Rusia contemporánea 1904
Estaba no con el clásico de Julián Juderías sino con un libro reciente sobre la leyenda negra cuando he descubierto que este autor trabajó en el consulado español que hubo en Odesa, ciudad interesantísima que ha tenido más de una vez su espacio en estas páginas, y que en 1904 escribió un libro sobre la Rusia de aquel momento, que se hallaba en plena guerra con los japoneses y en puertas de muchas cosas que los autores no podían ni imaginar. Esto me ha hecho dejar la leyenda negra hasta otro rato al quedar entretenido con el peculiar subgénero de los escritores españoles que tratan Rusia que también hemos tocado ya en varias ocasiones. Procedamos con nuestras notas sobre Rusia contemporánea.
En una época en la que nuestra cultura se encontraba en peor estado que en la actual parece que las más de las fuentes consultadas son francesas o alemanas como delatan las dobles efes finales (Kieff) y la profusión de uves dobles (Wolga). Creo que no se habían desarrollado aún normas de transliteración coherentes y que muchos elementos de la cultura rusa hoy ya naturalizados resultaban aún exóticos y así se habla de pops (popes), ikons (iconos) o del «aguardiente denominado wodka» (vodka).
Hay que estar atentos al contexto de 1904, antes de la Gran Guerra y la disolución de los imperios centrales en 1918, en especial el austrohúngaro y también a la pérdida de la Polonia rusa. Por ejemplo cuando se ofrecen datos demográficos:
En efecto , en el territorio donde precisamente había hace dos siglos 13 millones de almas, es decir, en el que se puede considerar como núcleo del Imperio, habitan hoy 65, aumento muy superior al que se ha verificado en Francia, en Austria y. en Inglaterra durante el mismo período, y en cuya virtud el país más atrasado de Europa, desde el punto de vista de la población en 1725, ocupa hoy el primer lugar, siguiéndole Alemania con 56 millones, Austria con 47, Inglaterra con 41 , Francia con 38 é Italia con 32.
(Aquí me llama la atención que un autor español no mencione la población de su país, que a la sazón sería de unos 20 millones en 1904. Esto refuerza mi opinión sobre el manejo de fuentes exclusivamente extranjeras, que eran las que había. Por desgracia esto debo inferirlo del texto y las notas a pie ya que no se ofrece una bibliografía detallada en el volumen).
También el contexto es anterior a la separación de Suecia-Noruega que habría de acaecer al año siguiente (1905):
El único país de Europa que se aproxima á Rusia, desde el punto de vista de la densidad de población, es Suecia y Noruega (9,4 por kilómetro), el único también que se encuentra en condiciones climatológicas semejantes á las suyas.
Este fragmento (p. 43) que compara las lenguas indoeuropeas y las uraloaltáicas (analíticas y aglutinativas respectivamente) no ha aguantado los embates de un siglo de sociolingüística y ha envejecido mal:
[…] idiomas analíticos, llegados al último grado de perfección lingüística; los otros hablan lenguas aglutinantes que, salvo alguna que otra excepción, se encuentran en estado de lamentable atraso; y mientras los unos representan el porvenir y el progreso, los otros no son más que restos dispersos de un pasado glorioso.
La unidad religiosa parece otorgar cierta superioridad en la escala civilizadora (p.53):
[…] habitan en el Imperio más de las cuatro quintas partes de los ortodoxos, el 75 por 100 de los hebreos, el 14 por 100 de los católicos, un 4 por 100 de los protestantes y un 5 por 100 de Ios musulmanes, ó en otros términos, que el 69 por 100 de la población rusa lo forman los ortodoxos, el 11 los musulmanes, el 9 los católicos, el 4 los hebreos, el 2 los protestantes, el 2 los ortodoxos viejos y un 0,50 por 100 los paganos. Rusia ocupa, por lo tanto, desde el punto de vista de la unidad religiosa, un lugar inferior al de todos los Estados de Europa, dándose en ella todas las religiones principales, desde las más elevadas hasta las más rudimentarias.
Si no estoy interpretando mal este «gracias a» (p. 65) algunos comentario que en 1904 podían hacerse como de pasada no serían demasiado aceptables hoy:
La esfera de influencia de los judíos es limitada en Rusia, gracias a las leyes que prohiben su establecimiento en la mayoría de las provincias.
Como ejemplo de lo difícil que es acertar con el futuro, este párrafo (p.81) escrito apenas tres lustros antes de la independencia de Polonia:
La cuestión polaca ha perdido hoy día la importancia excepcional que la caracterizaba hace años. Los polacos siguen distanciados de los rusos por sus ideales políticos, por sus creencias religiosas y por el concepto que les merecen sus dominadores; pero seguramente su protesta contra ellos no volverá á revestir los caracteres de las anteriores. La resurrección del antiguo reino de Polonia, ideal sustentado por la inmensa mayoría de los que se alzaron contra la soberanía de Rusia en otro tiempo, aparece á los ojos de polacos de hoy como un ensueño irrealizable.
En fin, que he pasado un rato entretenido leyendo un texto que puede servir más o menos de guía para entender someramente la Rusia prerrevolucionaria. Es una lástima que sea difícil comprender las magnitudes monetarias de la época o que no se hayan convertido las cantidades expresadas en pudos o verstas. En algunos momentos me ha pasado un poco lo mismo que me ocurre con los autores británicos que escriben sobre España, que dejan ver más de su forma de ser y pensar que de la del país objeto de sus textos. No demasiado recomendable para los interesados en Rusia, quizá algo más para quienes quieran conocer el estado de las ideas en la España de principios del XX.