Pizarro

31/12/2023

Portada

El último libro del año fue «Pizarro y la conquista del Imperio Inca», de Álber Vázquez. Creo que el título es bastante explicativo de lo que en él se trata. Es una de las muchas subtramas del proceso histórico por el que nuestra civilización ibérica cambió el mundo. Debería hablarse mucho más de estas gestas brutales,  de la colisión de aquellos mundos y de las cosas bellas y trágicas que engendraron. Es una lástima que las elites que pastorean España no tengan una visión geopolítica para el futuro del país para que la comprensión de estos materiales sería clave, así que seguiremos siendo secundarios de Hollywood.

Respecto a la historia novelada en sí, me propongo algún día aventarla para separar realidad de licencia literaria. Como siempre hay que sacar algún fallo a las cosas, me desagradó el uso en el diálogo de alguna que otra expresión que no existía en el siglo XVI, aunque comprendo que la importancia de la misión divulgadora lo justifique.

Escribo desde Irlanda en las últimas horas de 2023 tras un largo día de viaje por muchos medios después de cuatro semanas seguidas en España, cosa que no se me daba desde hace dieciocho años. Se me presenta un 2024 de muchos cambios, en principio positivios, e igualmente les deseo muchas cosas buenas a quienes estas líneas leen.


Amor, ceniza y barro de Max Buendía

20/12/2023

 

Conocimos hace ya algún tiempo a Max Buendía (2001-2023), que nos dejó demasiado joven a pesar de haber nacido demasiado viejo. Teniendo en cuenta los últimos sucesos en la poesía nos legó un importante poemario que ni rima. He postergado esta nota durante varios días y por empatía reproduzco el poema Procrastinación, que además es cortito y no tiene tabulaciones complejas ni de ningún tipo:

A día de hoy,

mi vida espera sola,

varada en la arena,

que alguien vaya

y la desentierre.

Mañana lo haré

Muy agradecido de haber compartido tiempo y ocurrencias tanto en prosa como en verso, esta vez en forma impresa pero siempre impresionante.


Cancelados

12/12/2023

La lectura del día ha sido un libro de este año 2023¨Cancelados: Dejar atrás lo woke por una izquierda más progresista» del turco Umut Özkirimli (en realidad Özkırımlı). Aunque parezca mentira, estos temas son muy recientes. De hecho en la lengua inglesa tanto la expresión woke en el sentido de concienciado como el uso del verbo cancelar para expresar la censura sobre opiniones o personas con las que se está en desacuerdo tienen apenas una década (los detalles en el libro) y obviamente en español es todo como un par de años posterior.

Nos encontramos por tanto ante una ola política, ideológica, social, cultural con origen en el mundo anglosajón que con cierto retraso temporal y adaptaciones va extendiéndose por Occidente. Para mi el libro tiene el problema de ser excesivamente gringocéntrico por lo que entiendo que quienes no sigan los medios anglos casi a diario, como es mi caso, lo encontrarán complicado de seguir. Curiosamente el autor reside en Barcelona, ojalá tuviera tiempo y mercado para una versión adaptada a esta parte del mundo.

La parte de dejar atrás esta cosa woke de las políticas identitarias posmodernas para que la izquierda sea más progresista me resulta bastante indiferente a estas alturas de la película. Nunca he visto más que el lado malo del identitarismo, hace ya muchas lunas que dejé de ser de izquierdas y me sonrío cada vez que me encuentro con la frase esa de que progresismo es a progreso lo que carterismo a cartera, pero en todo caso presto mis oídos con simpatía a cualesquiera propuestas que intenten intervenir en la realidad para aportar mayor bienestar a los miembros de la sociedad, entendidos como ciudadanos libres e iguales.

 


Amigos (Robin Dunbar)

10/12/2023

Friends

El libro que he encontrado hoy en casa de mis padres es este Amigos: El poder de nuestras relaciones más importantes de Robin Dunbar, del que ya había tenido noticia en forma de tuit, resumen, recensión o entrada de blog. Creo que el número de Dunbar es un concepto que ha alcanzado relativa fama.

No es un libro en el que a mi modo de ver uno aprenda gran cosa sino más bien uno va considerando lo que se plantea y encajándolo en las categorías de lo que resulta poco menos que obvio y lo que uno nunca se había planteado. El límite potencial de 150 amigos, las diferencias entre los sexos y los 7 pilares de la amistad están más o menos ahí.

Curiosa me ha parecido la regla de los treinta minutos:

En el estudio de los círculos sociales hay una ley no escrita que se conoce como regla de los treinta minutos: harás el esfuerzo de ir a ver a alguien, y lo considerarás importante para ti, si esa persona vive a menos de treinta minutos de tu casa. No importa que sean treinta minutos a pie, en bicicleta o en coche. Lo que cuenta es la importancia psicológica del tiempo que tardas en llegar. Por lo tanto, lo lógico sería que tendieras a llamar o a enviar mensajes a quienes viven a más de treinta minutos de ti para compensar el hecho de que no puedes ir a visitarlos en persona. Pero parece que no es así.

Poca broma con esto, que no conozco a nadie que viva a menos de treinta minutos de mí. La huida al agro mató mi vida social. Otra cosa interesante y que enlaza hasta cierto punto con el hecho de que el séptimo pilar de la amistad (y quizá el menos obvio) sean los gustos musicales similares es este dato de etnografía formosana:

En un interesante trabajo de investigación llevado a cabo en Taiwán, Steven Brown, Mark Stoneking y sus colaboradores sugirieron que la composición de música (sobre todo cantada) podía ser anterior al lenguaje. Taiwán tiene nueve poblaciones indígenas, cada una de las cuales posee su propio dialecto y sus propias tradiciones musicales. Al combinar esa información con datos sobre la genética de esas poblaciones, los investigadores observaron correlaciones significativas entre las tres variables. Pero la correlación era más estrecha entre la música y los genes, lo que indica que las diferencias musicales eran más antiguas que las lingüísticas.

El dato que más me ha sorprendido descubrir es que no todos los seres humanos experimentan el color por tricromatismo sino que los hay que lo perciben tetracromática e incluso pentacromáticamente, cosa que no había sabido cuando me aproximé a los conos.


La abolición del hombre

09/12/2023

The Abolition of Man (1943)

A pesar de estar pasando diciembre en latitudes más templadas que las de costumbre, el tiempo tampoco invita a demasiadas actividades al aire libre por lo que aparte del paseo matinal el resto del día es yantar, café, conversación, audiovisual y alguna lectura.

En el sofá me he encontrado este ensayo de C.S. Lewis el famoso escritor de ficción científica y mundos mágicos muy vinculado con la isla de Irlanda y, si no lo confundo del todo con Tolkien, de pensamiento conservador que me recuerda bastante al de Chesterton. Me ha impulsado a la lectura la coincidencia memorable de que hoy Ana Íris en su artículo de El País ha reproducido una cita memorable del autor: «Cuando uno esta al borde de un acantilado, lo más progresista es dar dos pasos para atrás».

«La abolición del hombre» me ha parecido un alegato favorable a la educación tradicional y contrario al relativismo moral que probablemente sea más necesario ahora que cuando se publicó si bien la exposición de las ideas y la selección de ejemplos no me resultan especialmente atractivas.


La juventud atracada

07/12/2023

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Entre ayer y hoy le he echado un vistazo a La juventud atracada, de la familia Conde (padre e hija) en el que se explica a un nivel bastante básico la injusticia generacional que los sistemas político-económico y mediático español se niegan a ver o consideran una parte natural de la vida del país.

Se tratan en especial las diferencias en el acceso al trabajo y la riqueza (en especial a la vivienda) y a la protección del sector público de diferentes cohortes y la relativamente mala situación  de la actual generación de jóvenes en comparación con las anteriores.

Tengo alguna diferencia con el autor principal en tanto que miembro también de la que en los EEUU llamaron generación X: Si él vio que en lo de ser muchos estaba nuestra fuerza yo sólo percibí en esa muchedumbre el riesgo de carencia. Del mismo modo que nos inscribíamos en un colegio público sin estar seguros de si obtendríamos plaza, numerus clausus para acceder a la universidad, no hay trabajo para casi ningún joven y cuando nos llega la hora de comprar casa, suben los precios porque llegamos todos a la vez.  Pero en conjunto, estoy de acuerdo en que los jóvenes lo tienen cada vez peor.

Se habla de la poca inversión pública en juventud, en niñez, en familia, del lastre que supone el excesivo gasto en la estafa piramidal del sistema de pensiones, de cuán malo es que además de que ya se invierte sobre todo en la vejez se añada el mal de que se hace recurriendo a la deuda. En este libro está escrito lo que nadie va a querer ver hasta que explote.

Si bien las condiciones materiales son esenciales para entender la realidad económica hay también una serie de factores que han quedado fuera de este análisis y que en mi opinión no están exentos de importancia. Existe una serie de ideologías posmodernas cuyo nihilismo con respecto a la continuidad de la vida y la nación contribuyen a hacer una existencia de baja calidad tolerable a los jóvenes: las que romantizan la falta de poder de consumo, las que equiparan las mascotas a los hijos, las que desprecian la producción de riqueza, las que consideran que las relaciones más humanas posibles son siempre una fuente de opresión y las que auguran un fin del mundo inminente.

 


Los libros del conquistador

21/09/2023

Los libros el Conquistador

El otro día estábamos viendo la miniserie de el Quijote que RTVE hizo a principios de los años noventa y le contaba yo a la heredera sobre los libros de caballerías, ya que don Quijote tiene continuamente en los labios al Amadís de Gaula, a Palmerín de Ingalaterra o el caballero del Febo. Se me ha ocurrido buscar bibliografía sobre las novelas caballerescas del siglo XVI y me he encontrado con Los libros del conquistador de Irving Leonard (1953) el título original de la edición estadounidense de 1949 era Books of the Brave.

Es un interesante volumen que trata el tráfico de libros hacia las Indias en el primer siglo de la Conquista. A través de una serie de documentos de inventario, legado o compraventa sea en la ciudad de México o en la de Lima, puede reconstruirse parcialmente qué libros llegaban, qué precio tenían y de ahí intuir qué importancia tendrían en el imaginario de los llegados para poblar los nuevos reinos de América, ya que esta literatura no sólo le arruinó los sesos a Alonso Quijano sino que influyó en el modo de ver el mundo, las expectativas y el proceder de ciertas generaciones de hombres de acción que salieron de España hacia el Nuevo Mundo.

Muy interesante el desarrollo de la cuestión logística, la carrera de Indias que los libros tenían que hacer para atravesar el océano y la no menos trivial labor de atravesar el itsmo de Panamá o el camino hasta el Perú. Es fascinante que el Quijote estuviera disponible en Cuzco en 1606 en el año siguiente a su publicación en la Península. La pizca de conocimiento que he adquirido es que en Las sergas de Esplandián, la novela de donde salió el nombre California, la palabra «sergas» (que significa «hazañas») debería haber sido en realidad «ergas», que me supongo que tendrá que ver con los trabajos que el hijo de Amadís hubo de pasar.

De las notas de un capítulo tomo esta lista cronológica de novelas de caballería que proviene de Henry Thomas, Spanish and Portuguese romances of chivalry; the revival of the romance of chivalry in the Spanish Peninsula, and its extension and influence abroad (1920) :

1508 Amadís de Gaula
1510 Sergas de Esplandián
1510 Florisando
1511 Palmerín de Oliva
1512 Primaleón de Grecia
1514 Lisuarte de Grecia
1516 Floriseo
1517 Arederique
1518 Clarián de Landanís
1519 Claribalte
1520 Leoneo de Ungría
1521 Lepolemo
1522 Clarimundo
1522 Clarián de Landanís II
1524 Clarián de Landanís III
1524 Reymundo de Brecia
1526 Lisuarte de Grecia II
1526 Polido
1528 Lidaman de Ganayle
1530 Amadís de Grecia
1530 Florindo
1531 Félix Magno
1532 Floramble de Lucea
1532 Florisel de Niquea
1533 Platir
1534 Lidamor de Escocia
1534 Lucidante de Tracia
1535 Rogerl de Grecia
15340 Valerian de Ungría
1542 Philesbian de Candaria
1544 (?) Palmerín de Inglaterra
1545 Cirongilio de Tracia
1545 Crisalián de Espana
1545 Florando de Inglaterra
1546 Silves de la Selva
1547 Belianís de Grecia II
1550 Floramante de Colonia
1551 Rogel de Greia II
1556 Felixmarte de Hircania
1562 Espejo de Príncipes
1463 Leandro el Bel
1564 Olivante de Laura
1576 Febo el Troyano
1579 Belianís de Grecia III
1581 Espejo de Príncipes II
1587 Duardo Segundo
1589 Espejo de Príncipes III
1602 Clarisol de Bretanha
1602 Policisne de Beocia


Salónica, la ciudad de los espíritus

09/09/2023

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Este sábado nos hemos entretenido con Salonica City of Ghosts: Christians, Muslims and Jews 1430-1950, de Mark Mazower, a quien ya le habíamos leído otro libro sobre los Balcanes. Salónica es la segunda ciudad de Grecia desde que fue incorporada al país tras las guerras balcánicas de 1912-1913 y tiene un interesante pasado multicultural tanto en lo lingüístico como lo religioso hasta la mitad del siglo XX.

Aunque sabía que los griegos de la actualidad (en realidad desde 1937) llaman a la ciudad Thessaloniki, que en español queda un tan antiguo como la carta de san Pablo a los tesalonicenses, nunca había reparado en lo básico, que es que Tesalónica significa «la victoria de Tesalia» (y es también el nombre de una hija de Filipo de Macedonia, hermana de Alejandro Magno).

Lo que quería leer más en detalle es la historia de los judíos de Salónica, ya que es harto curioso que en 1900 existiera en el Oriente europeo una ciudad entre mediana y grande en la que la lengua mayoritaria de la población fuera una variante del español. Me sorprendió descubrir que además de los 70.000 judíos sefardíes también había unos 10.000 musulmanes que lo hablaban. Además del triste destino de esta gente con la que compartimos idioma también me interesa mucho la conformación de la identidad nacional griega moderna frente a lo otomano, lo eslavo y lo demás. No es Salónica un destino por el que tenga pensado dejarme caer, pero después de hoy ya sé mucho más del lugar que de otros por los que sí he pasado.

 

 

 


Episodios Nacionales: Vergara

04/09/2023

«…y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.»

Continuamos con la tercera serie de los Episodios Nacionales, escrita por Pérez Galdós entre 1898 y 1900. La séptima novela de la serie es Vergara.  Es este el nombre de una localidad guipuzcoana que yo solía frecuentar pero hace muchos años que ya no.

Como la anterior emplea Galdós el género epistolar, aunque esta vez lo abandona por la mitad. En lo que iba leyendo me interrumpía para consultar las biografías que me iban pareciendo interesantes: Juan Zavala, Ros de Olano, Antonio Van Halen (que es distinto de Juan Van Halen, a quien leímos en otra ocasión) y José Antonio Muñagorri. También la de Lord John Hay, que me ha hecho gracia eso que dice el autor de que le llamaban Lorchón. Por el mapa sé que el fuerte que hay encima de Pasajes de San Juan lleva su nombre, aunque nunca he oído a nadie llamarlo así ni Lorchón ni nada parecido.

Gran ventaja el conocimiento geográfico de la patria chica para la ubicación espacial. Pequeña aparición de la lengua regional:

Silencio sepulcral. El Brigadier Iturbe, jefe de los guipuzcoanos, acudió a remediar con un pérfido expediente la desairada, angustiosa situación del Monarca. «Señor -le dijo-, es que no entienden el castellano». Y D. Carlos, tragando saliva, le ordenó que hiciera la pregunta en vascuence. Pero Iturbe, que era de los más comprometidos en la política marotista, formuló la pregunta con una alteración grave: ¿Paquia naidezute, mutillac? (¿Queréis la paz, muchachos?) Y con gran estruendo respondió toda la tropa: ¡Bai jauna! (Sí, señor.)

Creo que la mejor parte de este episodio nacional está casi el final y se concentra en los últimos capítulos. En el  penúltimo, el 37, aparece el famoso abrazo de Vergara:

Era este un extenso campo a la salida de la villa, entre el río Deva y el camino de Plasencia. Allí formó muy de mañana el ejército de Espartero, y ante él fue desfilando la división castellana, con su jefe el General Urbistondo. Maroto, que parecía resucitado, a juzgar por la repentina transformación de su continente, que recobró su gallardía, así como el rostro la expresión confiada y el color sano, ocupó su puesto; al punto apareció con su brillante Estado Mayor el Duque de la Victoria, y recorridas las líneas, cautivando a todos con su marcial apostura y la serenidad y contento que en su rostro se reflejaban, mandó a sus soldados armar bayonetas; igual orden dio Maroto a los suyos. Espartero, con aquella voz incomparable que poseía la virtud de encender en los corazones la bravura, el amor, el entusiasmo y un noble espíritu de disciplina, pronunció una corta arenga perfectamente oída de un lado a otro de la formación, y terminó con estas memorables palabras: Abrazaos, hijos míos, como yo abrazo al General de los que fueron contrarios nuestros. Juntáronse los dos caballos; los dos jinetes, inclinando el cuerpo uno contra otro, se enlazaron en cordial apretón de brazos. Maroto no fue de los dos el menos expresivo en la efusión de aquella concordia sublime. En las filas, de punta a punta, resonó un alarido, que parecía explosión de llanto. No eran palabras ya, sino un lamento, el ¡ay! del hijo pródigo al ser recibido en el paterno hogar, el ¡ay! de los hermanos que se encuentran y reconocen después de larga ausencia. Era un despertar a la vida, a la razón. La guerra parecía un sueño, una estúpida pesadilla.

Se había dispuesto que las divisiones vizcaínas y guipuzcoana entrasen en el campo del convenio después de comenzado el acto, para que la solemnidad de este y su ternura influyesen en el ánimo de los reacios, y el efecto correspondió a lo que Espartero y Urbistondo con tanta habilidad y conocimiento del humano corazón habían dispuesto. Las tropas guiadas por La Torre como las conducidas por Iturbe, se vieron envueltas en la inmensa atmósfera de fraternidad que ya se había formado. Los corazones respondieron con unánime sentimiento. No podía ser de otro modo. La idea de unidad, de nacional grandeza, de moral parentesco entre todas las razas de la Península, ganó súbitamente los entendimientos de castellanos y éuskaros, y ya no hubo allí más que abrazos, lágrimas de emoción, gritos de alegría, aclamaciones a Espartero, a la Constitución, a Isabel II, a Maroto, a la Religión y a la Libertad juntamente, que también estas dos matronas se dieron de pechugones en aquel solemne día.

Y en el último, el 38, aparecen los últimos pasos en territorio español del pretendiente:

La que aún se llamaba Corte, el fracasado Rey y los fieles que le seguían continuaban en Elizondo sin saber dónde meterse ni por qué resquicios escurrir el bulto. Incansable, corrió allá Espartero; D. Carlos oyó el galopar de su caballo, y acercose más a la frontera. Allí quemó el absolutismo su postrer cartucho. El batallón cántabro, último en la fidelidad, primero en el valor, defendió con estoica bravura las posiciones de Urdax contra las fuerzas triplicadas que allí mandó el Duque de la Victoria. Batiéndose con desesperación, mártires de la fe del deber, los cántabros pudieron decir a su expugnador: morituri te salutant. Una columna de cazadores y una sección de tiradores de la Princesa, mandados por Zabala, dominaron el terreno, dando por terminada la acción, y con ella la guerra del Norte. Antes de que sonaran los últimos tiros, montaron a caballo el Rey, la Reina y demás personas de la familia y servidumbre, y a todo correr emprendían la fuga sin parar hasta Francia. Había entrado Carlos seis años antes por el mismo boquete de la frontera, siendo recibido por Zumalacárregui; se retiraba escoltado por algunos números de su guardia, solo, triste, más abatido que desengañado, sin ninguna gloria personal. La corona de la dignidad con que supo sobrellevar su destierro fue la única que poseyó en su vida.

Este proyecto va despacio pero prosigue.


El sol sale de noche

03/09/2023

Ed. Progreso (Moscú 1970)

Un tema que de cuando en cuando aparece en estas notas es el de los españoles que anduvieron lejos y más concretamente por Rusia en diferentes épocas históricas. Por un casual nuestra vista se ha detenido ante El sol sale de noche: La presencia española en la Gran Guerra Patria del pueblo soviético contra el nazi-fascismo. Narrada por Eusebio Cimorra, Isidro R. Mendieta y Enrique Zafra. Edición publicada en la URSS en 1970 que incluye un artículo de la Pasionaria a modo de prólogo. No ha sido fácil encontrar una imagen del monumento a los espanoles caídos en 1943 en la aldea de Shubino (o Shubyne,  según Google Maps) en Crimea, pero aparece en la portada de una revista digital.

Dado que trata sobre la guerra es acertado el tono épico que oculta tanta verdad incómoda. Ya no se puede escribir así porque estos tiempos mejores en que se escribe peor no se pueden disfrazar de epopeya. En todo caso, hace falta tener en cuenta que además de ser un libro del género histórico o biográfico no deja de ser un libro de propaganda prosoviética (en lo internacional) y antifranquista (en lo específicamente español)  publicado en plena Guerra Fría. Como ejemplo de la prosa épica que ya no puede practicarse este párrafo elegíaco en memoria de Justo Rodríguez Suaña:

Ese día las jabalinas se partieron como astiles sedientos de banderas, y el valor se puso zapatillas de plomo en los estadios obreros, y la nieve de Peñalara le pidió -y le rindió- cuentas al Cáucaso, y las agujas de los pinos se clavaron en el pulmón de todas las sierras del mundo, y un “échale hilo a la cometa” de garbo y desgaire madrileños empezó a poner telegramas negros a los Estados Mayores de la primavera.

Obviando toda la exageración bélica y la propaganda, quise fijarme en los pequeños detalles cotidianos de la vida de aquellos  españoles tan lejos de su país. A la vista de la noticia que ha copado los medios durante la segunda mitad de agosto de 2023 y a través de este fragmento que ponemos a continuación se plantea uno lo que ha sido la izquierda española y lo que es:

La calle de Gorki, en el mismo centro de Moscú, fue durante varios años, desde mayo de 1939, lugar preferido de cita a la que nadie convocaba, de paseo fisgón al que nadie invitaba, para muchos españoles que vivían en la capital o en sus aledaños. Los españoles solían encontrarse allí las mañanas de los domingos y los atardeceres de casi todos los días únicamente en el trozo que iba -y que va- desde Ojotni Riad (hoy Avenida de Carlos Marx) hasta la Plaza de Pushkin. Había sitios, esquinas, rincones preferidos para detenerse a ver pasar las chicas, que despertaban en la atención celtíbera un caracoleo de piropos. No faltaba algún “ortodoxo” que pontificaba:

– Camarada, que estás en Moscú.

– Pues que retiren esos monumentos que pasean por las calles -contestaba cualquier donjuán incorregible.

La verdad es que las chicas moscovitas no hacían mucho caso de aquel ojeo murmurador de los españoles. Y lo más que, quizá, pensase alguna es que la leyenda de lo “temperamental” no era tal leyenda.

Por mi afición al ajedrez me interesó el dato de que hubiera soldados durmiendo en el escenario en el que Capablanca había ganado el torneo internacional de Moscú de 1936 y donde Kárpov y Kaspárov habrían de enfrentarse en 1984:

La 4ª Compañía no volvió la noche del 15 de octubre a su cuartel. La alojaron en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos. Su misión seguía siendo la misma. Habían dormido con el uniforme puesto y el macuto por almohada en la misma sala donde hacía muchos años tuvieron su cuartel destacamentos de la Guardia Roja moscovita.

Aquí un fragmento que como guipuzcoano y a la luz de lo acontecido durante las últimas décadas (incluso sin contar los últimos dos años) no me parece que resista especialmente bien el juicio de la Historia:

– ¿Usted es rusa?

– Soy ucraniana.

– Pues Ezequiel y yo somos vascos. Para que usted se entere, en nuestra lengua el País Vasco se llama Euzkadi. Porque es un país, como Ucrania. Y para que se entere mejor, los vascos somos todavía algo así como eran los ucranianos antes de la revolución. Yo le prometo, Valentina Vasílíevna, que pelearemos por Ucrania sabiendo que peleamos por toda la Unión Soviética, Y que al luchar por la Unión Soviética, lucharemos por España y por Euzkadí.

En total el libro es una serie de viñetas como las de Svetlana Alexievich pero ocultando todas las verdades incovenientes. No se percibe ninguna injusticia, ninguna carencia ni ningún error del sistema soviético. Una lástima porque hace que uno se cuestione cuán embellecidos no estarán unos relatos que uno quisiera que fueran estríctamente ciertos.