Episodios Nacionales: La campaña del Maestrazgo

09/07/2023

«…y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.»

Continuamos con la tercera serie de los Episodios Nacionales, escrita por Pérez Galdós entre 1898 y 1900. La quinta novela de la serie es La campaña del Maestrazgo. Teníamos aparcado este proyecto hace muchos meses y habría sido una pena no leer ningún episodio nuevo en el año en que hemos visitado la casa natal de don Benito en Las Palmas.

La acción transcurre durante la Primera Guerra Carlista pero no en el escenario vasconavarro sino en el valencianoaragonés. Recuerdo que en mi libro de Historia de alguno de los cursos de la EGB aparecía un recuadro con una breve biografía de Ramón Cabrera, el Tigre del Maestrazgo. Hace relativamente pocos años leí sobre sus descendientes que viven en Inglaterra, también me encontré hace algún tiempo con un reportaje fotográfico sobre los olivos antiquísimos y gigantescos que hay en esta comarca que en prensa oficial y oficialista aparece mentada por su nombre catalán (el Maestrat).

El fragmento que más representativo me pareció del periodo histórico está en el capítulo 24. Es el alegato de don Beltrán de Urdaneta ante la perspectiva de su ejecución:

«Amigos, les agradezco la simpatía y delicadeza que en esta ocasión me han manifestado. Son ustedes caballeros; yo también lo soy. Como tal quiero morir; como tales se conducirán ustedes en el trance final, acabando mi vida con rapidez y sin martirizarme inútilmente. Yo les perdono de todo corazón. Y si me es permitido, por el fuero de ancianidad, dirigirles algunos consejos, allá voy; y esto que ahora les diga, sea para ustedes de autoridad, como expresión postrera del pensamiento de un moribundo. Condenado sin culpa, no diré palabra injuriosa ni vengativa contra el bando político que me arranca la vida, ni contra vuestro ejército… Todas estas cosas quedan para mí en un término lejano. Sin vituperar esta causa ni la otra, sin enaltecer a ninguna de las dos, os digo que no derraméis más sangre de españoles. Guardad esta sangre para mejores y más altas empresas. No defendáis con tesón tan extraordinario derechos de príncipes o princesas, pues voy entendiendo yo que tanto valen unos como otros, y que cuando la cuestión se dilucide y haya un vencedor definitivo, habréis desgarrado a vuestra patria, que es la legítima poseedora de todos los derechos. Mientras ponéis en claro, a tiros, cuál es el verídico dueño de la corona, negáis a la nación su derecho a la vida, porque le estáis matando todos sus hijos, y le destruís sus ciudades y le arrasáis sus campos. Será muy triste que cuando de vuestras querellas salgan triunfantes un trono y un altar, no tengáis suelo firme en que ponerlos. ¿Para qué queréis altar y trono, si luego han de cojear como esos muebles a que falta una pata? Allanad y afirmad el suelo ante todo, y esto lo haréis con las artes de la paz, no con guerras y trapisondas. Haced un país donde haya todo lo contrario de lo que unos y otros, a quienes no sé si llamar guerreros o bandidos, representáis; haced un país donde sea verdad la justicia, donde sea efectiva la propiedad, eficaz el mérito, fecundo el trabajo, y dejaos de quitar y poner tronos… Lo que va a resultar es que, cualquiera que sea el resultado, estáis fabricando una nación de bandolerismo, que en mucho tiempo, gane quien ganare, ha de seguir siendo bandolera, es decir, que tendrá por leyes la violencia, la injusticia, el favor, la holgazanería, el pillaje y la desvergüenza. En un pueblo a que dais tal educación, cualquier trono que pongáis será un trono figurado, de cuatro tablas frágiles y cuatro mal pintados lienzos.»

El discurso continúa, pero esta primera realmente me gustó por lo que siga teniendo de válido en la disputa política de dos siglos después.

 


Crónica de la guerra carlista

21/03/2022

Cartel

Habrá varios motores para mover estas líneas pero sin duda uno es la serendipia. Entre que el otro día recordamos una película del cine vasco de los ochenta y tras haber leído sobre la primera carlistada me ha venido a la memoria una película de 1988 ó 1989 de la cual recuerdo haber visto noticias televisivas sobre su rodaje y creo recordar también que de sus problemas de distribución: Crónica de la guerra carlista (1872-1876).  Esta se refiere a la segunda (o tercera) guerra carlista y no la había visto hasta hoy.

Se la tengo que recomendar más a los amantes de Clio que a los del séptimo arte. Gustará especialmente a los interesados en la Historia de Vasconia. Más que una película propiamente dicha es una especie de documental guionizado, pero se ven algunos rasgos del paisaje y del paisanaje que pervivieron hasta los finales del siglo pasado. También se puede decir que adolece de un sesgo difícil de evitar: asoma la perspectiva de la época en la que se rodó, que no es la misma que se tenía cuando los hechos acontecieron.


Episodios Nacionales: Luchana

20/03/2022

«…y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.»

Continuamos con la tercera serie de los Episodios Nacionales, escrita por Pérez Galdós entre 1898 y 1900. La cuarta novela de la serie es Luchana. Estamos en 1836 y comenzamos con el motín de los sargentos de la Granja para acabar con Espartero, que luego sería conde de Luchana, rompiendo desde este barrio de Baracaldo el segundo cerco que sufríó Bilbao durante la primera guerra carlista.

Está muy interesante el debate de los sargentos Alejandro Gómez y Juan Lucas con la Regente y su corte, pero como no es breve traigo aquí las palabras de un desertor carlista, más que nada porque los mismos prejuicios e iniquidad contra los que han mamado leche castellana pervivían en los restos de carlismo que pervivían a finales del XX y principios del XXI:

»Pues hay más, señor. Luego empezaron a buscarnos camorra a mí y a otros dos castellanos. Que si éramos de la cáscara amarga, masones o perdularios ateos. Yo no hacía caso, y seguía en mi trabajo. Pero un día me acusó un chico de Eibar de que yo había dicho no sé qué cosa de la Virgen… de esas expresiones que uno suelta sin pensar, cuando no le sale bien un trabajo, o cuando a uno le salta una brasa a la cara y le quema… pues de esas cosas que se dicen: total, nada. ¿Pero Señor, yo, buen cristiano siempre, cómo había de hablar mal de la Virgen? Y aunque algo dijera, es un suponer, no por eso deja uno de ser apostólico romano, al igual de ellos. Siempre he sido devoto de Nuestra Señora. Aquí, colgada de mi pecho, llevo, mírela usía, la medalla de la Pilarica, que me puso mi madre… Pues nada, que allí salió el capataz, uno de Lezo, que le llaman Choriya, de esos que se comen los santos, y amenazándome con un martillo, dijo que yo merecía que me atravesaran la lengua con un clavo ardiendo, por haber hablado de peinetas, nombrando a la Virgen; y yo le respondí que las peinetas eran para él, y tres más. Resultado: que me castigaron, y vino un capellán a echarme predicaciones, y lo mandé también a donde me pareció. Por esto, y porque a uno no le pagaban, resolví marcharme, y una noche me escapé con otros dos mozos, que también son de acá. No más, no más facción. Buen chasco nos habíamos llevado, pues creíamos que allá ganaríamos un jornal lucido, por ser aquello Reino pretendiente; pero nos salió la cuenta fallida, porque allí no hay más que miseria, malos tratos y desconfianza de todo el que ha mamado leche castellana, como yo, que en tierra de Burgos, donde mismamente estampó sus patas el caballo de Santiago, vine al mundo. Resultado: que hemos vuelto acá sin un maravedí, ladrando de hambre, y ahora nos vemos en nuestra tierra mal mirados por haber servido a ese pavo acuático, que antes cegará que verse Rey de las Españas.

En el capítulo de las cosas pequeñas con las que Galdós siempre me deleita descubrí que Fadrique es el mismo nombre que Federico, que acaso la cerveza no fuera una bebida popular en la primera mitad del XIX si hay un personaje que dice «toneles de una bebida que llaman cerveza, más amarga que los demonios», que a los participantes de la legión francesa en el conflicto los llamaron «argelinos», que la borona es pan de maíz (y me pregunto si borono, que es un nombre que se da a los paletos de campo en el País Vasco viene de aquí). No he conseguido averiguar a que fusil se llamaba chopo, que es un nombre que se ha dado después al Cetme, pero me ha parecido que el origen del término seguramente no sea el árbol sino el italiano schioppo, que también da en diminutivo escopeta.

Hace unos meses estuve escuchando un Documentos RNE dedicado a Espartero a partir del cual descubrí gran parte de la biografía del príncipe de Vergara. Concluyo con un párrafo que glosa su sacrificio personal antes de la liberación de Bilbao. Es lo menos parecido que pueda encontrarse a las últimas decisiones del gobierno respecto del Sáhara Occidental, que es lo que está en prensa hoy:

No debe mostrarse aislado el ejemplo de Espartero en la gloriosa Navidad del 36; que unido a otros ejemplos y memorias de aquel caudillo, resplandece con mayor claridad y nos permite conocer toda la grandeza de los hombres que fueron. Antes de la liberación de Bilbao, los suministros del ejército andaban como Dios quería. El Gobierno pedía victorias para darse tono, ¡victorias a soldados descalzos y hambrientos! Todo el mando de Córdoba fue una continua lamentación por esta incuria. No fue más dichoso Espartero, y en su afán de emprender vivamente las operaciones, ardiendo en coraje, atento a su decoro y a la moral de sus tropas, resolvió el conflicto de un modo elemental, casi inocente. Sin duda por ser del orden familiar, no se ha perpetuado en letras de oro, sobre mármoles, la carta que con tal motivo escribió a su mujer, la bonísima, hermosa y sin par Jacinta Sicilia. Decía entre otras cosas: «Empeña tu palabra, la mía, la de los amigos; empeña tus alhajas y hasta el piano; reúne todo el dinero que puedas, y mándamelo en oro». Tan diligente anduvo la dama, que con el mismo mensajero portador de la carta remitió a su esposo mil onzas. El General dio de comer a sus soldados, y a los pocos días, postrado en cama con mal de la vejiga, y viendo a sus queridas tropas en el grande aprieto del Monte Cabras y Monte San Pablo, salta del lecho, con una temperatura glacial, y hace lo que se ha visto… Desgraciada era entonces España; pero tenía hombres.


Miau

18/03/2022

Como ayer era festivo tuve tiempo de leer una novela. Miau (1888), de Pérez-Galdós cuyo título era uno de los que nos resultaban fáciles de recordar para los exámenes de literatura. El fragmento inicial de las obras es importante. Hay que empezar con algo que enganche, algo con lo que el lector se pueda identificar. Por ejemplo así:

A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios. Ningún himno á la libertad, entre los muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y echarse á la calle piando y saltando.

Hace algún tiempo leí en algún tuit o hilo tuitero que ahora no consigo encontrar que la onomatopeya tradicional para el sonido que hacen los gatos era mau y de ahí que digamos maullar y que miau se empezó a popularizar en la década de 1820 (si es que recuerdo bien). Lo curioso es que además de la conexión felina, MIAU representa en esta novela los puntos Moralidad, Income Tax, Aduanas y Unificación de Deuda, que vienen a constituir el programa fiscal de don Ramón Villaamil, que no sé si inspiró en algo al coronel que no tenía quien le escribiera de la otra orilla del idioma y del siglo siguiente.

Como es lógico me ha resultado curioso que durante la obra la expresión income tax aparezca en multitud de ocasiones en lugar del equivalente español que sería «impuesto sobre la renta». Esto nos hace suponer que el mismo concepto era extraño a nuestra esfera cultural durante el siglo XIX. De hecho, tras un intento durante la Segunda República, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas aparece en España en su forma actual en 1977. Otra palabra que aún no estaba naturalizada aún en 1888 es gorila, que aparece como gorilla.

Una expresión que en desuso que me gusta y que creo que le he leído a don Benito en algún otro lugar es la de «sin decir oxte ni moxte». También me sorprendieron las referencias al polaquismo y a las polacadas, que han merecido algún que otro artículo erudito e incluso una biografía de Luis José Sartorius, conde de san Luis, del partido de Narváez, que según parece daba nombre a la facción política de «los polacos» pero cuyo origen familiar en realidad no era polaco sino alemán.

Esto es escandaloso, esto es el delírium tremens del polaquismo. Ni en las kabilas de Africa pasa esto. ¡Pobre país, pobre España!… Se ponen los pelos de punta pensando lo que va á venir aquí con este desbarajuste administrativo…

En el lenguaje de Galdós hay mucha artesanía. A través de Miau se ve la parte burocrática del Madrid decimonónico, se obtiene una vista privilegiada de aquella institución de la cesantía entre otros elementos de la vida social en un mundo con una esperanza de vida menor, mortalidad elevada (en especial la infantil), omnipresencia de la religión y otros elementos que hoy nos resultan lejanos. Yo he pasado un rato entretenido, pero no siendo lector de novelas lo que tengo que hacer es ponerme con los Episodios Nacionales que tengo pendientes.

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Hacia Bujará

09/02/2022
Burnes en Bujará

Burnes en Bujará

Tras leer el Empires of Indus de me pareció interesante echarle un vistazo a Travels into Bokhara del viajero inglés del siglo XIX, Alexánder Burnes. En esta década tenemos la inmensa fortuna de que estos libros antiguos estén ampliamente disponibles: una edición original no es precisamente barata.

He disfrutado de la lectura sobre esos lugares del Asia Central a los que no tengo pensado ir, aunque sí está entre mis planes seguir con Cabool. La grafía de los topónimos hindustaníes no es en el siglo XIX la misma que se emplea actualmente. Los nombres propios son a veces medio obvios y a veces algo menos en función de cuánto se conozca la geografía del subcontinente indio, pero cuando se trataba de «the violence of the Seik» me costó darme cuenta de que hablaban de los sijs (Sikh en inglés actual) y no de un jeque (sheik). Es una lástima que no se mantuviera Gooroo, en lugar de gurú, con todas esas oes. No es un libro para no iniciados ni que pueda recomendar a quienes no tengan un interés muy específico en la exploración y la ruta de la seda, pero puedo decir que lo he disfrutado. Aquí hay un mapa de las aventuras de Burnes. Me ha sorprendido ver que la Wikipedia en español no tiene tenía la biografía de este hombre, así que he hecho una traducción yo mismo.

05.08.2013


Viaje de Ceilán a Damasco con D. Adolfo Rivadeneyra

06/02/2022

De Ceylán a Damasco

Me ha dado por volver al tema de los viajeros españoles de antaño, en concreto de los que recorrieron el Oriente. En la sección de libros electrónicos de la Biblioteca Nacional de España puede encontrarse la obra del diplomático Adolfo Rivadeneyra (1841-1882) impresa originalmente en 1871 cuyo título completo sería Viaje de Ceylan a Damasco, Golfo Pérsico, Mesopotamia, ruinas de Babilonia, Nínive y Palmira, y cartas sobre la Siria y la isla de Ceylan (que se puede suponer que comercialmente no funcionaría demasiado bien en nuestros tiempos). El volumen consta de dos partes: en la primera el cuenta su viaje en 1869 desde la isla de Ceilán (actual república de Sri Lanka) hasta la capital de la actual República de Siria, dominadas en aquel entonces respectivamente por ingleses y otomanos. La segunda parte son cartas de años anteriores sobre ambos territorios.

Las narraciones de viajeros antiguos se han convertido en uno de mis géneros favoritos. Hoy mismo he estado escuchando una conferencia sobre Giovanni Belzoni. En lo que toca al Viaje de Ceylán a Damasco voy a dejar unas cuantas notas sin ánimo de cubrir el libro entero ya que tengo pensado volver al mismo en algún momento, a ver si logro hacer un mapa un poco decente del recorrido dado que los que he encontrado no me han acabado de convencer.

Un hallazgo que me ha parecido curioso a cuenta un comentario de don Adolfo, que estando en Bombay a finales de mayo de 1869 se acerca a visitar las grutas de la isla Elefanta:

El estado de conservacion de este templo es muy bueno: han caido algunas columnas; aquí, allí, se han estropeado várias figuras ó borrado en parte los relieves, pero el todo ofrece un magnífico conjunto, que se piensa en reproducir con el auxilio de la luz eléctrica.

Lo curioso es que encontré varias noticias en las que se indicaba que la electricidad llegó al lugar en 2018, setenta años después de la independencia de la India y casi siglo y medio después del paso del diplomático español.

Servidor no había oído hablar del wahabismo antes de 2001. Me pregunto si la explicación que se da en el capítulo que cubre el viaje de Bombay a Basora no será una de las más antiguas que haya en español.

Entre las muchas sectas que han surgido en Arabia, la de los uahhabies es, á no dudarlo, la que ha estado más á punto de imponerse triunfante á todas las demás.

Á mediados del siglo pasado nació en el Neched Muhammad-ben-Abd-el-Uahhab, ó sea Mahoma, hijo del esclavo del Generoso, pues entre los árabes, casi tocios los nombres son apelativos que se refieren á atributos de Dios, quien concibió durante su permanencia en Damasco la idea de reformar el mahometismo. Trazado su plan con las vastas miras, patrimonio de hombres superiores, regresó á su país, y con el Coran en la mano, ajustando su conducta á sus intentos atrevidos, sostuvo públicamente que los árabes habian ido desvirtuando cada vez más las prescripciones del arriero de la Meca: discutió, porfió, trató desde luégo de ir separando su nueva grey de la antigua, portan, altas barreras como las que Mahoma interpuso entre sus sectarios y los cristianos, y contando con buen número de adictos, la fuerza y las violencias conquistaron luégo por todas partes hasta los más reacios.

Intenté comprobar la etimología del nombre del río Tigris. Parece que lo que indica don Adolfo no es correcto:

El Tígris figura en el Génesis bajo el nombre de Jidekel, que significa rápido; los antiguos persas lo llamaron Tigra, que equivale á flecha; pero hoy se dice Dichleh, palabra que creo venga de las dos persas dech Klet, diez rios, pues otros tantos son los que recibe únicamente y por la parte oriental.

De los muchas descripciones de costumbres me he quedado con esta sobre baños orientales, cafés, harenes y clases sociales:

Los baños no tienen tarifa, y se pagan segun la categoría y esplendidez de las personas, porque los árabes tienen un dicho, cuya significacion es ésta: «El hombre se muestra á sí mismo en el modo de pagar el café, el baño…», y otra cosa que no nombro. Al vulgo lo bañan por un par de reales, á mí por un duro; verdad es tambien que los accesorios varian: á aquél le dejan solo y apénas le mudan los lienzos; yo ocupo un hombre durante una hora, hago desplegar dos docenas de toallas, ribeteadas de oro y perfumadas con esencia de rosa; refresco, fumo y tomo café. Un bajá paga cien reales, y un valy doscientos ó más, segun la importancia que quiera darse.

En Beirut don Adolfo tiene la excelente idea de sustituir el fez o tarbush típico de los habitantes por la chapela. Me parece a mí que los diplomáticos franceses e ingleses del XIX hacían mucha más labor comercial y con más éxito que los españoles:

España no hace aquí ningun comercio, aunque creo que bien podria hacer alguno. En Turquía, por ejemplo, todo el mundo lleva la cabeza cubierta con el tarbuch, gorra colorada, que se importa de Austria, cara y de mal color. ¿Por qué no habian de preferir los tejidos de la boina vascongada ó del gorro catalán acomodado á las formas aquí usadas?

Una de las ideas de largo recorrido que continúan en nuestro tiempo y diferencian la civilización de la Hispanidad de la angloparlante. Viene a ser lo del imperio generador y el imperio depredador de Roca Barea, pero con palabras en el siglo XIX:

Los ingleses no se mezclan jamas con los habitantes de sus colonias, ni tampoco los esclavizan, como los holandeses; no llega la filantropía al punto de asimilárselos, ni el interés al de convertirlos en instrumentos de su codicia; sujetan millones de hombres, más que por la fuerza bruta, por la fuerza moral y por medio de una organizacion ordenada y libre, al amparo de leyes que nadie puede traspasar. La única diferencia entre un inglés y un indio consiste en que este último no puede tener empleo militar cuyo sueldo pase de 500 duros anuales.

Los ingleses en sus colonias son tutores severos de pueblos á quienes infiltran sus ideas y costumbres; pero, no constituyendo nunca una raza con los indígenas, cual nosotros en América, jamas podrán decir que contribuyeron á la fusion ó á la modificacion de la especie humana, carácter primordial de toda colonia, y el único que con el trascurso del tiempo llegará á excusar, ya que no á justificar, el abuso de la fuerza.

Entre otras cosas pendientes entre las que destaca lo del mapa bonito no he sabido averiguar qué enfermedad es el «grano de Mesopotamia» que se mienta en varias ocasiones. A ver si para la siguiente ocasión.


El turco

07/11/2020

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The Turk: The Life and Times of the Famous Eighteenth-century Chess-playing Machine (2002).

Trata de un autómata que en el fondo (del armario) no era tal. Es una de esas historias que cualquier aficionado al ajedrez conoce de oídas a través de los numerosos anecdotarios que se han publicado en relación al noble juego. Yo además de haber leído sobre el ingenio de Von Kempelen resulta que tuve un metrónomo Maelzel, lo cual conecta la historia con mis dos aficiones principales. El relato es interesante como concepto pero sus detalles me resultaron superfluos y seguramente tengan más interés para el aficionado a la mecánica que para el ajedrecista (o el músico).

Para quien juega al ajedrez, al final El Turco no es más que una trampa: el escondrijo donde un humano se oculta y acciona los mecanismos que mueven los brazos de la marioneta. Ilustraré el relativo desinterés con mi caso personal: Alguna vez había leído que Pillsbury (1872-1906) fue uno de los jugadores que manejaron al pseudorobot. Según iba leyendo el libro y el nombre no acababa de aparecer me di cuenta de que su época es más tardía. La solución a mis dudas es que lo que el maestro estadounidense manejó se llamaba Ajeeb, que es el nombre de otro muñeco posterior, también de aspecto oriental.

Siempre cito a Cervantes en aquello de que no hay libro que no tenga algo bueno y aquí he descubierto que en inglés se suele usar el nombre de Philidor  para hablar del famoso jaque mate que en español se conoce como «mate de la coz», si bien en unas pocas ocasiones lo he oído llamar «mate de Greco», lo cual sería más justo que lo que hacen los anglosajones, ya que en 1620 el calabrés fue el primero en documentarlo. Me he enterado también de la existencia de un texto de Benjamin Franklin, The Morals of Chess, que no sé por qué no se cita más a menudo. Por cierto, que a finales del XVIII los estadounidenses no llamaban aún América a su país:

Playing at Chess, is the most ancient and the most universal game known among men; for its original is beyond the memory of history, and it has, for numberless ages, been the amusement of all the civilized nations of Asia, the Persians, the Indians, and the Chinese. Europe has had it above 1000 years; the Spaniards have spread it over their part of America, and it begins lately to make its appearance in these northern states.

Por último una reflexión respecto a cómo para el entendido en cualquier cosa es imposible disfrutar de contenidos destinados al público en general. A mí en general las películas de ajedrez me parecen malas. Supongo que este libro no estará exento de otros errores pero para mí los más destacables aparecen en forma de diagrama:

En la página 152 hay un diagrama donde se indica que el negro debería ganar en 7 jugadas. Lo he mirado un rato y me parecía imposible. Se lo he puesto al ordenador y es que es imposible. Obviamente no he sido el único.

 

En la página 152 hay dos diagramas de los que se nos dice que el bando que juegue ganará. En el primero, en el que la posición no es simétrica, es fácil darse cuenta de que el blanco no puede ganar y algo más difícil encontrar la maniobra del negro. El otro me gusta y me parece muy instructivo. Es raro que el jugador de dentro de la máquina pudiera perder si lo conocía, aunque es suficiente con que el rey se caiga en la casilla de al lado.

Estos errores fácilmente evitables me provocan cautela no sólo ante este libro sino ante casi todo producto de la mente humana, lo cual es una actitud intelectualmente sana.


Cómo se elegía al Dogo de Venecia

25/10/2020

He estado viendo en la BBC la serie Francesco’s Venice (de 2004, que Francesco se pasa los episodios fumando donde le da la gana). Francesco da Mosto, historiador del arte, pertenece a una larga estirpe veneciana de la cual forman parte uno de los descubridores de Cabo Verde y una moza que le pegó la gonorrea a lord Byron. Estuve una vez un día en Venecia y no me enteré demasiado y antes del covid había creído conveniente no regresar a esta ciudad sobrecargada de turistas, lo cual no obsta para que albergue en mí cierto interés por lugar históricamente tan relevante.

Los 4 episodios llevan consecutivamente por nombre sangre, belleza, sexo y muerte. Los dos primeros me han parecido más interesantes que los dos últimos. Cuando estuve en Estambul pude saber mucho de la cuarta cruzada de 1204 y de por qué los constantinopolitanos odiaban a Enrico Dándolo y los venecianos, pero hay que interesarse por Venecia para saber de la masacre de los latinos de 1182. Poner la palabra sexo para vender cualquier cosa acaba siempre en fraude y en cuanto a la muerte: en el siglo XIX se da demasiada importancia al romanticismo y al imperio británico siempre pero más aún cuando se le quiere vender un producto a británicos que miran al pasado con romanticismo.

El fragmento que he traído es sobre un aspecto de la vida política de la República de Venecia que suele aparecer en los manuales de ciencia política, sección sistemas electorales meramente a modo de curiosidad: el mecanismo de elección del Dogo (creo que no hace falta ponerle mayúscula pero no me lo confundan con un chucho). Si no se entiende lo que Francesco quiere decir en el vídeo hay artículos divulgativos donde se explica y abundante bibliografía académica que interpreta las ventajas y desventajas de un sistema que a mí me cuesta comprender aunque más aún me cuesta entender que pudiese estar vigente sin modificación durante tantos siglos.

Si alguien quisiera recordarlo me parece que la mejor forma de visualizarlo sería algo como un diagrama de flujo o la tabla que aparece en el paper de Coggins y Perali:

En todo caso en Venecia abundan los elementos bizantinos, valga el doble sentido.


Las lanzas coloradas

15/09/2020

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Una serie de casualidades me puso en la pista de Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri (1906-2001), novela cuyo título no recuerdo haber oído hasta hoy. Primero estuve hablando bastante rato con una compañera venezolana, ya después del trabajo y por casualidad me encontré un artículo sobre la independencia de su país y quise saber quienes son o fueron los mantuanos. Así descubrí que tanto Las lanzas coloradas (1931) como Los amos del valle (1979) de Herrera Luque son novelas en las que aparece representada esta clase social. Algo más tarde encontré en redes sociales el alegato de una dama contra el uso político feminista de la lengua. Esta señora se revindicaba en una educación tradicional que incluía el haber leído la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos y la novela que nos ocupa y que esta misma tarde me he visto impelido a leer.

Si mi ignorancia no fuera compartida creo que es una obra que debería tener mayor reconocimiento en España. Acaso lo tenga en Venezuela. Una novela de unas 160 páginas ofrece la extensión ideal para afrontar con alumnos de secundaria algunos de los temas clave de nuestra historia compartida.

Por ejemplo este párrafo como de inicio de saga en el que ni de color negro ni rosado se despliega la historia que ha sido llamada conquista, encuentro e invasión y que no es sino la epopeya de la creación de nuestra América:

Cuando la tierra de Venezuela era sólo selva intrincada y llanura árida, comenzaron a abrir el camino del hombre los encomenderos.
Eran duros, crueles, ásperos, ávidos de oro, y, sin embargo, también como iluminados de una divina misión.
De España llegaban los galeones lentos que aran el mar y en la primera costa se dispersaban como un vuelo de pájaros altaneros.
Fueron tiempos heroicos. Íbanse unos a Coro a establecer su solar, otros se quedaban en una sierra de la costa, otros llegaban a Cumaná, algunos penetraban hacia el centro, y todos adquirían su encomienda de indígenas, erigían una horca, fundaban una ciudad, y con los indios indolentes se daban a romper la tierra virgen para buscar oro o para sembrarla.
Algunos se quedaban en las guarniciones, a algunos mataban las flechas o las fiebres, alguno envejecía pobre soñando con una expedición a El Dorado fabuloso.
Entre ellos vino don Juan de Arcedo, matachín, jugador y arrogante.

Ayer mi hija me había informado de que los tigres son más grandes que los leones y sólo pude contrarrestar su superioridad en ese campo con el dato de que cuando los españoles llegaron a las Américas (donde no había tigres) utilizaron ese nombre antes de adoptar los de los indígenas para referirse no sé si al jaguar o al puma. Un párrafo bello:

Salió de hondas mesetas, pasó tierras interminables, en las que los árboles no deja entrar el sol, montañas de sombra verde. Vio pájaros como joyas, parásitas gigantes, tigres de seda amarilla, venados blancos. Atravesó llanuras, sin ver en días enteros otra cosa que la llanura desnuda. Cruzó ríos anchos como el mar, donde duermen todas las lluvias. Bajo sus pies, el mundo daba vuelta. Venía de lejos.

El momento histórico de la independencia de las colonias americanas contiene todo tipo de elementos de state-building y nation-building. Hubo una reflexión del protagonista Fernando Fonta en la que parece que Uslar Pietri quisiera adelantarlo dos siglos a la noción de «comunidad imaginada» de Benedict Anderson:

– ¿Dónde queda Aragua?
– En la provincia de Caracas, de la Capitanía General de Venezuela.
– ¡No! No en la Capitanía General, sino simplemente en Venezuela.

Venezuela es su patria, y por ella está obligado a dar su sangre. Todos los hombres que han nacido sobre este territorio son sus hermanos, y por el bienestar de ellos está obligado a batallar; y todos los hombres que han nacido fuera del territorio son extranjeros y no deben tener mando ni intervención sobre esta tierra que es nuestra.

Aquellas palabras lo arrancaban del círculo de sus pensamientos ordinarios. Sabía que la tierra de «El Altar» era suya, pero nunca llegó a pensar que entre él y toda la extensión que el nombre de Venezuela abarca pudiera existir un nexo, un nexo tan profundo como para obligarlo a dar su vida.

Era un sentimiento un poco confuso, pero en cierto modo agradable. Todos los hombres que en ese instante nacían sobre aquella tierra, que sólo conocía en escasa parte, estaban ligados a él y trabajaría gustoso por ellos aun cuando no llegara a conocerlos nunca.

Eso era la patria. La sangre de los hombres une y amasa la tierra vasta y dispersa. La une y la hace tierna como carne.

Acababa de atraparlo una súbita atadura. Empezaba a hallar diferentes los hombres que lo rodeaban; le parecían de pronto cambiados, transfigurados, ungidos de fraternidad ciega.

Acababa de nacerle una porción gigantesca del sentimiento. Hubiera querido besarlos a todos, demostrarles de un modo desusado la sinceridad de su emoción.

Y por contraposición a la visión romántica, una mucho más material de la idea de patria y bastante más realista sobre lo que son las guerras civiles y las de liberación. Este fragmento me parece especialmente recomendable en el día que un vicepresidente del gobierno de España ha mostrado su ignorancia militante sobre otra guerra más reciente en la que también pasaron estas cosas:

Campos mandó hacer alto y destacó un hombre para allegar informes. Aún no había decidido su conducta. Hasta ese instante había obrado sin recapacitar. Sólo sabía que iba para la guerra. Pero aún ignoraba si sería realista o republicano.

Mientras regresaba el emisario, llamó a uno de sus oficiales:

– Mira, Natividad; ven acá.
– A la orden, jefe
– ¿Qué te parece esta vaina?
– ¿Cuál?
– ¡Guá! Ésta de habernos alzado.

Natividad temía responder algo que estuviera en desacuerdo con el pensamiento de Campos.

– Muy bien hecho. ¿Hasta cuándo íbamos a aguantar?
– Ahora estamos arriba, Natividad.

Los de abajo, que se acomoden.

El otro rió con malicia; rieron los dos, celebrando sus ideas siniestras.

– Bueno, Natividad. Pero tú no has pensado una cosa. ¿De qué lado nos vamos a meter?
– ¿Cómo, de qué lado?
– ¡Guá! De qué lado? Si nos hacemos godos o republicanos

Natividad guardó silencio un instante.

– Bueno, mi jefe, ¿y qué diferencia hay?
– ¡Mucha! ¡Cómo no! Tú no ves: los godos tienen bandera colorada y gritan: «¡Viva el rey!».
-Eso es.
-Mientras que los insurgentes tienen bandera amarilla y gritan: «¡Viva la libertad!»
-¡Ah, caray! ¿Y qué escogemos?

Otro de los oficiales, Cirilo, que había estado oyendo, se aproximó

-Nadie me ha llamado, pero yo voy a meter mi cuchara. Ésas son tonterías. ¿Qué nos ofrecen los insurgentes? ¿Libertad? ¡Ya la tenemos!
– Eso también es verdad -comentó Natividad
– ¿Y la patria? -agregó riendo Presentación Campos.
– ¡Qué patria, ni qué patria de mis tormentos! ¿Qué me ha dado a mí la patria? Eso es para asustar a los muchachos. Si usted me permite le hago una comparación.
-Echala.
-Ahí va, pues. A mí, eso de la patria me suena lo mismo que eso del amor. ¿Usted no ha visto por ahí, pues, esas gentes que se enamoran, y andan suspiro y suspiro y no consiguen nada? Pues, lo mismo. La patria es un puro suspiro. No hay que enamorarse, sino barajustarle a la mujer.

Todos rieron estruendosamente celebrando la comparación.

– ¡Ah, hijo e puya este Cirilo!
– Por mi parte -dijo Natividad-, yo creo una cosa. Los godos tienen mucho tiempo mandando y ya están ricos y buchones. Con ellos se puede conseguir algo. Mientras que los insurgentes están más arrancados que un huérfano. Con esa gente no se consigue sino hambre.

A esta razón regresó el hombre destacado para espiar. El pueblo no tenía guarnición, las gentes eran pocas y desarmadas, y había una pulpería con muchos víveres.

Después de oír los informes, Campos se acercó al grueso de su gente.

-Bueno, pues, muchachos. ¡Vamos a ver si es verdad! Ahí está ese pueblo, desarmado y con bastantes cosas.

Cuadren el círculo los defensores de las identidades oprimidas. Presentación Campos era un esclavo que acaba de emanciparse, pero ya ha perpetrado violencia de todo género y acciones de las más innobles que uno pueda imaginar, lucha contra la independencia del país, pero la independencia del país son los intereses de la clase criolla que quiere mantener la esclavitud. Así las guerras civiles.

 

 


Las minas del rey Salomón

28/06/2020

Debería buscarlos de segunda mano

Este fin de semana me ha dado por leer en inglés King Solomon’s Mines. Las minas del rey Salomón  uno de aquellos libros que leí en español hace más de treinta años en la misma colección juvenil que El mundo perdido y algún otro. A diferencia del de Conan Doyle de este no me quedó demasiado en la memoria. De otro modo no me habría sorprendido la notable presencia de portugueses en Suráfrica y quizá habría recordado alguna de las palabras en afrikaans que, como kraal o biltong, aprendí o volvi a aprender años después. El subgénero de aventuras en mundos perdidos es uno de los que más interés pueden despertar por la lectura en niños y adolescentes.

Durante la lectura me ha resultado imposible abstraerme de las guerras culturales en curso. Ya en el capítulo 1 aparece la famosa palabra que empieza con ene y que nadie que no lo sea puede escribir ni pronunciar según reciente convención neopuritana en el mundo anglófono, así que supongo que el hecho de que el autor la use para decir que no va a usarla tampoco lo libra.

Obviamente el contexto es el del imperialismo británico en el mundo colonial de 1885, el año del Congreso de Berlín. Esto del trasfondo no sé si vale mucho la pena explicárselo a los que se indignan por que Cristobal Colón no fuera vegano, ni feminista, ni respetuoso con la Convención de Ginebra. A mí, sin ser especialmente anglófilo, me resulta una literatura fascinante que además me encanta. Luego puedo reflexionar sobre las miserias de aquel mundo tanto desde un punto de vista moderno como desde el tradicional de la civilización hispánica, también extendida militarmente pero que al menos conseguía paliar la distancia cultural al cabo del tiempo mediante un mestizaje que para los ingleses decimonónicos era abominación.

Say to my lord, Bougwan, that—I love him, and that I am glad to die because I know that he cannot cumber his life with such as I am, for the sun may not mate with the darkness, nor the white with the black.

The poor creature was no ordinary native girl, but a person of great, I had almost said stately, beauty, and of considerable refinement of mind. But no amount of beauty or refinement could have made an entanglement between Good and herself a desirable occurrence; for, as she herself put it, «Can the sun mate with the darkness, or the white with the black?»

Incidiendo en el punto de vista hispánico con el que aprendí a ver las cosas y desde el que considero las que veo en la esfera de influencia anglosajona en la que resido (este es un tema central en las notas que aquí voy dejando) me sorprende que un personaje que se gana la vida como cazador de elefantes en África ponga como término de comparación con una masacre no ya a las luchas de gladiadores (hasta ahí bien) sino a la tauromaquia:

And so the deadly game went on, till about a hundred bodies were stretched in rows behind us. I have heard of the gladiatorial shows of the Cæsars, and of the Spanish bull-fights, but I take the liberty of doubting if either of them could be half so horrible as this Kukuana witch-hunt. Gladiatorial shows and Spanish bull-fights at any rate contributed to the public amusement, which certainly was not the case here. The most confirmed sensation-monger would fight shy of sensation if he knew that it was well on the cards that he would, in his own proper person, be the subject of the next «event.»

Una novela para disfrutar sin pensar demasiado. Hay además varias versiones cinematográficas y creo que ninguna le hace justicia. La de 2004 que he estado mirando sin demasiada atención tras acabar la lectura mete a una moza muy atractiva (no puedo demostrar si por inclusividad o por agregar tensión sexual a la trama, aunque tampoco tengo dudas) y pone de malos a unos rusos, que también es un tema jolibudiense clásico (por cierto, que van vestidos como comisarios políticos bolcheviques de cuatro décadas después) y así se evitan poner de malos a los negros que estaban allí en África a sus cosas. Bastante floja, y por si fuera poco 3 horas.