En estos días de guerra en Ucrania mi intuición sobre el futuro es que incluso en el mejor de los casos posibles Rusia quedará aislada de Occidente y se dará una especie de Nueva Guerra Fría debido a que nadie podrá volver a confiar en la potencia euroasiática. Miro las fotos de cuando fuimos a Ucrania en 2010 en lo que será conocido como el «periodo de entreguerras frías». Estuvimos pensando ir a Crimea, que entonces era aún ucraniana tanto de iure como de facto, y creo que se desistió porque en algún momento había que tomar un tren que tardaba diecisiete horas en llegar a Simferopol. No recordaba que tras anotar nuestras andanzas un lector me había preguntado por itinerarios y que además de recomendarle las paradas que hicimos le sugerí también pasarse por Crimea y por Chernigov. No sé si el buen hombre iría. Si no lo hizo entonces, ahora es mal momento. Del mismo modo me temo que me voy a quedar sin ver ni Moscú ni San Petersburgo, algo por lo que siempre había tenido cierta ilusión
Recuerdos de mis viajes a la Crimea durante el memorable sitio de Sebastopol (1859) es el nombre de la apropiada lectura a la que me enfrenté hace un par de noches. Escrita por el marino menorquín Esteban Amengual (1829-1901) que era segundo en un barco francés que anduvo operando en el mar Negro durante la famosa guerra de Crimea (1854-1856), de la que hemos hablado otras veces. España fue un país neutral durante el conflicto, aunque simpatizaba más con el lado franco-anglo-turco. Anduvo por allí el general Prim de observador.
Además de que me gusta leer a los viajeros de otros tiempos siempre hacen especial ilusión sus descripciones de los lugares por los que he pasado muchas décadas o siglos después, como en este caso la de La Valeta en Malta:
Esta poblacion es blanca: sus calles si bien por la desigualdad del terreno son un tanto pesadas, por los demás son buenas: rectas, bien empedradas y limpias. Aun diré: esas mismas subidas y bajadas en ciertas stradas que están adornadas de edificios, dan al conjunto cierta perspectiva pintoresca.
Los habitantes pasan por muy católicos, pero se observan algunos contrastes. Mientras que esta raza de italianos, griegos y árabes se muestra la mitad de ella, sensible á la dulzura; la otra mitad se distingue por su carácter iracundo.
Las maltesas esconden sus gracias con una especie de manto de tafetan negro que las cubre enteramente. Con todo ostentan un donaire que embelesa.
Conocí que en general los malteses abrigan cierto recelo á los ingleses sus dominadores, y no lo puedo atribuir mas que á la diferente religión que profesan, y á que no pueden congeniar.
Desde el barco Constantinopla agrada a don Esteban pero la imagen que da de la ciudad una vez pone sus pies en ella es muy diferente:
Las calles se nos presentan estrechas, sinuosas, desniveladas, sucias y mal empedradas: nuestros ojos buscan, pero en vano, un objeto de compensacion. Todo es frívolo y aun miserable. Esos bazares tan renombrados no son mas que reducidas y oscuras tierras sin órden, en unas calles abovedadas que solo reciben luz por claraboyas, y cuyo techo cargado de telarañas, y el piso cubierto de lodo, hacen pensar si se halla uno en un hediondo subterráneo.
Luego en Crimea gran parte de las andanzas ocurren en un lugar llamado Kamiesh, que creo que quiere decir «cañaveral»: una bahía cercana a Sebastopol que no tenía ni muelles ni infraestructura de ningún tipo cuando franceses e ingleses la utilizaron para el desembarco. Como se viene viendo estos días la logística es uno de los grandes temas de las guerras. Son interesantes los problemas prácticos de la soldadesca:
Al ejército se le pagaba cada 15 dias: hasta á los soldados lo hacian con oro, que para el caso, acuñaron en Francia gran cantidad en monedas de cinco francos; y esto hacia dificultoso el cambio en las transacciones, porque se carecia de plata menuda.
Lo mas que corria eran piezas de oro de 20 francos. Con tanto buque como llegó á reunirse en el puerto se consiguió ver circular piezas de plata que facilitaban los cobros y pagos; pero allí eran los apuros para contar tanta variedad de monedas de uno á otro confin del globo, aunque lo que mas abundaba eran francos, piastras, shellines, rublos, pesetas y florines.
Todo tenia curso con valores arbitrarios. Para no salir perjudicado, era menester mucha memoria y buena aritmética.
Decíamos que España fue neutral en la guerra de Crimea. No obstante hubo unos 900 espanoles en la legión extranjera de Francia, según he podido descubrir en el interesante artículo «Espanoles en la Guerra de Crimea» del Tte. Coronel López Jiménez en la Revista Ejército que encontré haciéndo unas búsquedas tras leer el siguiente párrafo:
El dia siguiente, paseándonos (pues hay que advertir que casi siempre iba yo en compañía del capitan del vapor ó del otro segundo) por el pueblo, pasábamos, sin hacer caso, muy cerca de cuatro soldados que, sentados, se comian una buena tortilla: hablando nosotros en alta voz se levantan apresuradamente aquellos soldados, y con la mas lata alegria pintada en sus semblantes se dirigieron hacia nosotros, y en lengua castellana pidiéronnos, les escusáramos la libertad de venirnos á interrumpir, pues viendo por nuestra habla, que éramos españoles, no habían podido resitir á la tentacion de conversar con compatriotas suyos en tan apartado lugar.
Trabamos conversacion con ellos, supuesto que nos podian esplicar muchísimas cosas de las ocurridas en las batallas, pues en todas se habian hallado.
Pertenecian á la legion estranjera, en la cual habia un batallon que casi todos eran españoles que se habia alistado en ella al ir fugitivos de España en las revueltas de esta nacion.
Pidiéndoles nosotros si estaban satisfechos de su actual estado: «No mucho, contestó el que parecia tener mas circunspeccion; pero nos conformamos. Servimos sí á la Francia, pero es por compromiso: no obstante lo hacemos lo mejor que nos es dable, pues ella nos mantiene. ¡Ah, esclamó con reconcentrado sentimiento, si se derramara nuestra sangre en servicio de nuestra cara patria, cuán contentos estaríamos entonces!»
Los demás, como arrancados por el entusiasmo al recuerdo de la patria, prorumpieron en un grito unánime de ¡viva España!
Aquellos soldados, antes españoles que franceses, servían bien á la Francia.
La legion estranjera compuesta la mayor parte de españoles, italianos y alemanes, supo distinguirse en los campos de Sebastopol.
Entre otras cosas he descubierto algo que partiendo de estereotipos nacionales podría haber imaginado como es en qué consiste «comer a lo inglés»:
Hasta entonces no notamos que sus palabras eran incoherentes, y que las acompañaba con ademanes violentos, de lo cual inferimos que habia comido aquel dia á lo inglés, que consiste (para los que no los sepan) en mas beber (y no agua) que comer: así era en efecto, segun nos lo insinuaron por lo bajo muy reservadamente, los mismos soldados. Por lo tanto, nos apresuramos á dejarle, temerosos de mayor mal.
En otra parte dice que los Norte-Americanos son gente de la misma ralea que los ingleses. El siglo XIX fue también el del redescubrimiento para España de los sefardíes. El autor muestra una cierta ambivalencia ante este grupo. La primera vez que habla de ellos es a partir de una escena contemplada en Galípoli:
Nos habiamos parado en una esquina, al tiempo que oimos á un chiquillo, dirigiéndose á un hombre que cerca de él pasaba, hablar en lengua castellana algunas palabras. De pronto, creimos no haber oido bien: paramos atencion en ellos, y nos cercioramos que, efectivamente, era castellano que hablaban. Por su traje inferimos serian judíos, y lo eran en efecto.
Informados despues supimos que, cuando la espulsion de los judíos de España, la mayor parte de aquellos proscritos, dirigiéndose al Oriente, tomaron asiento en las poblaciones turcas; conservando no obstante, el habla de sus padres de generacion en generacion, solo que, apartados de España, se ha pasado desapercibidas para aquella gente, las modificaciones que se han introducido en esta rica lengua desde el tiempo de su espulsion; y así es que la hablan muy anticuada, y á mas rozándose muchisimo con la italiana, que es la que está mas en uso en el Levante, han mezclado muchas frases de ella, y han concluido por hacer un castellano imperfecto.
De todas maneras, muy grato para un español es oir en aquellas apartadas comarcas, el sonoro lenguaje de nuestra cara patria.
Sobre todo en Salónica, cuya poblacion de 80 mil almas encierra 60 mil israelitas, es sumamente delicioso pasear por las calles; pues á cada momento oye los elegantes modismos y espresivas frases de la lengua que se derramó un dia por todos los ámbitos del globo, en boca de casi todos los habitantes. Llega uno á figurarse que se encuentra en una poblacion de su amada patria.
Una pintoresca escena acaecida en Malta en el regreso me ha hecho plantearme cuál sería la popularidad y las connotaciones políticas del Himno de Riego a mediados del siglo XIX, y en los diferentes puntos intermedios que hay entre la década de 1820 y la de 1930:
Concluida la comida se acudió otra vez al piano, á tocar por turno todos los que sabian, las mas bonitas piezas que se recordaban; alternando con los mas alegres coros que sabíamos cantar.
Allí hubo tambien, como para ceder á la fuerza irresistible de las circunstancias, el God safe the Queen, y la Marsellesa que tanto suele electrizar, sin olvidar, por supuesto, el tan popular como exaltado Himno de Riego en primer término, como buenos españoles.
Creo que Esteban Amengual Begovich, el autor de este opúsculo, no es especialmente conocido y pongo mi granito de arena para que se difunda su aportación. Hay un artículo biográfico en la Wikipedia en catalán, de donde continué con otro relativamente breve en la misma lengua, que sirve para hacerse una idea de la vida y obra del ilustre marino. La tesis doctoral de Miquel Ángel Limón es fuente de abundante y valiosa información donde profundizar, más allá de las batallitas con las que suelo conformarme.