cayó en abril. Esto permite una doble celebración en ambos calendarios: el litúrgico y el gregoriano.

El alzamiento fue una gran chapuza, pésimamente organizado sin los mínimos apoyos internos ni exteriores deseables. Es bastante normal que un levantamiento militar no funcione a la perfección y que queden muchas zonas de incertidumbre. La sublevación de julio de 1936 en España pretendía hacerse con el poder en tres días y no tras una guerra de tres años, pero hasta en los fracasos hay niveles. A mí el alzamiento de Pascua me recuerda a lo de Jaca ya que a la postre acabó siendo exitoso y es triste pensar que si España hubiera seguido siendo una república (o si un día vuelve a serlo) se habría continuado celebrando lo que desde el punto de vista militar es tamaña insensatez.

En un anejo de la Biblioteca Nacional que antaño fuera museo de heráldica hay una exposición sobre Irlanda y la Gran Guerra, en la que se toca el Levantamiento de Pascua y la conjunción de intereses fenianoalemana. El grueso de la exposición trata de las tropas irlandesas en el ejército del Imperio Británico, que fueron muchas más y causaron y sufrieron muchas más bajas que las que vio Dublín en aquella semana. Considerando el Imperio como una unidad que se defiende de Alemania los sucesos de Dublín también se parecen hasta cierto punto a los que vio Barcelona en 1937.

Esta semana se ha inaugurado en los antiguos cuarteles reales que después tomaron el nombre de Michael Collins otra exposición que trata específicamente del levantamiento. Estuve hace dos o tres días y tengo pensado volver más veces, cuando haya decaído el interés del público.

Mientras que en otros países las rebeliones militares de los vencedores se acaban aceptando sin demasiada crítica, en Irlanda, donde la gente es muy moderada y esta barbaridad relativamente reciente, las cosas se modulan un poco más y por eso es perfectamente posible que una librería del centro de la capital anuncie un montón de libros con un cartel que pregunta si los que se alzaron en 1916 son los padres de la patria o un grupo de rebeldes pendencieros.

Mucha gente no sabe que la mayoría de la opinión pública irlandesa fue contraria al levantamiento, que más que un alzamiento nacional fue considerado en su tiempo como una operación «de partido». Es curioso, sin embargo, ver que los rebeldes mataron a más soldados británicos que sufrieron bajas entre los suyos. El número de muertos «que pasaban por allí» es también bastante elevado. Las dificultades de imponer el relato.

En cambio, poniéndolo en su contexto histórico, los dos mil muertos de la semana de Pascua pueden no parecer demasiado. El noventa por ciento de los voluntarios irlandeses se había alistado en el ejército británico y sufrieron unas treinta mil bajas en las trincheras de Francia y Bélgica. La fuerza política mayoritaria en Irlanda hasta la Gran Guerra, el Partido Parlamentario Irlandés de Redmond, nacionalista moderado, creía que la cooperación con el Imperio permitiría la deseada autonomía. No sucedió y el partido de Parnell que dominó la política irlandesa tres décadas fue barrido. Lo interesante es que la mala gestión de la victoria frente a los rebeldes fue el error que le acabó costando a Gran Bretaña cuatro quintas partes del territorio de la isla y que derivó en la victoria del Sinn Fein en las elecciones de 1918, la guerra de independencia (1919-21) y el tratado anglo-irlandés.

Este proceso de polarización (1916-1921) de la opinión pública y destrucción de la mayoría moderada del centro del espectro poítico es muy interesante y si se mira en detalle creo que tiene lecciones que son aplicables a España y otros países con movimientos separatistas o revolucionarios fuertes. Como el resultado final (Irlanda dividida) era el que nadie quería, también tiene planteamientos interesantes para los separatistas.

Es preciso que aclare que yo como ibero tiendo a ver a las islas británicas como una unidad cultural, que como antiguo marxista siempre me hago la pregunta de en beneficio de que elites se produjo la creación de este pequeño estado nacional-clerical que tanto fracasó en sus primeras siete y u ocho décadas. Por otra parte, me agrada que si bien el país no se ha librado del yugo de Roma sí que lo haya hecho del de la ridícula corte de los Windsor y sus adláteres.

Así que aquí estamos, celebrando sin demasiado entusiasmo un acto suicida de barbarie y autoinmolación colectiva destinado a alcanzar la santidad por el martirio, que al final es lo que hay en el origen de esta república de nuevos ricos rurales,  consumistas, tradicionalistas y pequeñoburgueses.


Cabezas y dientes

02/03/2016
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Calavera de la época de los vikingos

Tengo otra anécdota parecida a la de ayer. A lo mejor es un poco exagerado llevar a niños tan pequeños a los museos. Probablemente no entienden nada. Uno quisiera que les naciera el interés por descubrir cosas y sobre todo no traumatizarlos. Seguramente con museos y otras actividades culturales ni los hacemos más curiosos ni les amargamos la existencia, como la siguiente conversación ante una calavera de la época vikinga ilustrará:

– Papa, ¿qué es eso?
– Una cabeza…
– ¿De un vikingo?
– Sí…
– No se ha lavado los dientes.

Yo había intentado cortar la conversación y pasar a otra cosa. La calavera parece un símbolo obvio de muerte y sin embargo antes de cierta de edad los niños no han tenido tiempo de aprenderlo. De hecho, luego vimos un esqueleto medieval entero y el comentario de la nena («está durmiendo«) demuestra que los huesos le son bastante indiferentes.

El contexto que explica por qué se fijó en los dientes de la calavera parcialmente desdentada es la lucha cotidiana para hacérselos lavar antes de ir a dormir. Uno preferiría no mentir, pero es tan difícil hacer que comprendan los matices de las cosas que al final, entre lloros y gritos, lávate los dientes que si no se te van a caer es la única razón a la que parece que atiende.

Esto que voy a contar no sé si será de mal padre pero un par de veces para persuadirla buscamos juntos en Google Images fotos de gente sin dientes (Mira que feos, ¿a que no te quieres quedar como ellos?) Por cierto, que luego me pasé dos meses en los que cada vez que miraba un vídeo en Youtube el anuncio del principio era de dentífrico. Tardé un tiempo en conectar aquellas búsquedas con mi publicidad personalizada.

 


La muerte y el gluten

01/03/2016
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«Crucifixión», Giovanni di Paolo di Grazia (s. XV)

Recuerdo por conversaciones que se produjeron en mi empleo anterior que a mis compañeras irlandesas les producía un enorme desasosiego el hablarle a sus hijos -niños de unos ocho o diez años de edad- del sexo y de las cosas de la vida.

Como en ese sentido recibí una educación bastante liberal ni sufro este problema ni casi soy capaz de entenderlo como tal. En cambio, sí que me causa cierta desazón la perspectiva de descubrir a los niños no ya las cosas de la vida sino las de la muerte. También será verdad que hay una edad para cada cosa.

Se me está ocurriendo que educando a los hijos la sexualidad tiene una narrativa difícil para los creyentes y la muerte una más sencilla, mientras que para los ateos ocurre en cierto modo lo contrario. No creo que haya una respuesta a cuál es la mejor edad para hablarles a los niños de la muerte. Uno aprovecha su natural tendencia a la procrastinación. En la Galería Nacional y frente a la Crucifixión de Juan de Pablo de Gracia se me dio la siguiente conversación:

– Papá ,¿qué hace él?

– Parece que está durmiendo. [aprovechando la bidimensionalidad de la imagen]

– ¿Qué tiene en sus manos?

– Son pinchos, pegs como esas con las que tú juegas.

– Tiene sangre… se le va a salir el gluten.

Y a otra cosa, mariposa. Misión cumplida. Por cierto, que esto del gluten se le ha ido la gente de las manos. Y los niños, ya se sabe, lo que oyen en casa.


Tanta tierra como puedas recorrer en un día

29/02/2016
León Tólstoi

León Tólstoi, recomendado por James Joyce

Uno de mis modos preferidos de pasar las horas es en explorar librerías decidiéndo en qué libros no invertiré mi tiempo. Es curioso pensar cuánto podría leer de lo que no leo sumando esos ratos y aún así me parece una actividad indispensable para poder leer como se debe.

Una de las que más me gustan de Dublín, sita en Dawson st, aparece incluso citada en el Ulysses de Joyce. Hoy he echado allí un rato para acabar comprando un mero libro de pegatinas de dibujos animados para mi niña. Al menos me he llevado unas cuantas ideas, claro.

Había una mesa con unos libritos a un euro de una historia breve de León Tolstói: ¿Cuánta tierra necesita un hombre? ¡Opúsculos literarios a un euro! Y recomendado por Joyce, además. Leo que escribió una carta a su hija diciendo que era la mejor historia breve que el mundo había conocido. Ni con esas. El venerable autor murió hace más de cien años así que toda su obra está en el dominio público y, al menos, la traducción al inglés de Aylmer y Louise Maude que he encontrado en el Proyecto Gútemberg también. No les será difícil encontrar una versión en español. Ofrece una enseñanza que un refrán castellano resume en cinco palabras, pero vale la pena leer las dieciséis páginas, sobre todo si uno quiere leer a Tolstói y no se atreve con «Guerra y paz».

Lo he leído esta tarde en casa después de ver un documental sobre los vikingos. A mi hija ahora le fascinan los vikingos y habíamos estado esta tarde en el Museo de Arqueología. Allí hay muchas cosas escandinavas ya que fue este pueblo navegante y guerrero el que fundó la ciudad de Dublín. Luego en casa me ha pedido ver vídeos de vikingos «de verdad» (se ha aburrido de Vicky el Vikingo). En el documental que hemos visto hablan del asentamiento en Islandia y dicen que según la tradición de landnám un hombre podía tomar posesión de tanta tierra como pudiera recorrer en un día. Land se sabe que es tierra y nám será tomar como nehmen. Tras mi breve investigación posterior no me ha quedado claro que la colonización de Islandia se produjera por este mecanismo y de hecho sólo he encontrado algo parecido en un episodio de la historia de Pennsilvania, pero es curioso que fuera el mismo que utilizan los basquirios para enajenar tierras en la narración de Tolstói y que se me haya aparecido en dos actividades de consumo cultural consecutivas.


Museo de arte moderno de Dublín

24/02/2016
A la izquierda los narcisos y a la derecha el museo

A la izquierda los narcisos y a la derecha la entrada al museo

Ayer hizo un día muy bueno. Hacía meses que no veía el cielo raso y soleado. He salido de la oficina alrededor de las dos para acercarme a Kilmainham, adonde no me había aventurado desde diciembre. He ido más o menos por los mismos sitios que en aquel paseo anterior, sólo que esta vez al no ser lunes he querido entrar al museo de arte moderno.

Bonito casco el del dintel

Bonito casco el del dintel

Cuando viene en diciembre creo que podría haberse dicho que eran las dos de la tarde, mientras que en este día radiante eran más bien las dos del mediodía. Aviso para navegantes, la luminosidad de las fotos engaña. Dublín no es así. El color de los días es grisáceo y nublado y los días soleados vienen de higos a brevas, con la única ventaja de que si acaso se disfrutan más.

Reloj de sol

Reloj de sol

El museo de arte moderno se encuentra en lo que fue un hospital que para mí tiene una estructura como de cuartel. Hasta cierto punto me ha resultado más interesante la experiencia de pasear por el recinto y por el edificio histórico, antiguo hospital del siglo XVII, que la de ver nada de lo que contuviera.

Un rincón de Amberes

Un rincón de Amberes

La primera exposición en la que me he metido se llamaba algo así como «Fusilados al amanecer» y consistía en fotografías de lugares en los que soldados franceses, ingleses o belgas fueron fusilados por desertores o cobardes durante la Gran Guerra. Junto a cada fotografía estaba escrito el nombre del lugar, así como el del soldado o soldados ejecutados así como la fecha y hora del fusilamiento. Las fotografías, que se intentaron tomar a la misma hora del día en la que se produjo la ejecución no tienen mucho de especial si se descuenta la reflexión que intentan provocar. Una vez leí que el arte moderno consistía más en ese pensamiento o sensación que se deja en el observador que en el objeto artístico propiamente dicho.

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No es una tableta, sino un libro que ejerce de pantalla de proyección

Esa de la Primera Guerra Mundial no ha estado mal de todo. Me resulta fácil identificarme con los cobardes que exentos de patriotismo intentan escapar de las consecuencias de una guerra que luego se ha demostrado que era especialmente estúpida. La segunda que he visto era algo peor, ya del tipo tomadura de pelo absoluta.

Este vaso era una obra expuesta

Este vaso era una obra expuesta

Y eso que no he hecho fotos de las mayores tonterías, como unos auriculares conectados a una piedra. Al parecer era un monográfico de una tía que hacía un poco de todo. Desde vídeos de ocho minutos que he pasado de ver a pinturas (algunas de colores bonitos) y esculturas (si se puede llamar así a poner unas piedras encima de un folio).

Liebre de Barry Flanagan

Liebre de Barry Flanagan

Tras pasar un rato en la tienda he salido a darme una vuelta por los jardines. He descubierto que hay por aquí una de esas liebres que poblaron la ciudad en 2006 (arte que comenté al encontrarme una de ellas años después en Yereván).

Cosas

Cosas flexibles

Por los jardines había unas cuentas esculturas que como guipuzcoano llamaré chillidescas. Tampoco es que me parezca que sean arte en sentido estricto, pero al menos forjar el hierro requiere más pericia que poner un vaso encima de un papel.

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Unos costillares

He encontrado ña lápida del famoso caballo que enterraron con honores en el siglo XIX. En el museo de Collins Barracks tambien hay una exposición dedicada a otro caballo militar (de la guerra de Crimea) cuyo esqueleto encontraron en en el lugar. Llama la atención tanta veneración por los equinos en una ciudad que era la que a la vuelta del siglo tenía los peores suburbios del Reino Unido y donde la gente se moría de hambre y de cualquier cosa.

Esta línea norte-sur también es arte

La línea norte-sur y el obelisco de Wellington

Otra cosa curiosa que había en los jardines era una línea artística temporal de flores, señalando la dirección norte-sur cual meridiano breve.

Casita

Casita

Sin ser enormes ni tener nada demasiado especial, pocas cosas tan agradables como un día soleado y sin viento en unos jardines. Sé que leyéndolo desde otras latitudes no se apreciará en toda su intensidad, pero estamos hablando de un bien que aunque inmaterial es aquí muy escaso.

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El edificio del museo desde los jardines

Siguiendo las líneas geométricas de esta zona verde enclaustrada y por entre los primeros narcisos de la primavera he regresado a la oficina con más energía que antes y también con cierta pena.

Arte clásico y obelisco

Arte clásico y obelisco al fondo


Miscelánea de tesoros exóticos

16/02/2016
El museo

El museo

El sábado pasado fui al museo de Collins Barracks con la intención de volver a ver una exposición sobre soldados y militares irlandeses a lo largo de la Historia, en la que tuve el gusto de volver a encontrarme con unos cañones de la infausta armada que Felipe II lanzó contra Inglaterra en 1588. Mi otro propósito era acercarme a un depósito donde los objetos se apilan en estanterías por falta de espacio.

Marfil labrado en Japón

Marfil labrado en Japón

Embarcación metálica

Embarcación metálica

Entre las filas hay muy poca distancia y además la luz es tenue y se reflejan los cristales de las vitrinas, con lo que las imágenes que tomé con el teléfono son de poca calidad, pero sirvan como ejemplo para entender la variedad de tesoros de artesanía de todas las partes del mundo que se concentran descuidados y objeto de poca atención en este depósito que, por otra parte, está abierto al público.

Cosas chinas

Cosas chinas

Esmaltes de la China

Esmaltes de la China

He fotografiado los objetos que me parecían más exóticos, en general los de proveniencia oriental, pero hay también muchísima cristalería y trabajos del hierro, la madera y la cerámica hechos en Europa. De entre las cosas traídas del subcontinente indio me gustaron mucho unas figuras que parecían juguetes (camello, elefante, rinoceronte).

Camello

Camello

Elefante indio

Elefante indio

Emperadores mogoles

Emperadores mogoles

Personajes indios

Personajes indios

Personajes indios y vaca

Personajes indios y vaca

Del mundo islámico: la marroquinería y el azulejo. Había una vitrina entera con platos de cerámica hispano-morisca u me parece que las piezas que allí había son típicas de Mallorca.

Azulejos islámicos

Azulejos islámicos

Bajo el rubro «Chinese Chess Pieces» había unas piezas de ajedrez, variedad occidental, hechas en China. El español nos obliga a distinguir entre «piezas de ajedrez chino» y «piezas de ajedrez chinas». Esto el inglés no lo tiene.

Piezas de ajedrez hechas en China

Piezas de ajedrez hechas en China

Piezas de ajedrez occidental (China)

Piezas de ajedrez occidental (China)

De otras partes de Asia y ya que hace poco que hemos descubierto la diferencia entre palanquín y litera: un palanquín de juguete. No fui a ver el de verdad que hay en una de las salas.

Palanquín en miniatura

Palanquín en miniatura

Tres armaduras de samurai tomadas desde lejos a causa de la estrechez de los corredores. También hay una más elaborada en una de las salas de exposición. Junto a estas tres había una en el suelo que no sé si era de juguete o para un niño muy pequeño, apenas un bebé.

Armaduras de samurai

Armaduras de samurai

Chisquero español

Chisquero español

Por último una pieza española, parte del equipo necesario para hacer fuego en el siglo XVIII. El intrumental se contenía en una caja llamada yesquera, y en inglés tinderbox. Tinder es el nombre inglés de la yesca y hay una aplicación de nombre parecido para eso del ligoteo. Ya se sabe lo fácil que arde la yesca. Es como aquello de que el hombre es fuego y la mujer estopa y viene el diablo y sopla.

Es interesante la gran cantidad de pequeños objetos interesantes que se aplian en este depósito donde casi nadie acude a verlos (la enormidad de las exposiciones principales no contribuye a quere ver, además, esta miscelánea de tesoros).