Ríos de África numerados por los portugueses

12/12/2021

Mapa de la adaptación en cómic (de Elena Miralles y Emilio Ruiz)

Tras leer el mes pasado En busca del unicornio me quedó pendiente comprobar un detalle que puede observarse en el excelente mapa ilustrado que encabeza estas líneas. Narra Eslava Galán que los portugueses de la expedición de Bartolomé Díaz no estaban autorizados a poner nombre a los ríos que iban encontrando ya que era esta una prerrogativa real y por tanto en vez de bautizarlos los numeraban provisionalmente hasta que el monarca luso les asignara un nombre definitivo. Me encajaba hasta cierto punto con el dato bien conocido de que el cabo de Buena Esperanza se llamó primero cabo de las Tormentas y que fue el rey de Portugal quien le cambió el nombre pero, por otra parte, nunca había oído nada de estos ríos cardinales así que he tenido interés por saber si había verdad histórica o era todo licencia literaria o una mezcla de ambas.

Hace unos años surgió una conversación con una compañera de trabajo brasileña que creía que Días y Vasco da Gama habían llegado a la India. Yo le dije que Días fue el primero en doblar el Cabo pero que no había ido mucho más lejos y por curiosidad busqué luego hasta dónde exactamente. Recuerdo que leí que era el Great Fish River y se me quedó pendiente mirar cómo habían llamado los portugueses a las cosas. Después he visto que no se sabe a ciencia cierta cuál fue el río al que llamaron río Infante y que hay varios candidatos además del río Grande del Pescado estarían el Kowie, el Keiskamma, y el Olifantes) pero al menos me queda claro que los lusitanos sí que nombraban los cursos de agua y otros accidentes geográficos según les iba pareciendo aunque esto no haya servido para identificar los lugares con precisión posteriormente. En un artículo antiguo encuentro que al que hoy es río Mthathe lo llamaron río de santo Tomé y al río Tugela, río de santa Lucía, aunque esos están más al este de donde hoy en día se considera que llegó la expedición.

Uno de los días más bonitos de la semana que pasé en Ciudad del Cabo fue el de la excursión a la península del Cabo propiamente dicha, que está a unos 40 km de la ciudad. Hicimos una especie de pícnic cerca del lugar donde la expedición de Días erigió uno de esos cruceros que se llaman padrones, aunque el que allí se encuentra en la actualidad sea una réplica conmemorativa. Recomiendo la lectura de esta entrada relativamente antigua de un blog con más fotografías, mapas, datos y conjeturas de las que yo puedo asimilar. Ahí me he enterado, todo este tiempo después que el cabo Agulhas, el cabo de las Agujas, no lleva su nombre por ninguna formación geológica sino por el comportamiento de las agujas de las brújulas en la zona.


La bandera de la embajada de Lesoto

21/11/2021

Antes que nada voy a recomendar un canal de Youtube para aquellos interesados por el arte de Clío que sepan defenderse en la lengua de Shakespeare: History Matters  El nombre no es un juego de palabras especialmente original, pero el formato y la capacidad de síntesis con la que de resumen historias usando esos dibujos animados tan graciosos sí que me lo parece. Esta semana salió un vídeo explicando por qué existe Lesoto, ese país incrustado ahí como un quiste en medio de Suráfrica.

Unos días antes del vídeo me había enterado de que la embajada de Lesoto en Dublín había cambiado de dirección. Recuerdo que estaba en la zona de Grand Canal, en una calle muy poco transitada por la que yo solía pasear. Para mí sigue siendo un misterio cómo un país tan pequeño y pobre tiene embajada en otro país bastante pequeño. Descubrimos su ubicación porque me preguntó la mujer cuál era la bandera se veía en un mástil y yo lo sabía y ahora me sorprende haberla reconocido y no sé cómo ya que al parecer la bandera es esa desde 2006 y no antes, por lo que no sé a qué material habría yo accedido en tiempos recientes.

La bandera de Lesoto con el sombrero de paja

Ya puestos me he metido a averiguar qué es la silueta que aparece en medio de la franja central porque aunque no sé apenas nada del país mis candidatas principales eran traje de flamenca, rallador de queso y pipa arábiga de fumar, que no parecen encajar demasiado con la idiosincrasia lesotense. Descubro que se trata de un sombrero de paja típico llamado mokorotlo que puede ser que imite la forma del monte Qiloane, cercano a la capital, Maseru. La verdad es no se parece demasiado a este monte pero por otro lado si no se es demasiado exigente también se puede decir que todo sombrero se parece a algún monte. Como todas las cosas del folklore simbólico neonativista el morokotlo, que es de principios del siglo XX, lleva menos tiempo en la región que los blancos colonizadores. Además, cuando en Lesoto alcancen nuestro elevado nivel de desarrollo ideológico tendrá su ración de gender issues ya que en un principio sólo podían usarlo varones

Cuando estuve en Suráfrica llevaba una guía de viaje que cubría Lesoto. Leí esa parte superficialmente dado que no tenía intención de acercarme al pequeño país. No me acuerdo nada y lo que sé hoy es porque acabo de ver de nuevo el vídeo de History Matters, pero de la lectura de aquella guía se me quedó grabada una frase mnemotécnica que construí y que decía que «Lesoto es el país de los basoto, que hablan la lengua sesoto». Esa frase lleva veinte años conmigo. El etnónimo de los basoto ayuda a conectar con Basutolandia, que era el nombre del país de antes de la independencia. Como sugiere el nombre Basutolandia, basoto se pronuncia por allí /basutu/ o algo así. Como suele pasar con las fronteras, las nacionales no se corresponden con las lingüísticas (ni con las religiosas, tribales etc) y hay más hablantes de sesoto en Suráfrica que en Lesoto.


En busca del unicornio

20/11/2021

Premio Planeta 1987

Alguna vez he dicho que me gusta mucho el estilo de Eslava Galán, de quien hemos comentado varios libros y en cambio hasta hoy no nos habíamos acercado a su novela más famosa. En busca del unicornio, que recibió el Premio Planeta de 1987, se puede leer en una sola tarde y seguramente no se pueda dejar de leer en una sentada. Comienza en el reinado de Enrique IV y narra las peripecias de unos aventureros castellanos a los que se encomienda hallar en el África el cuerno de este violento animal que sólo parece amansarse en presencia de una virgen. Que la virgen de la expedición deje de serlo es sólo el primero de los muchos obstáculos a los que el protagonista y sus acompañantes habrán de enfrentarse.

Se me ha ocurrido que como novela africana en la que la presencia de la alteridad es una constante es mucho mejor para leer que la de Conrad. Me recuerda algo al León el Africano de Malouf. Sin duda la sensación de maravillarse por el descubrimiento de cosas novedosas es uno de los grandes elementos en la novela de aventuras. También está la parte histórica, ya que se ambienta en un par de décadas seguramente mucho más críticas en la historia de España que otras dos cualesquiera escogidas al azar.

Hay algo que me interesa y agrada mucho, que es el lenguaje arcaizante. Tengo la sensación de que por mucho que uno sepa de la historia del idioma es casi imposible escribir como se hacía hace cinco siglos y que siempre tiene que haber varias construcciones gramaticales y términos anacrónicos que se le escapen. He intentado ver si había algún artículo académico respecto de esta novela y aunque he encontrado varias cosas interesantes (12 ,3) y también el mapa, me falta aún una especie de glosario crítico.

Una coincidencia curiosa: La semana pasada encontré por casualidad la palabra alfaqueque, que tuve que buscar en el diccionario y que pensé que nunca más volvería a ver. Aparece en esta novela. La novela, por cierto, es de esas que es posible que vuelva a leer dentro de unos años a ver si le saco más cosas.

Mapa de la adaptación en cómic (de Elena Miralles y Emilio Ruiz)


Las minas del rey Salomón

28/06/2020

Debería buscarlos de segunda mano

Este fin de semana me ha dado por leer en inglés King Solomon’s Mines. Las minas del rey Salomón  uno de aquellos libros que leí en español hace más de treinta años en la misma colección juvenil que El mundo perdido y algún otro. A diferencia del de Conan Doyle de este no me quedó demasiado en la memoria. De otro modo no me habría sorprendido la notable presencia de portugueses en Suráfrica y quizá habría recordado alguna de las palabras en afrikaans que, como kraal o biltong, aprendí o volvi a aprender años después. El subgénero de aventuras en mundos perdidos es uno de los que más interés pueden despertar por la lectura en niños y adolescentes.

Durante la lectura me ha resultado imposible abstraerme de las guerras culturales en curso. Ya en el capítulo 1 aparece la famosa palabra que empieza con ene y que nadie que no lo sea puede escribir ni pronunciar según reciente convención neopuritana en el mundo anglófono, así que supongo que el hecho de que el autor la use para decir que no va a usarla tampoco lo libra.

Obviamente el contexto es el del imperialismo británico en el mundo colonial de 1885, el año del Congreso de Berlín. Esto del trasfondo no sé si vale mucho la pena explicárselo a los que se indignan por que Cristobal Colón no fuera vegano, ni feminista, ni respetuoso con la Convención de Ginebra. A mí, sin ser especialmente anglófilo, me resulta una literatura fascinante que además me encanta. Luego puedo reflexionar sobre las miserias de aquel mundo tanto desde un punto de vista moderno como desde el tradicional de la civilización hispánica, también extendida militarmente pero que al menos conseguía paliar la distancia cultural al cabo del tiempo mediante un mestizaje que para los ingleses decimonónicos era abominación.

Say to my lord, Bougwan, that—I love him, and that I am glad to die because I know that he cannot cumber his life with such as I am, for the sun may not mate with the darkness, nor the white with the black.

The poor creature was no ordinary native girl, but a person of great, I had almost said stately, beauty, and of considerable refinement of mind. But no amount of beauty or refinement could have made an entanglement between Good and herself a desirable occurrence; for, as she herself put it, «Can the sun mate with the darkness, or the white with the black?»

Incidiendo en el punto de vista hispánico con el que aprendí a ver las cosas y desde el que considero las que veo en la esfera de influencia anglosajona en la que resido (este es un tema central en las notas que aquí voy dejando) me sorprende que un personaje que se gana la vida como cazador de elefantes en África ponga como término de comparación con una masacre no ya a las luchas de gladiadores (hasta ahí bien) sino a la tauromaquia:

And so the deadly game went on, till about a hundred bodies were stretched in rows behind us. I have heard of the gladiatorial shows of the Cæsars, and of the Spanish bull-fights, but I take the liberty of doubting if either of them could be half so horrible as this Kukuana witch-hunt. Gladiatorial shows and Spanish bull-fights at any rate contributed to the public amusement, which certainly was not the case here. The most confirmed sensation-monger would fight shy of sensation if he knew that it was well on the cards that he would, in his own proper person, be the subject of the next «event.»

Una novela para disfrutar sin pensar demasiado. Hay además varias versiones cinematográficas y creo que ninguna le hace justicia. La de 2004 que he estado mirando sin demasiada atención tras acabar la lectura mete a una moza muy atractiva (no puedo demostrar si por inclusividad o por agregar tensión sexual a la trama, aunque tampoco tengo dudas) y pone de malos a unos rusos, que también es un tema jolibudiense clásico (por cierto, que van vestidos como comisarios políticos bolcheviques de cuatro décadas después) y así se evitan poner de malos a los negros que estaban allí en África a sus cosas. Bastante floja, y por si fuera poco 3 horas.


El corazón en las tinieblas

08/04/2019

Heart of Darkness

El corazón en las tinieblas de Conrad era un libro que tenía que leer algún día porque conectaba varias lecturas anteriores separadas entre sí. Por ejemplo El sueño del celta que protagoniza el irlandés Roger Casement a quien Conrad conoció, King Leopold’s Ghost de Adam Hochschild que pone todo el contexto a lo que fue el Congo belga desde mediados del XIX hasta principios del XX. Llevo años admirando la  capacidad de escribir una novela en lengua no nativa de Korzeniowski (o Nabokov) y he intentado sin éxito encontrar una figura similar en el mundo de habla hispana. Por establecer conexiones, incluso Vassili Grossman nació en Berdichev (Ucrania) y Chinua Achebe criticó este libro colonialista.

El fisgoneo sobre la calidad objetiva del inglés que hablaba y escribía Conrad me ha llevado a The Multilingualism of Joseph Conrad  (Alicia Pousada) y de ahí al libro The Polish Heritage of Joseph Conrad (Gustav Morf). En Puerto Rico y en Suiza entienden de estas cosas.

Hay en cambio un intento de llevar armas a los de don Carlos durante la última carlistada del que parece que no se sabe demasiado.

No vale mucho la pena que los legos hablemos de los clásicos ya que poco podemos añadir que no haya sido dicho ya. A mí esta lectura no me ha gustado como novela. Sí en cambio como punto de reflexión. Un fragmento que me ha gustado y que contrapone micro y macro:

The conquest of the earth, which mostly means the taking it away from those who have a different complexion or slightly flatter noses than ourselves, is not a pretty thing when you look into it too much. What redeems it is the idea only. An idea at the back of it; not a sentimental pretence but an idea; and an unselfish belief in the idea — something you can set up, and bow down before, and offer a sacrifice to. . .

Me consta que el powerpoint está desacreditado como herramienta pedagógica, pero esta presentación me pareció bien y también quise dejar un mapa del terreno recorrido por Marlow:

Achebe tenía algo de razón y he vuelto a invisibilizar a los africanos para hablar de cosas de blancos.


Leopoldo II y el Congo

15/07/2018

Portada

Tengo una pila de libros pendientes. El siguiente que tocaba era el último de Pinker sobre la Ilustración, pero tras leer a Hans Rosling me ha parecido conveniente no abundar en el optimismo racional y he preferido inmiscuirme de nuevo en los abismos duros de la experiencia humana. La mujer me suele preguntar por mi querencia hacia estos asuntos a lo que no sé responder con eficacia, pero sirve al menos para apreciar lo que tenemos y para no olvidar que cuando las cosas se pongan malas, debajo de estos trajes y estos bienes de consumo y esta civilización aparente lo que quedará será eso.

Además, aunque todas estas cosas sean ciertas es posible incluso que los optimismas tenga razón. En su libro póstumo Hans Rosling escribía que de pequeño cayó en una zanja y podía haber muerto y que eso pasa hoy en los países que él no quiere llamar en vías de desarrollo. Más o menos esto le ocurrió al hijo y heredero de Leopoldo II. Quizá nos veamos abocados a leer de guerras y masacres antiguas porque por fortuna hoy ya no hay tantas.

King Leopold’s Ghost se publicó en 1998 pero según compruebo la que acabo de leer es una segunda edición corregida de 2008. Veo que se ha traducido al español y al portugués utilizando la palabra «fantasma» en el título. Ghost es una palabra algo más amplia en significado que el que solemos dar a fantasma, llegando a veces a ser sinónimo de espíritu. Seguramente yo habría escogido espectro, como veo que se ha hecho en italiano.

Dado el nivel bajo de conocimiento del África negra del que partía he aprendido bastates cosas. Más allá de los temas principales de los libros siempre me gustan pequeños datos. Por ejemplo, hasta este libro no había tenido constancia de la existencia de una efímera Somalia rusa (1889), de la tradición entre los reyes de Kongo de darse nombres ibéricos iniciada por Alfonso I en el siglo XVI o de los orígenes africanos del cubismo descubiertos por Picasso y otros en 1907 en una exposición parisina en la que pudieron ver arte de los grupos Pende y Songye. Sendas búsquedas en Google Images me hace sospechar que pueda haber bastante de cierto en que esta sea una influencia importante en el arte moderno de principios del siglo XX. Metiéndonos de lleno en este siglo globalizado, más del 80% del uranio usado en las bombas de Hiroshima y Nagasaki provenía de las minas Shinkolobwe.

Respecto a la sustancia del libro. Es interesante pensar cuáles son las razones por las que el peor colonialismo de todos, que supera en maldad al de cualquier otra potencia europea no se conoce demasiado. He mirado una de esas listas para determinar el peor personaje histórico, competición que suele ganar Hitler, y veo que Leopoldo II aparece en el puesto nº 100, por debajo de otros malos bastante más inocuos. Un aspecto muy interesante es que el Congo no era una colonia belga sino una colonia personal de Leopoldo II, lo cual me hace suponer que la maldad individual de Leopoldo II fue superior a las de otros gobernantes. Uno se puede imaginar que el sistema de la URSS podría haber sido similarmente nefasto con otro cualquiera en la cúspide que no fuera Stalin y otros muchos moviemientos sociales o políticos son una realidad que alguien ha de encabezar sin que importe tanto quién. En cambio, la aventura colonial del Congo fue básicamente el proyecto de un hombre para su propio beneficio.

La mayoría de los belgas había prestado poca atención a la frenética actividad diplomática africana de su rey, pero una vez pasado el chaparrón, comenzaron a darse cuenta con sorpresa de que su nueva colonia era mayor que Inglaterra, Francia, Alemania, España e Italia juntas. Equivalía a una decimotercera parte del continente africano, más de setenta y seis veces el tamaño de la propia Bélgica.

Para dejar clara la diferencia entre sus dos funciones, el rey de los belgas pensón en llamarse «emperador de Congo»; también acarició la idea de vestir a los jefes leales con uniformes inspirados en el de las famosas casacas rojas de los Beefeaters de la Torre de Londres. Luego, decidió ser simplemente el «rey soberano» del Congo. En años posteriores, Leopoldo se refirió en varias ocasiones a sí mismo como «propietario» del Congo, lo cual era más exacto, pues su principal interés en el territorio consistía en extraerle hasta el último céntimo de su riqueza. Su poder como rey soberano de la colonia no era compartido en ningún sentido por el gobierno belga, cuyo gabinete ministerial se quedaba tan sorprendido como el resto de la población al abrir los periódicos y descubrir que el Congo había promulgado una nueva ley o firmado un tratado internacional.

Luego en su testamento el rey entrega la colonia a Bélgica. El libro explica que presenta como un acto de generosidad lo que era el resultado de un arreglo financiero. En general los belgas de hoy no se sienten muy concernidos por este asunto del Congo. Sobre todo si se compara con lo de Alemania y el Holocausto, que es de una ejemplaridad más que notable. El mejor ejemplo es el de un diplomático belga que había trabajado dos décadas en el Congo en los años cincuenta y sesenta y que años después descubre un libro que habla de diez millones de muertos (hay cálculos que indican incluso treinta millones de muertos) y que en principio considera que es una injuria contra su país e investiga y comprueba que no. También es relativamente sencillo de entender que, por ejemplo, en la España del franquismo era más fácil vivir sin enterarse de las atrocidades de la guerra civil que en la actualidad. Por poner otro ejemplo español y del África: ¿Quién sabe hoy del uso de armas químicas en el Rif, o de lo que fué la Guinea española o el Sáhara occidental? Es muy fácil vivir de espaldas a toda esa realidad.

Hace diez años subí al Atomium en Bruselas. Recuerdo estar allí arriba mirando el estadio Heysel que queda justo al lado y pensando en la tragedia de la final aquella de la Copa de Europa de fútbol. Desde el mismo sitio, pero mirando hacia el sur, pueden verse los jardines del palacio de Laeken donde Leopoldo pasaba sus días. De hecho, luego fuimos a dar un paseo por allí, pero en ningún momento se me ocurrió nada del Congo. En toda mi vida creo que sólo he conocido a dos congoleños. De hecho uno era belga, y me dijo que su lengua materna era el lingala. Otra trabajó en el mismo equipo que yo allá por 2003. Recuerdo que había vivido mucho tiempo en Londres (tenía acento inglés) y me llamaba la atención que a su país todavía lo llamaba Zaire varios años después de que hubiera pasado a ser la República Democrática del Congo.

A través del relato pueden verse las biografías de diferentes anglosajones: Verney Lovett Cameron fue el primero europeo en cruzar África de este a oeste. Del segundo, Henry Morton Stanley, famoso por su expedición para encontrar al Dr. Livingstone no sabía que había estado tan involucrado en la aventura colonial leopoldina. Un personaje muy peculiar, como también lo fue el pachá judeoalemán de Jartum al que supuestamente fue a rescatar. Otra biografía curiosa del lado de los partidarios de Leopoldo es la del diplomático estadounidense en Bélgica que acabó ejerciendo de diplomático belga en los EEUU:  el «general» Sanford.

En el lado de los críticos con la barbarie son de notar las biografías de los para mí desconocidos George Washington WilliamsWilliam Sheppard, E.D. Morel y los muy famosos Roger Casement (martir de la independencia irlandesa a posteriori, pero consul británico en el Congo en los años que se tratan – y tengo que releer esa parte en la biografía novelada de Vargas Llosa), Joseph Conrad (El corazón en las tinieblas está basado en este tiempo y lugar) y Mark Twain (escribió un breve panfleto El soliloquio del rey Leopoldo).

Lo que tiene de malo este libro es a mi modo de ver lo mismo que tenía el otro que leí del mismo autor, aunque en aquel estuviera acaso más justificado. Parece que la historia del Congo colonial se escribe entre Bruselas, Londres y los Estados Unidos y que la clave de todo es lo que opinan o hacen un puñado de gringos que el libro además salen más que los propios belgas. No pudo ser así. Dado el equilibrio de fuerzas de aquel momento tiene que haber mucho y muy importante escrito en francés y en alemán; en París y en Berlín y en las colonias de ambos países en África y ese es un material que en este texto no aparece por ningún lado. Eso requiere más trabajo de visitar archivos y saber idiomas. Muy típico de la bibliografía anglosajona creer que ellos han inventado el mundo.

 

 


Armas, gérmenes y acero

07/08/2016
Libro

Libro

Como me gustó «El mundo hasta ayer» he continuado con un libro anterior del mismo autor, Jared Diamond: «Armas, gérmenes y acero» se llamó el volumen publicado en 1996 con el que ganó el Pulitzer.

Es Historia de trazo grueso, antropología histórica también podría llamarse. Trata la interesante cuestión de cómo y por qué unas sociedades humanas (Eurasia) han prevalecido sobre las demás. Toca también aspectos laterales auxiliares, como el de la innovación y el desarrollo tecnológico.

Hay mucho sobre el tránsito entre los grupos de cazadores-recolectores y la sociedad agrícola. Nunca había pensado demasiado sobre esta revolución neolitica, cómo se produjo en la práctica y que consecuencias tuvo.

Mi impresión anterior a la lectura de este libro habría sido que la casualidad tuvo mucho que ver en el descubrimiento de la agricultura y que hay muchas cosas que pueden plantarse. Ahora me he enterado de qué pocas especies vegetales son «domesticables» y sí que me parece que la llegada de la agricultura era hasta cierto punto inevitable. Del mismo modo creo que el hombre antiguo tenía mucho más conocimiento de su entorno natural y las especies que lo poblaban que el que yo había supuesto a lo largo de mi vida, precisamente por ignorancia urbanita.

Otra cosa sobre la que nunca había pensado es la ventaja que tienen los agricultores que migrar en una misma latitud ya que pueden llevar consigo los cultivos sin necesidad de recurrir a otros nuevos, o cómo el almacenamiento del conocimiento en una sociedad alfabetizada ofrece ventajas incluso a quienes no saben leer. Es fácil pensar en el desarrollo tecnológico y las enfermedades

La domesticación de animales, la escasez de especies domesticables, los estragos que las enfermedades asociadas a los bichos produjeron en ciertas poblaciones, pero que permitieron sobrevivir solamente a la población inmune lo cual facilito la destrucción de otras con las que después entraron en contacto es otro de los procesos interesantes. Esta triste realidad hace parecer al indigenismo politico una idea intelectualmente aún más triste.

He aprendido mucho sobre la llegada de los bantúes a África del Sur y como separaron las zonas en las que se hablan lenguas con chasquidos, que la lengua indonesia de la que me habló Toki hace años y que se emparenta con el malgache es el ma’anyan, la curiosidad de que los pigmeos no tengan lenguas propias (se supone que las perdieron) y que en China la unificación se habría producido mucho antes que en ningún otro lugar, si es que hubo otras islas lingüísticas en territorio chino.

Curiosamente, la teoría que defiende Diamond para explicar por qué fue Europa y no China quien dominó el mundo es que la geografía china favorece la concentración del poder mientras que la europea favorece un ecosistema competitivo de estados, que a la postre fue lo que favoreció la expansión de los europeos por el mundo. Es obviamente una respuesta simple y discutible pero tiene su lógica.

Este libro emparenta con anteriores lecturas de su humilde servidor.. Por ejemplo, la parte relativa a Nueva Guinea con el tratado de Fukuyama sobre el origen del orden político antes del estado. Más interesante es que se encuentra en el extremo opuesto a la línea de pensamiento de Robinson y Acemoglu con respecto al desarrollo político de los países. Cuando leí ese libro me quedé con la idea de que estaban muy equivocados cuando consideraban al desarrollo institucional el único factor que explicaba los éxitos y fracasos de un país. La geografía cuenta. Podría decirse que en este libro de Jared Diamond, la geografía lo es todo llegando casi al punto del determinismo ambiental.

Quizá el justo medio es que la geografía es importante, pero que lo fue más aún en el pasado y que en la actualidad las sociedades humanas tienen más posibilidades de desarrollarse gracias al capital humano, a pesar de que algunas partan en unas condiciones de mucha desventaja.


Todo se desmorona

01/02/2016
Portadas de dos ediciones

Portadas de dos ediciones

Hoy que ha hecho un día de bastante mal tiempo hasta para Irlanda me he podido leer la famosa novela de Chinua AchebeThings Fall Apart (1959), que se tradujo al español como Todo se desmorona. Como aquí hablamos mucho de Irlanda diremos que el título original proviene de un poema de Yeats. Hace años que quería leer esta novela. No sé cuantos, pero he encontrado un correo de 2010 escrito a un amigo en el que le digo que ya hace mucho tiempo que quiero hincarle el diente. Esto venía de que él me había enviado un enlace a una presentación de Chimamanda Adichie en la que escritora, también nigeriana, hablaba del peligro de la falta de diversidad en la narrativa. Como también en el mundo hispánico abusamos de nuestros clichés me ha costado horrores separar la trágica historia del protagonísta Okonkwo de la tragicómica odisea de Yogurtu Mghé.

Hace años oí a otro escritor creo que africano en un programa de radio la BBC. Le daban un minuto para proponer una idea para mejorar el mundo y dijo que si cada persona leyese tres novelas al año escritas por gentes de otras culturas el mundo sería un lugar mejor. Hasta hoy no se me había ocurrido relacionarlo con la conexión que Pinker establece entre ficción y empatía (y consiguientemente con la reducción de la violencia).

Se considera que la novela de Achebe es la primera novela africana internacional, escrita en inglés y para un público amplio. Lo del inglés es relativo y conviene tener a mano el glosario que aparece en las últimas páginas. No sé cuántas páginas tiene porque la he leído en un Kindle pero aseguro que se puede leer en una tarde. La novela se sitúa en la última década del siglo XIX y más allá de las tribulaciones de los personajes el tema principal es un mundo viejo que recibe los primeros avisos de su próxima extinción. A mí me parece que la llegada de unos extranjeros es el catalizador más que la causa del declive o del final de la estructura tribal y que incluso sin colonialismo tarde o temprano África habría tenido que pasar de los clanes a los estados, que habrían sido otros diferentes, pero esto ya es mi propia ficción histórica.

La nvela se desarrolla en pueblos ficticios de la zona Ibo o Igbo de Nigeria

La nvela se desarrolla en pueblos ficticios de la zona Ibo o Igbo de Nigeria

Tenemos entonces a un escritor nigeriano (y en parte a su pesar, ya que después se alineó con el separatismo de Biafra) haciendo novela sobre el periodo precolonial y colonial que también es prenigeriano. La defensa que se hace de la civilización africana es que está más estructurada de lo que los europeos dan a entender con su narrativa única. A mí, por mucho que me quieran contar, todas esas salvajadas y brujerías me parecen legitimadoras de los intentos civilizadores europeos y si el propósito de la novela es decir que África no estaba tan mal, para mí no lo consigue.

Incluso alguien que no es amigo de la religión ve que el paso del animismo de los pequeños dioses presentes que exigen sacrificios inmediatos al monoteísmo del dios único y distante es un paso positivo. Me parece maravilloso que haya un montón de voces en muchas lenguas y que no se caiga en la tiranía del estereotipo, pero al final la civilización sólo es una y muchas prácticas que existieron en territorios luego colonizados por los europeos incompatibles con la misma.

Desde que a mediados del año pasado Grecia dejó de importarle a mis amigos izquierdistas del Facebook, el centro de su preocupación internacional se trasladó de la ribera sur al mar Mediterráneo propiamente dicho y a las pateras de sirios y otros que se hacen pasar por sirios e intentan llegar a Europa. Muchos declaran que se avergüenzan de ser europeos. No entiendo muy bien que vergüenza ni orgullo en ser lo que uno es cuando no se puede ser otra cosa, pero me pregunto si se podría estar más orgulloso de ser africano, siendo África lo que es. O del mundo islámico. O de la propia Siria. La Antártida.

En el campo de las pequeñas cosas hemos descubierto que las conchas llamadas cauríes, que se utilizan como dinero, ostentan el hermoso nombre científico de Monetaria moneta. Para hablar en español del palm wine que en la novela aparece en casi todo momento no hace falta recurrir a la traducción por separado de ambas palabras inglesas: esta bebida blancuzca que se produce a partir de la savia de ciertas palmeras se llama tuba en México y Filipinas. La omnipresencia del ñame y el fufu me han recordado las habilidades culinarias de quellos hermanos de Ghana con los que viví hace ya tantos años.

En el campo de las cosas grandes África sigue muy lejos de mi entendimiento y me temo que no he avanzado mucho con esta novela que sí que me ha gustado leer.


Malta

12/11/2014
La cruz que hay en la bandera de Malta no es la cruz de Malta

La cruz que hay en la bandera de Malta no es la cruz de Malta

Entre columpios y cafeterías hemos acabado pasando mucho tiempo en sitios por los que antes no sentíamos ninguna atracción. Este año hemos ido de vacaciones a destinos como Lanzarote y Malta, de los que antes creíamos que no ofrecerían nada interesante para nosotros y no sé si ha sido poco a poco o de repente pero ya les hemos encontrado el atractivo. A primeros de septiembre decidimos agarrar una oferta de última hora con un paquete de esos que incluyen vuelo, hotel y traslado desde el aeropuerto. Estoy hablando del pequeño país que es Malta.

Hace varios años se me ocurrió una idea que luego abandoné: un proyecto curioso y quizá sencillo de completar a medio o largo plazo podría ser pasarse por todos los países de Europa. Malta puede ser un paso de gigante hacia ese objetivo para el que ya sólo me faltan unas veinte naciones. Al fin y al cabo hay que ir ex profeso ya que, obviamente, no se puede llegar yendo en ruta desde ningún otro lugar.

Mapa

Muy abajo

Muchas cosas se me escapaban de este país diminuto y conocido en España más que nada por un partido de fútbol de hace ya muchos años. La primera de ellas: su latitud. Lo de que Malta quedaba al sur de Sicilia, vale, pero ¿todo el mundo sabe que también queda al sur de Túnez capital? El calor en septiembre es importante y te parte el día por la mitad con sus horas de la siesta casi obligadas. Si alguien tiene la tentación de acercarse sugiero que sea más sensato y vaya entre octubre y mayo, como recomiendan los manuales.

En principio no queríamos que fueran unas vacaciones de playa y hotel, pero nos agradaba la posibilidad de que en el peor de los casos pudieran ser al menos eso. En todos los viajes me gusta ir a ver cosas históricas y más aún si tienen que ver con algo ya que conozca. La influencia hispánica en la isla fue notable entre los siglos XIII y XVII y luego dejó paso a la de las potencias europeas propiamente dichas. Hay un momento importante en la historia de Malta que es aquel en el que el Emperador Carlos V entrega la isla a la Orden de san Juan, que había sido expulsada de Rodas por los turcos tal y como antes lo fue de Jerusalén. Por aquel entonces, alrededor de 1530, Malta estaba en pleno centro de la geopolítica. En cambio, es poco conocida la historia de la independencia de Malta: cuando en septiembre de 1964, hace ahora poco más de cincuenta años, se independizó del Reino Unido ya era un rincón marginal que en la práctica no importaba a casi nadie. Del siglo y medio de colonialismo británico queda el inglés como segunda lengua dizque para toda la población (yo debí de encontrame con uno de los pocos que no inglish: un tipo que vendía fruta en un remolque) así como unas cuantas cabinas telefónicas de esas rojas y algunos detalles y costumbres más.

Aunque yo mismo no lo haga, más propio sería llamar a Malta archipiélago que isla. Malta es el nombre tanto del país como de la más extensa ínsula de su territorio, circunstancia que también concurre en el caso de Irlanda (el ejemplo irlandés es un poco más complejo al estar repartida la isla principal entre dos estados). La isla de Malta tiene 28km de largo y 14 de ancho y Gozo es aproximadamente la mitad (14 x 7 km). Luego está Comino que ni por asomo llega a 2 x 2km  y que no sé si se llama así por la especia o por la insignificancia. Luego hay otro puñado de islas menores e islotes, como las de San Pablo que veíamos desde nuestra base, la de Filfla en la costa meridional o la de Manoel junto a La Valeta. En una categoría inferior quedan sólo las rocas marinas.

El lugar en el que nos acabamos aposentando se llamaba Buġibba, y como éramos totalmente ignorantes en cultura maltesa comenzamos llamándolo «Buguiba» imagino que por influencia del nombre de aquel héroe de la independencia tunecina. Sin embargo en maltés, cuando la ge lleva un punto encima se suaviza y se dice, por ejemplo, «Buyiba». Me contaron que esto de los puntos que suavizan las consonantes también ocurría en el irlandés antes de que lo llenaran de haches, como al vascuence, en aquellos revolucionarios años sesenta. Por cierto, hablando del vasco y las demás lenguas que hay en Europa y que no son indoeuropeas, entre las cuales siempre se cuentan el húngaro, el estonio y el finés: el maltés -lengua semítica- tampoco lo es y siempre queda olvidado quizá porque Malta sea geográficamente más bien África aunque culturalmente sea más bien Europa. Esto es parecido a lo que ocurre con Chipre.

Buġibba se encuentra en la bahía de san Pablo, que es donde se supone que naufragó Pablo de Tarsos -fundador del Cristianismo como religión universal- en algún momento del siglo I cuando iba de travesía hacia Roma. Mucho me parece atinar cuando hoy por hoy no se sabe a ciencia cierta cuál es Guanahani o San Salvador, la primera playa de las Américas en la que Colón puso el pie y eso fue catorce siglos despues de lo que les acabo de contar. El caso es que la presencia simbólica del primer apóstol que no conoció a Cristo es patente por toda la isla y por supuesto también en San Pawl il-Baħar que es como, además de la bahía, se llama el municipio que incluye a San Pawl, Buġibba y Qawra, todas ellas zonas hipermegaturísticas y a menos de 20 kilómetros de La Valeta. Eso sí, turismo para familias y jubilados, ya que hay otras zonas (Sliema, San Julián) más dedicadas al segmento de juventud, alcohol, trasnoche y juliganismo.

Calle de los almacenes

Mdina, Calle de los almacenes – Triq L-Imhazen

En la semana que pasamos en Malta nos dio tiempo a ir a pasar una mañana a Mdina, la antigua capital, que se encuentra en el interior a menos de media hora en el autobús X3. Quizá es la cosa más bonita que vimos. Una pequeña ciudad amurallada con unas cuantas calles que son agradables de pasear si, tal y como ocurrió aquel día, no están llenas de turistas. Al igual que ocurrió con Teguise y Arrecife en Lanzarote la antigua capital maltesa se encontraba en una posición defensiva militarmente más interesante del interior y después cambió a La Valeta en plena costa. Me gusta relacionar este dato con el muy interesante en la historia social ibérica de que, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, el interior siempre estuvo históricamente más poblado que el litoral, que nunca fue tan conveniente para la vida como desde que el mundo lo dirige el comercio, y en algunos lugares el turismo. En Mdina vi los primeros faroles, rejas forjadas y letreros de cerámica adviritiendo de los nombres de las calles y a través de ellos intuí que en maltés tiene que haber algo parecido a las letras solares y lunares del árabe, tal y como es el caso.

Debido a un percance autobusil no acometimos Mdina por su entrada principal sino por «el agujero», lo cual nos permitió practicar el interesante ejercicio de empujar un cochecito cuesta arriba bajo la calor del mediodía y contemplar las vistas de Imtarfa y el valle fértil que la separa de la silenciosa y antigua capital. Luego intramuros, aparte del callejeo sin rumbo, lo más curioso fue ver a un hombre que dejaba que los turistas se hicieran fotos con su lechuza sin el más mínimo ánimo de lucro, y las vistas desde el mirador y desde una terraza donde comimos pastel y helado, que alcanzan prácticamente la mitad norte de la isla incluida la Valeta y el lugar desde el que veníamos.

Un paisano de Mdina con su lechuza de campanario

Un paisano de Mdina con su lechuza de campanario

Vistas

Vistas de Imtarfa

El maltés es una lengua curiosa. Se parece al árabe y de hecho desciende del dialecto extinto del árabe que se habló en Sicilia entre los siglos IX y XI. Por casualidad, días antes de decidir ir para allá, me había encontrado con un estudio en el que se decía que los tunecinos entienden bien el maltés. En cambio, el taxista que nos llevó del aeropuerto al hotel nos dijo que él no entendía nada el árabe aunque la lengua fuera de la misma familia. Él situó el origen del maltí en el Líbano. Nada especial, también hay quien dice que el español y el francés se parecen bastante y otros que dicen que no se entiende nada. Leí el nombre de los números del uno al diez en una lista y me parecieron idénticos a lo que yo recordaba de los numerales árabes. El caso es que el maltés tiene tantas palabras italianas e inglesas que uno puede entender algo de lo que tratan las conversaciones o las noticias de la tele. Me puse a ver un telediario en el que entre mucho jamalají y jamalajá iba oyendo «minister», «akusat», «prostituzione», «bordello», «libertà provvisoria» y cosas así.

La Valeta desde Mdina

La Valeta vista desde Mdina

Entre las cosas banales que me llamaron la atención en Malta se encuentra el hecho de que parece que cualquier casa tiene nombre, incluso algunos edificios que en otros lugares denominaríamos apenas con un número. Por otra parte las carreteras maltesas no parecen estar numeradas ni tampoco especialmente bien asfaltadas ni señalizadas. La mayoría preferirá oír hablar de la gastronomía maltesa, que no he podido descubrir demasiado. Entre el desayuno pantagruélico del hotel, el kebab de enfrente y un día que nos dio por ir a un restaurante indio no he podido averiguar gran cosa. Me gustaron los pastizzi que se vendían en puestos de la calle, en especial los de queso. La ensalada maltesa es como cualquier otra mediterránea, quizá con bastantes más alcaparras (producto que no sorprenderá que se llame il-kappar) y queso de cabra. Me contaron que para todos los tipos de pescado que hay en el mar que roedea el país la gastronomía nacional no da lo mejor de sí misma en su trato al producto marino. Hay cierta preferencia por el lampuki, al que en español se llama dorado (pero que no es el mismo pez que la dorada).

No se ven demasiados pájaros y sorprende que no haya ni una gaviota. Según nos contaron esto es debido a la cantidad enorme de cazadores, que además son un grupo de presión poderoso con fuerza política como para modificar el trazado de una prueba ciclista y cosas así. Hojeando un libro en la recepción del hotel vi que decían que los cazadores y el tráfico impetuoso eran dos de los principales inconvenientes de la isla. El estado de las carreteras me pareció bastante precario y la interpretación de las normas de circulación bastante liberal. No estoy seguro de si malas carreteras y mal estilo de conducción son dos cosas distintas o una sola, ya que suelen aparecer a la vez.

Acantilados de Dingli

Acantilados de Dingli

Otro día nos acercamos a los acantilados de Dingli, que tienen su encanto, aunque el calor no nos dejó disfrutar del paseo que merecen. Primero paramos en el pueblo homónimo, que tenía una iglesia enorme para lo que aparenta ser. Y también servicios públicos muy bien acondicionados tanto para damas como caballeros y con cambiador de pañales para bebés. Es una comodidad que se brinda a los turistas en numerosas partes del país y que merece alabanza. La hora en la que llegamos debía de ser la de la siesta, ya que no se veía un alma. Luego proseguimos hacia la costa y nos refugiamos en el aire acondicionado de un restaurante nuevo que hacía las veces de oficina de información. De allí pude hacer solito a pie el tramo entre el radar de control aéreo hasta la pequeña iglesia bajo la advocación de la patrona de mi pueblo, meretriz arrepentida. El paisaje era de secarral agostado con parches de verdor y los acantilados no eran quizá los más impresionantes del mundo por su altura (al fin y al cabo vivimos en Irlanda), pero era bonito contemplar en el mar el islote de Filfla y en la tierra las chumberas y olivos. Los olivos eran de mayor altura que los que conozco de España y sus troncos no eran ni plateados ni retorcidos.

De allí fuimos a unos jardines llamados jardines Buskett y que son uno de los pocos espacios boscosos que quedan en Malta. En los terrenos había un castillo llamado castillo de Verdala, del que luego hemos sabido que se trata de la residencia del presidente del país. Frutales mediterráneos, chumberas y mucha ruina y muralla en un espacio más húmedo que la mayor parte del paisajes que vamos a contemplar. Para una isla sin ríos quizá el punto de máxima humedad.

De allí a los monumentos megalíticos de Ħaġar Qim y Mnajdra. La carretera que lleva hasta los gigantescos círculos de piedra debe de haber sido construida por quienes los erigieron ya que muestra un estado similar de civilización. Ver qué ha declarado la UNESCO Patrimonio de la Humanidad puede ser una buena idea para construirse un itinerario por un país. En este caso lo peor es que hace unos pocos años han cubierto los templos megalíticos con unas carpas gigantescas que les han quitado la mayor parte del encanto que pudieran tener. Parece que va uno a ver dos ovnis plantados frente al mar. Como además soy poco dado a las conjeturas paleolíticas sobre las antiguas tribus humanas, no se lo puedo recomendar a nadie. Me acabó interesando más una higuera que había junto a tanta piedra. También es que hacía mucho calor. En todos los sitios que he visto los gatos son animales huidizos y en cambio los felinos malteses se tumban a la sombra y no parecen temer al hombre. En la entrada al parque megalítico estaba la pandilla de don Gato tumbada a la sombra y allí seguían espeando cuando salimos hora y pico después. Más adelante quedaba la gruta azul que hay que ver en barco y como no se ve gran cosa desde la carretera, la omitimos y volvimos para casa.

Hacia el ovni aparcado en Mnajdra

Hacia el ovni aparcado en Mnajdra

Al día siguiente decidimos ir a ver el pueblo pesquero de Marsaxlokk. Si hubiera alguna racionalidad en el trazado viario del país lo lógico me parece a mí que sería que existiera un eje que comunicase Cirkewwa, de donde sale el transbordador para Gozo, con Birżebbuġa, que es el puerto grande del país y luego de ese eje saldrían ramales para comunicar con cualquier sitio. En cambio, la red se ha ido construyendo de un modo en el que muchas veces el camino para ir, por ejemplo de Buġibba a Marsaxlokk no es nada obvio. Escogimos pasar por cerca de La Valeta en vez de por Mdina y quizá fuera un error. La carretera de la costa entre San Pablo y La Valeta la están desdoblando y había obras viarias, además de las de un vertedero gigantesco con forma de pirámide escalonada. Las incorporaciones a la capital son pavorosas. Finalmente acabamos en Luqa, donde está el aeropuerto (toda la vida laboral en las aerolíneas diciendo Luca y resulta que la q es muda) y tras recorrer el largo de la pista, en Birżebbuġa, que a pesar de ser un puerto industrial no está tan mal como ciudad turística, con una playa que se llama Pretty Bay (la primera en la que me bañé) y edificios que, sin saber mucho de arquitectura me parecen una forma tradicional precursora del art déco.

El puerto

El puerto de Birzebugga

Luego Marsaxlokk está bien como puerto con sus barcos de colores, su mercadillo y sus restaurantes de pescado. Es todo muy déjà-vu porque muchos puertos pesqueros semitradicionales de muchos lugares ofrecen ya algo parecido. Me gustaron cuatro casas consecutivas cuyas puertas completaban los colores del parchís. En el mercadillo vi que era posible adquirir el uniforme de la selección maltesa de fútbol y no sé por qué me sorprendió. Recorrimos el puerto de punta a punta por entre los toldos de los restaurantes, poca actividad y bandera a media asta junto a un de los embarcaderos y en la sede del partido laborista, bandera que nunca descubrimos por quién. Al final escogimos un restaurante que nos pareció mejor que los demás para comer un montón de pescado que no pudimos ni terminar.

Parchís

Parchís

Puerto de Marsaxlokk

Puerto de Marsaxlokk

Volviendo a casa por el aeropuerto vimos una zona donde había unos negros viviendo en una especie de barracones. Vagaban por los alrededores como almas en pena. Creo que esto enlaza con lo que me comentó mi amiga que lleva dos años viviendo allí sobre la xenofobia en la sociedad maltesa, que según ella es muy cerrada y tradicional. Se ven bastantes africanos negros, algunos trabajando en la limpieza de las calles. En realidad no sabría cuantificar si son muchos o pocos. Es posible que la mínima presión migratoria despierte más reacciones en un territorio bastante reducido que en países de mayor extensión. En general, lo que dice mi amiga es que Malta es tradicional como España hace treinta años y que la separación entre la sociedad maltesa y los extranjeros que viven en el país así como con los turistas es casi total. Para muestra un botón: el divorcio existe en Malta desde 2011 y casi no llega. Parecía que Irlanda era lo peor de lo peor en avances sociales, pero a todo hay quien gana.

De camino a Buġibba acabamos aparcando de nuevo junto a los columpios que hay muralla de Mdina pero aquella tarde sólo entramos un momento para una vuelta breve y luego nos dedicamos a explorar Rabat, la ciudad aledaña. Homónima de la capital de Marruecos y de la de la de Gozo, aunque a la de la isla vecina también se la conoce como Victoria, creo que por aquella reina inglesa. El taxista del primer día dijo que «rabat» quería decir «algo que estaba atado» y que los romanos partieron la ciudad en dos para defenderla mejor. No me quedó clara la conexión entre ambas ideas y lo más que se me ocurre es que «rabat» quiera decir algo como «anejo» en la sexta acepción del Diccionario. De Rabat me quedo con las celosías de los balcones, que en cualquier caso es un elemento que se encuentra por toda Malta. Tiene también restos romanos, catacumbas y lugares vinculados a san Pablo. En la iglesia de san Pablo vi sendas placas que indicaban que Wojtyla y Ratzinger se habían pasado por allí.

Balcones de Rabat

Balcones de Rabat

Otros días nos hemos quedado en Buġibba, donde el nuevo Acuario Nacional de Malta (2013) disponía de un maravilloso café-restaurante con vistas y aire acondicionado que era el refugio ideal en las horas del calor. El acuario en sí, que también recorrimos, no es gran cosa si se han visto otros. A mi modo de ver carece de un gran tanque en que se mezclen todo tipo de peces. Lo que sí tiene muy bien hecha es la ambientación, con anforas y estatuas en algunas de las peceras y una imitación de las murallas de La Valeta. Un día nos colocaron una entrada de 5 euros para ver una película de 16 minutos sobre la historia de Malta que no sé en qué estaría yo pensando para que me pareciera bien. También tiene el típico túnel para pasar por debajo de los tiburones y las rayas. Y lo de siempre: el Mediterráneo está muy bien, pero vamos a poner unos cuantos tanques de agua tibia para meter peces caribeños de colores, que gustan más a todo el mundo. En el paseo hasta el acuario vi las primeras lagartijas, que me parecieron diminutas. Luego en Dingli leí que en Malta había cuatro tipos de lagartijas.

La última expedición la hice en solitario en el autobús 12 que le deja a uno a las puertas de La Valeta, en una rotonda que es una terminal de autobuses gigantesca. La ruta sigue la carretera de las salinas y pasa por los famosos San Julián y Sliema, que por la mañana no parecen tan malos como me los imagino de noche. Entré a la ciudad desde la rotonda que es la terminal de autobuses, muy bien organizada a la puerta de las murallas. Al parecer en Malta eran típicos unos autobuses de aspecto abombado que recorrieron sus carreteras hasta hace relativamente poco, aunque de esos sólo nos hemos encontrado un par y creo que se conservaban por su aspecto sin estar ya para muchos trotes. No sé si por ser comunicaciones dirigidas al público inglés en varios lugares encontré la referencia al hito que suponía que una empresa británica se hubiera hecho cargo en 2011 de los autobuses de la isla. Diríase que es lo más destacado que ha ocurrido desde la entrada en la Unión Europea.

Tras atravesar las puertas de La Valeta bajé por la calle de la República, que a las nueve estaba casi vacía, hasta la plaza de San Jorge y luego volví a subir por la calle de los Mercaderes para llegar a los los jardines de Barrakka, desde donde estuve admirando las tres ciudades de enfrente y la vista del puerto. En los jardines de arriba una rumana me pidió que le hiciera una foto y me dijo lo que casi todos los rumanos, que ella no es como los que hay por España y por ahí. Pobres los rumanos que tienen que cargar con la imagen de sus compatriotas chungos. Luego me hice un recorrido por diversas callejas hasta los jardines de abajo. Satisfice un momento de curiosidad inspeccionando el centro en el que se jugó la olimpiada de ajedrez de 1980. Los jardines de abajo fueron una especie de oasis con el calor que empezaba a apretar. La vista hacia todas partes es muy buena. Desde los jardines de abajo se mejor la entrada al puerto y también las tres ciudades de enfrente. Quizá ofrezca una mejor vista de La Valeta propiamente dicha. Hay un solemne monumento por los caídos en la Segunda Guerra Mundial. El asedio de Malta durante el conflicto bélico es un capítulo importante del que no se conoce demasiado entre tanta tragedia contemporánea. Me soprendió una placa que conmemoraba el levantamiento húngaro de 1956.

Desde los jardines de arriba

Desde los jardines de arriba

Luego llegué hasta el fuerte de san Telmo. que era el confín de la pequeña península. Esa parte de la ciudad, castigada por el sol se encontraba especialmente desértica. Me volví para arriba tras una vueltecita contemplado cómo están construyendo edificios hasta el final de Sliema. Por allí abajo me encontré con una tienda con un letrero que indicaba detergents & sweets, que es una combinación curiosa.  Antes de salir de la ciudad por Triq ir-Repubblica, por la que al mediodía parecía que viniera una manifestación en sentido contrario, me hice tres o cuatro calles más, entre ellas la de la tahona y la del teatro. Para mí lo mejor de La Valeta es recorrerla por la sombra fijarse en los detalles pequeños de las construcciones: hay multitud de placas, estatuas de santos, cancelas antiquísimas y adornos curiosos que bien valdrían un reportaje fotográfico detallado.

También me acerqué a ver mejor el Albergue de Castilla y la sede de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, que ese es su nombre completo. Además me acerqué a otros jardines que llevan el nombre de la villa inglesa de Hastings (unas semanas antes había descubierto con embarazo que se pronuncia Jéistings) en un momento me puse a dudar si entrar o no en la concatedral decantándome por la segunda opción. Para la vuelta al campo base tomé el bus 45 que pasa por Mosta y aunque no bajé pude ver de cerca la iglesia redondeada del milagro aquel de la bomba.

Se puede y quizá se deba ir a Malta si uno vive en las islas británicas; es un lugar económico, soleado y accesible en el que pasar unos cuantos días y olvidar las penurias climáticas. Desde España me parece más complicado y además es posible que un tenga bastante más cerca algo parecido a todo lo que puede encontrarse allí. Las únicas pegas que le veo son la suciedad de las calles, el tráfico africano y el excesivo calor de bastantes momentos del día y épocas del año, pero en general es un país que está hecho a la medida de las necesidades del turista que se deje caer por allí. Si volvemos algún día intentaremos acercarnos a Gozo, a la laguna de Comino, a las Tres Ciudades o a la gruta azul. Probablemente ni a la Malta Experience, ni al Hipogeo ni a ningún otro conjunto megalítico, pero siempre hay que dejar cosas para ver por si se vuelve.


Cartel del ébola

22/10/2014
asdfa

Ébola

Esta mañana he acompañado al aeropuerto a unos parientes y al volver a la ciudad he visto que en al autobús han puesto un cartel a propósito del virus del ebola. No parece que contenga demasiada información y lo que entienden por África occidental es una extensión de tierra que supera abundantemente el espacio de los países que se han visto afectados. Lo mejor será que las cosas se queden así, pero si se ponen más feas supongo que estas campañas tendrán que ir mejorando.