Vuelve la nieve

02/03/2024

Pequeña historia de ayer, viernes. En invierno, cuando salgo de casa para ir al trabajo es aún de noche. Me subo a la planta de arriba del autobús y como está iluminada como si fuera una discoteca, me suelo calar el gorro para que me cubra los ojos y así paso entre pensando y dormitando la hora que me separa del centro de Dublín. Ayer cuando salí todo era normal, pero cuando ha amanecido y he abierto los ojos para mirar por la ventana, estaba todo cubierto de nieve y me he visto envuelto por la confusión, como si me hubiera quedado dormido y se me hubiera pasado la parada despertándome después ya a la altura de Laponia.

Lo curiso es que no había ninguna previsión de nieve que se supiera. Sólo se esperaba lluvia. Creo que desde 2018 es la primera vez que nieva lo suficiente como para cubrir el suelo. En el trayecto a pie hasta la oficina me ha seguido cayendo bastante nieve por encima y luego ha sido un día un tanto excepcional en el que casi todo el mundo se ha ido al mediodía para evitar sufrir cancelaciones del transporte público. Yo en cambio me he quedado haciendo el horario normal o casi ya que según mis cálculos la cosa iba a mejorar hacia la tarde, como finalmente ha sucedido. En el autobús de vuelta me he puesto a jugar al ajedrez en el teléfono y unos veinteañeros me han preguntado si esa era mi puntuación real y se han puesto muy contentos de conocer a lo que ellos consideraban un jugador tan fuerte. Los chavales me han preguntado decenas de cosas y me emplazado a seguir contándoles más si me los encuentro por ahí. Si por estos lares la nieve ya le da a todo una apariencia surrealista esta curiosa llamada a las puertas de la fama no lo ha sido menos.


Mi revolución francesa

25/02/2024

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Mi ausencia de este espacio en los dos últimos meses se ha debido a que empecé un nuevo empleo en la ciudad. Y eso quiere decir que he vuelto a los tiempos oscuros de 2017-2019, los años en que me levantaba a las seis de la mañana para volver a casa doce o trece horas después, con pocas ganas de hablar y menos aún de bloguear. En conjunto no lo llevo tan mal como creía que lo llevaría, pero para rato haría yo esto si tuviera la plata que me permitiera dejarlo.

La curiosidad curiosa es que ahora trabajo para una empresa francesa en la que casi todo el mundo es dos cosas que yo no: joven y francés. Durante el proceso de selección las cuatro o cinco entrevistas se desarrollaron en la lengua de Molière y nadie me preguntó ni una sola vez qué tal nivel de inglés tenía. Supongo que se da por descontado, después de más de dos décadas en el mundo anglosajón. De las cuarenta y tantas personas que conforman la plantilla hay dos que no hablan francés. Casi toda la gente tiene menos de treinta años y sospecho que soy el segundo de más edad.

Y nada, que aparte de hacer el trabajo que me toca, y que más o menos conozco a pesar de las variaciones que se dan en cada compañía, ahora tengo que estudiar algo de francés para ponerme al dia, recordar vocabulario, aprender algunas expresiones del oficio y cosas así. Realmente eso es lo que me pareció curioso e interesante en lo personal de esta oferta, que aunque veo que seguramente no es el sitio ideal para mi, al menos me permite colarme en la parte profesional de ese mundo francófono por cuya periferia siempre he merodeado.

Sólo con estar inmerso en este ambiente he ido adquiriendo cierta competencia. En la primera semana me percaté de que farfouiller y magouiller no podían ser farfullar ni magullar. También mi jefa me sorprendió con un adjetivo para ciertas tareas «cronófagas» del que no entiendo por qué no lo hemos importado ya para el español. He encontrado varios canales de youtube que me gustan porque tratan diferencias culturales y porque los videos son breves. A ver si mejoro algo en la pronunciación: creo que lo que peor hago es pronunciar los sonidos vocálicos (que he descubierto que son dieciséis y los afronto con mi limitado repertorio de cinco) y acertar el género de ciertas palabras (pero mira, vivimos en tiempo de confusión de géneros).

Cuando tengamos algo más de tiempo, seguiremos informando.


Un dos caballos

11/10/2023

Citroën 2CV

Hace un par de años me llevé una pequeña alegría mientras daba un paseo. Nada especial, sólo que me encontré con un Citroën dos caballos, que era uno de los coches típicos de mi infancia. Leo que dejó de fabricarse en 1990. Nunca he dejado de sentir una simpática pareidolia cada vez que veo uno de estos vehículos franceses: el dos caballos, el Dyane 6, el Renault 4… no sé si es que en los ochenta se hacían coches con más aspecto de personaje de dibujos animados o si es una consecuencia de haberlos conocido durante la infancia.

Pocos meses antes había visto circulando por Salamanca un Seat 850 adaptado con alerones y decorado con pegatinas como si fuera un vehículo de competición. Me trajo bastantes recuerdos ese olor a gasolina de hace varias décadas. En Salamanca también, pero este ano, estuve viendo el museo de coches antiguos que hay en la ciudad. La exposición permanente es una joya, pero la temporal, que exhibía la evolución de los modelos de Renault me tocó la misma fibra infantil.

23.10.2022


Comida con el equipo

09/10/2023

Schnitzel

Ahora que nuestro equipo está siendo desmantelado estamos compartiendo algunas fotografías de los momentos que hemos pasado juntos a lo largo de todos estos años. En verano de 2019 abrieron un sitio cerca de la anterior oficina en el bajo de un edificio que, como el nuestro, estaba destinado a alquiler de espacios para empresas, aunque creo que en ese formato más moderno de alquilar a emprendedores e incluso por días y horas. Me dio tiempo a ir al menos tres veces que yo recuerde: a la despedida de una chica del departamento de impuestos que se llamaba Naomi, a la de una española del departamento jurídico con la que me llevaba muy bien y a este almuerzo del equipo.

Al final, es casi imposible que defraude nada que tenga el formato de hamburguesa con patatas fritas y ensalada. No sé qué tal le iría a este negocio a partir de los consabidos problemas que empezaron el año siguiente. En las pocas ocasiones en las que volví a aquella oficina ya no volvimos a ir, ni siquiera me fijé en si seguía abierto. Estaba buscando el nombre del restaurante y no logro encontrarlo así que puede que ya no esté.

Por los viejos tiempos.

14.08.2019


El torneo del milenio

30/09/2023

Juego de ajedrez soviético

Allá por el 2000 jugué un torneo de ajedrez en Irlanda. No recuerdo casi nada del mismo, pero este verano aparecieron las planillas dentro de un libro y sólo pude verlas un poco por encima pero como hago fotos a cualquier cosa ahora tengo las pruebas del delito en ese teléfono que sigo vaciando y hoy me he puesto a mirarlas un poco mejor.

Creo que era un torneo que se jugaba un sábado y un domingo. Las rondas eran 5 aunque no sé si 3+2 ó 2+3 ni tampoco recuerdo el ritmo de juego, que me imagino que 45 minutos o una hora a caída de bandera. Jugué tres partidas con blancas y dos con negras por lo que es casi seguro que las de blancas serían la primera, tercera y quinta. La única de la que recordaba algo era la quinta, que es la que perdí. También de la cuarta de negras, que es la que no se ha conservado, y en la que mi rival se dejó literalmente todo.

En la primera ronda jugué contra el Leningrado a base de 7.Ch3, que antes me gustaba y de la que ahora reniego según el sabio adagio del caballo por los rincones. Mi rival perpetra un 12…h5 que posicionalmente es como para que le quiten todos los puntos del carnet y luego, listo de mí, me dejo un trucazo de billar con un alfil haciéndome la carambola o brocheta por a4 en el que juraría que he caído alguna otra vez en la vida. Lo curioso es que el desastre negro es tal que a pesar de la calidad de menos la posición blanca es preferible. Tras una combinación fulera hay un instante fugaz en el que tengo la pareja de alfiles y él la dama pero no tiene forma de liberarla. Luego la lío un poco sin dejar de tener ventaja decisiva todo el tiempo. No recuerdo si esta partida concluyó donde acaba la planilla o si hubo más pimpón. Mucha gente estará de acuerdo en que las primeras rondas siempre se atragantan un poco.

En la segunda juego la Caro-Kann y me hacen 3.f3 de la que no tengo ni idea y de la que acabo de descubrir que, como otras líneas, lleva el nombre de Maroczy. Frívolamente juego 4…e5 y 5…exd4 y creo que tras la jugada 6 la posición negra pinta bastante mal. Por suerte cambia damas y para la 12 o por ahí el final ya está casi igualado y poco después con un truco ramplón le levanto la calidad. Tampoco sé si se jugó más de lo que quedó anotado. Mi impresión tras dos rondas supongo que sería bastante negativa por haberme dejado calidad en una por pura ceguera y por haberme librado en la otra de una apertura en la que no tenía ni idea y en la que me podían haber barrido. O sea, mal.

Lo que se jugó en la tercera partida creo que no se debe considerar India de Rey sino una variante del fiancheto contra el Volga. Como por aquellos tiempos no tenía preparado nada eficaz contra el famoso gambito, devolví el peón en b6, que suponía que sería menos teórica y tiene la ventaja de que le sacas al otro de lo que mejor sabe y la de que sólo te puede atacar por una columna en vez de por dos. Por ciertas rayas en la planilla en esta estoy muy seguro de que se jugó bastante más de lo que está apuntado. Si la notación es correcta se llegó a un final en el que tuve un peón de más pero que luego no fui capaz de ganar, lo cual no contribuiría a mejorar mi ya mermado amor propio. Tablas.

En la última ronda iba con tres y medio de cuatro y optaba a ganar el torneo si me cargaba al maestro internacional que era el número uno de la lista inicial. Jugué una porquería que hacía por entonces para evitar la Nimzoindia. El tipo se me hizo un erizo y no sólo no conseguí ninguna ventaja sino que me quedé en un final algo inferior que acabé perdiendo en el apuro de tiempo. La cosa anecdótica que recuerdo es que el rival me dijo después que mi 10.Tc1 le había parecido una jugada «muy continental», que nunca supe exactamente qué quiso decir con eso y yo le dije que no, que nada de continente y que sólo era mala (en realidad no es para tanto) y que había mezclado planes, que primero quería meter el alfil en b1 y que luego cambié de opinión.

Después de vistas estas partidas, creo que no son tan malísimas como parecían en lo poco que conservaba en mi memoria de las mismas y que aunque haya dejadas y fallos por no saber aperturas, el principal problema fue el mío de siempre de no saber manejar el tiempo. Creo que quedé tercero y tuve que ir a cobrar un cheque a un banco, pero no recuerdo de cuánto fue el premio, seguramente menos de cien libras. En el verano de 2002 fui a otro sitio de la periferia dublinesa a jugar un torneo de partidas no sé si de media hora en el que puede que también quedara empatado al tercer puesto. Allí conocí a un tipo que me ofreció que jugara en su club y aquella temporada jugué 5 partidas (creo que gané 3 e hice 2 tablas) y en 2003 se cierra mi efímera carrera en el ajedrez de esta isla.


La fiesta jaguayana

25/09/2023

Ahora que ya nos fuimos de aquella oficina me vienen a la memoria grandes momentos que en ella pasamos, como la fiesta que se llevó a cabo en mayo de 2019 con la mera intención de embriagarse y la excusa de que el comedor (que en espánglish llamamos cantina) iba a parecerse en algo a Hawái.

Hubo cerveza y algunos licores raros y con cierto vino malo y zumo de naranja se hizo una especie de sangría. Una chavala jovencilla acabó bastante castigada e incluso hubo un lío con el departamento de personal debido a que se unieron a la fiesta un par de excompañeras que habían salido de la empresa unas semanas atrás.

La mayoría de la gente que veo en las fotos ha partido ya. Me acuerdo de los nombres de algunos y de otros apenas de su nacionalidad o del equipo en el que estaban.

Al final estuvimos ahí cinco años. El primer año y medio esto estuvo interesante. Después golpeó la pandemia y la oficina estuvo cerrada. En ese periodo la gente se acostumbró a teletrabajar y cuando la oficina volvió a abrir prácticamente nadie quiso volver por mucho que se insistió en que era lo que se esperaba que hiciéramos. Al final nuestra empresa se fundió con otra mayor y nuestra oficina sobraba.

16.05.2019


La fiesta de Navidad de 2019

18/09/2023

La actuación

Me imagino que quedarán algunos, que como yo, cuando oyen hablar de «el siglo pasado» automáticamente piensan en el XIX. Con más razón me ocurre que si oigo hablar de los años veinte, mi mente se va  la década de 1920 (a la que se suele llamar en España «los felices veinte») y no se queda en la actual. Si en español hizo fortuna lo de la felicidad para hacer referencia a esta parte del periodo de entreguerras anterior a la crisis bursatil de 1929 y sus derivadas, en inglés se suele oír hablar sobre «The Roaring Twenties» y ese fue el tema de la cena de Navidad de la empresa que se hizo en 2019 y que fue la última. Según veo la fiesta se hizo el día 12 de diciembre, que era un jueves (esto de hacer la cena de Navidad a principios de diciembre es muy típico de las multinacionales en Irlanda ya que mucha gente se va a su casa en las fechas festivas propiamente dichas)

Nos llevaron a un sitio en el puerto de Dun Laoghaire donde bajo una carpa había mesas para las diferentes empresas que concurrían en tan magno evento. Además de la cena había música de ambiente y actuaciones que recordaban el ambiente glamuroso de los tiempos del Gran Gatsby. Estuvo bien, luego vino el covid y en 2020 ya no hubo fiesta y después cuando la situación sanitaria mejoró hubo cambios y recortes y tal y ya no volvió a haber fiesta de Navidad. Una lástima porque es la primera compañía en la que he trabajado en la que he ido a todas.


Resumen de 2022

01/01/2023
Aquí y pocas veces allí

En 2022 fui cuatro veces al país anaranjado

La última vez que hice este ejercicio comencé con una anécdota divertida. La de este año tiene que ver con lo arduo que resulta conocer incluso por encima la cantidad enorme de los elementos que contiene la cultura de un país. En verano caminábamos por una calle de Salamanca y la alemana me advirtió de la presencia de unos tipos sospechosos, vestidos con ropa extraña y cargados de chapas. Cuando por fin llegamos a la altura de los presuntos malhechores resultaron ser de la tuna de Medicina.

Y ahora sí. Balance del 2022. O año tercero y yo diría que último de la guerra del covid, virus y enfermedad de los que ni me acuerdo que existen. A principios de este se acabaron las restricciones y en mayo fuimos un día a la oficina a comer pizza con la gente a la que hacía tantos meses que no veíamos. Eso fue flor de un día ya que seguimos trabajando desde casa. Primer año también de la guerra de Ucrania, a la que entre febrero y hoy ya nos hemos acostumbrado y de la que no sabemos qué más deparará. En marzo habría dicho que había concluido la era que empezó en 1989 y que los libros de historia del futuro reflejarían que Occidente perdió dos décadas entre Afganistán e Iraq en las que no prestó la atención debida a Rusia y China. Nueve meses después ni sé si esto tiene sentido y bastante tengo con intentar llevar las riendas de mi vida como para empezar a imaginar cómo se juega con las del universo.

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Bolas

Mis principales novedades tienen que ver con el trabajo. Nuestra empresa se fusionó con otra de mayor tamaño y renombre y en el proceso de hacer realidad lo que está en los papeles andamos. Es de prever que sobre gente y que en un momento dado nos echen a varios, lo cual no estaría nada mal ya que esto no es EEUU y algún derecho tenemos a que se nos indemnice. Seguramente eso sería lo mejor para mí, aunque si se da el caso acabará resultandoestresante, ya que uno ha perdido la capacidad de venderse e interactuar en los mercados del trabajo.

Mis aficiones principales siguen siendo el ajedrez por Internet y la televisión y el Youtube. Mi objetivo para 2022 era llegar a un nivel de 2500 en bullet y blitz online y fracasé en ambas modalidades quedándome en 2471 y 2484.  El objetivo que tengo para 2023, mucho más modesto, es cambiar de aperturas e intentar jugar siempre 1.e4 con blancas y con negras 1…e5 contra esa y 1…Cf6 contra 1.d4. Otros objetivos son los de leer más y un viaje raro cuyo destino ya está elegido y del que daré cuenta en cuanto se produzca. También lo de leer más. La tele, quizá ver menos y que sea mejor. La mayoría de las cosas que veo me parecen bastante malas pero este 2022 me enganché con la serie danesa Borgen (de la que llevaba mucho tiempo oyendo hablar) y un concurso de telerrealidad de la BBC que se llamó The Traitors. Aquí quisiera mencionar las innumerables horas que he pasado escuchando conferencias de la Fundación March y de Raíces de Europa, además de con los divulgadores Fernando Díaz Villanueva, Joaquín Rivera Chamorro, Kira Sensei, Fabián C. Barrio, UTBH y otras personas admirables con canal en Youtube. Ciértamente es un privilegio el poder disfrutar mientras uno trabaja de contenidos audiovisuales o al menos sonoros.

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En algún momento volveremos a viajar

Por fortuna hemos podido ir varias veces a España, cosa que cada vez me da más pereza pero que cada vez me gusta más. No me gusta ir, pero me gusta estar. El otro día regresé tras nueve horas de desplazamiento y seis medios de transporte. El único viaje de descubrimiento fue el que hicimos a Fuerteventura en febrero y sobre el que hice varias entradas. No es que tuviera mucho que contar pero en algún lado hay que poner las fotos.

En 2022 hemos blogueado menos y con menos interés. Hay 72 entradas, de las cuales 44 fueron en el primer trimestre del año. No creo que nunca abandone esto del todo: no tengo ninguna importancia que darme, pero o empiezan a ocurrirme o a ocurrírseme más cosas o no veo cómo remontar…

Guitarra parecida

Guitarra aparcada

En 2022 recibimos 38.105 visitas. Veníamos de 76.334 en 2020 y 52,228 en 2021 y casi alcanzamos el récord negativo de 36.765 de 2010, con la diferencia de que entonces íbamos hacia arriba. Me gusta pensar que esto no me influye nada o casi nada en el ánimo de escribir, pero realmente ni lo sé. Creo que hubo una edad dorada del blogueo, luego vinieron las redes sociales, después el guasap y que últimamente es la temporada de los vídeos breves. Haga lo que haga sé que a esos otros formatos no me voy a pasar.

Por esta vez no voy a recomendar ningún contenido de la cosecha anual, pero aquí quedan los resúmenes de otras añadas.

Resúmenes de años anteriores:

Sin más que añadir les deseo a todos un feliz 2023 y ya iremos viendo.


Mis interacciones con la monarquía británica

08/09/2022

Hoy puede ser el día menos adecuado para recordar que, en 2011, cuando la reina de Inglaterra vino a Dublín, la policía no me dejó entrar a casa por la puerta habitual debido a que tenían a SM visitando el centro de convenciones de la manzana de al lado. Debe de haber más de cien metros y eso fue lo más cerca que he llegado a estar de un representante de tan augusta institución, sin contar su imagen en algún penique que haya tenido en el bolsillo o algún sello de correos que me haya tocado chupar.

Desde aquellos tiempos hasta hoy nos hemos ido separando del país vecino. Todavía fuimos a Escocia aquel año y a Gales en 2013 y cuando empecé en mi empleo actual me tocó ir dos veces a Londres en 2015, pero en 2016 llegó el bréxit y todo ha ido pareciendo más complicado, aunque en realidad de un modo secundario puesto que pesan más las circunstancias de la vida. Supongo que volveremos pero no sé cuánto tardaremos en volver.

Por otra parte he ido cambiando de opinión con respecto a esto de la monarquía, que a mi yo de antaño le parecía algo tan estrambótico y ajeno. Ahora me parece una forma de la jefatura de estado bastante razonable sobre todo si ya está establecida y quienes propugnan las alternativas son tus adversarios.


Tallin 2002

30/06/2022

Esta parte del mundo

Antes de que se me acabe de junio voy a dejar escrito que se han cumplido veinte años de aquella vez que fui a pasar cuatro días a Helsinki, el tercero de los cuales acabó siendo ser una excursión en la que atravesamos en barco el golfo de Finlandia para pasar el día en Tallin, capital de Estonia y regresar por la noche. No recuerdo cuánto tardaba el barco en llegar, creo que el billete de ida y vuelta me costó unos sesenta euros, que me pareció caro pero quizá no lo fuera tanto ya que tuve que ir a más de una taquilla, de diferentes compañías, y al parecer no era tan sencillo conseguir billete de un día para otro y la tarifa dependía precisamente de eso.

Pikk tänav – Calle larga

En el barco de ida ya había gente bebiendo desde primera hora de la mañana. Cosas de las gentes del norte. El caso es que salí de la Unión Europea y me aparecí en Tallin con buen tiempo. Estaba en medio de una soledad soleada de asfalto pero desde el puerto se podía llegar al centro histórico de la ciudad a pie. Lo primero con lo que me encontré por la zona portuaria y antes de llegar a las murallas fue un acto de confraternización parecido a un pícnic de algún tipo de iglesia rusa. Recuerdo que sobre todo las chicas iban muy elegantes y todos llevaban una tarjetita con su nombre.

Rincón pintoresco

Entré por una calle cuyo nombre, Pikk, ahora sé que quiere decir calle larga. Como mi día estuvo dedicado al callejeo no recuerdo ninguna visita a nada en especial. Sí que vi unos tenderetes en el lado interior de la muralla (Müürivahe tänav) y que por allí salí y en el escaparate de una inmobiliaria pude comprobar que en Estonia existían apartamentos, vaya usted a saber dónde, por lo que al cambio eran dieciocho mil euros. Recuerdo que paré a comer en un restaurante que estaba bien sin ser caro y en el que un gringo le preguntó a la camarera cuál era el nombre de la divisa estonia. Al menos eso yo sí lo sabía En cambio me pareció indignante que esta camarera hablara inglés mejor que yo, que ya llevaba casi tres años viviendo en Irlanda.

´Cúpulas de la catedral ortodoxa de Alexander Nevsky

Llegué a un mirador donde se alcanzaba a ver una buena sección de la parte vieja de la ciudad. Allí un tipo que intentaba vender cedés me estuvo contando cómo de importante es la música en la cultura estonia. En parte como en todas, pero ellos tienen su especie de sambódromo para concursos de canción y festivales corales y, por supuesto, estas manifestaciones de lo dionisíaco habían tenido su relevante papel en la formación del nacionalismo y en la actividad política que dio lugar a la independencia. Según veo este mirador está en un lugar llamado Kohtuotsa, nombre que tiene algo que ver con juzgados. Hay muchos consulados por allí. Acabo de ver el de España en Street View y da bastante miedo.

Veinte años menos

Otro de los lugares a los que me asomé fue la catedral ortodoxa de Alejandro Nevski, personaje principesco del siglo XIII, antecesor de los zares (zar es un título posterior). En la historia del mundo rusófono sería algo así como lo que para nosotros son los reyes de León. Y además santo, como Fernando III. En mi ignorancia de la liturgia y el arte de las iglesias orientales me pareció todo reluciente, desconcertante, hermoso e incomprensible, así que le tiré una foto a las cúpulas.

Callejuela estrecha de Tallín

Por lo que he visto hoy en día las fachadas están bastante mejor pintadas que por aquel entonces. También me parece que tanto la capital como el país han prosperado mucho. De hecho, en 2021 superaron a España en PIB per cápita ajustado por poder adquisitivo. Compruebo que hay en Tallin bastantes más negocios para los turistas que en 2002, dónde en cuanto me alejaba un poco de las calles principales del centro histórico me metía en pleno siglo XIX.

Escenario callejero

Cerca de la calle ancha (Lai tänav) que es paralela a la larga, en un lugar llamado Aida, que no sé si quiere decir algo o es por la ópera de Verdi, había una especie de escenario de teatro que me sorprendió mucho y favorablemente, dentro del aspecto un tanto desmejorado pero mejorando que tenía casi todo.

Las últimas horas las pasé en una especie de mercado medieval que había en la plaza mayor de la población y donde compré un marcapáginas de cuero y una cuchara y un tenedor de madera que seguramente anden aún en algún lugar en casa de mis padres. Antes de volver al puerto me paré junto a la muralla en el monumento al desastre del Estonia, que no se refiere al país sino eal barco hundido en 1994, naufragio que me parece que ha dejado poco en la memoria colectiva europea, aunque es de esperar que en Suecia y Estonia se recuerde mucho más. Curiosamente aquel mismo 2002 había visto el memorial que conmemora el mismo evento en Estocolmo. Por allí fuera de las murallas había unos adolescentes fumando y haciendo cosas de adolescentes y así salí de la Tallin medieval, conocida como Reval antes de la edad de los nacionalismos.

Plaza del ayuntamiento de Tallin

Me volví para el barco y allí me di cuenta de que debía de ser el único pasajero que no volvía a Finlandia con cajas de cervezas y licores. Como una parte importante de los retornados había dedicado el día al bebercio parecía que más que un barco regresaba una discoteca. Aunque tarde, Todavía era de día cuando llegué a Helsinki. La amiga de Gutiérrez me había dado su dirección para que me pasara tras volver de mi excursión porque iban a estar allí tomando algo. Me parece que no fui capaz de entender el telefonillo de su portal y me volví al albergue. Creo que tampoco volví a volver a Gutiérrez en Dublín. Años después supe por un amigo común que él y la finlandesa se habían dejado.

Calles de Tallín

Unas semanas antes de mi llegada se había celebrado en Tallin el festival de Eurovisión. Creo que fue el año en que al menos en España y  a causa de los concursos de talentos empezó a recuperar popularidad tras décadas de declive. Así que cuando le contaba a la gente que había estado en esta ciudad, me solían comentar lo del Eurovisión. Hoy día Estonia está en la OTAN, en la UE y en la Eurozona, me imagino que hay vuelos baratos al país desde todas partes sin tener que llegar en barco y el que no va, es porque no quiere o no tiene interés. Han superado el sovietismo, han progresado bien y la etapa optimista no ha concluido hasta este periodo 2020-2022 marcado por el covid y por la invasión de Ucrania. Veremos qué resulta de esta incertidumbre.