El segundo libro
Tenía mucho interés en leer segundo volumen que igualmente versa sobre aspectos muy fundamentales que están en los mismos cimientos de la ciencia política. Estoy muy de acuerdo con la idea de Feynman de que hay que volver continuamente a los rudimentos y a repensar las bases de lo que uno ya conoce porque ese es el modo de generar nuevas ideas. A este segundo tomo sobre el orden de Fukuyama le han puesto en español «Orden y decadencia de la política» que no es quizá la más precisa pero sí seguramente la más legible. Political Order and Political Decay: From the Industrial Revolution to the Globalization of Democracy es el título original que da una idea un poco más precisa de la materia y de la etapa histórica de las que se trata. El primer volumen, sobre los orígenes del orden político, lo he comentado ya acaso en demasía.
Mientras que en el primer tomo se trataba de la creación de estructuras políticas hasta llegar al estado y de las formas y modos que adoptaban para seguir existiendo aquí el asunto está en los problemas y las cosas que van mal. Hay bastantes ejemplos de sistemas políticos que se derrumban (URSS), estados fallidos que nunca llegan a operar (Somalia), otros que tras alcanzar un nivel de desarrollo considerable vuelven para atrás (Argentina) y muchos sobre los que es discutible sobre si están mejorando o empeorando (Occidente) en un mundo apenas recientemente globalizado. Diría que gran parte de la discusión política de este momento se basa en esto último.
Muchas de las explicaciones de Fukuyama no me parecen convincentes. Aunque la geografía es un aspecto relevante me parece que no se puede demostrar que Prusia creó un estado fuerte a partir de un ejército fuerte debido a la vulnerabilidad de su posición estratégica.
La idea del equilibrio de baja confianza de Italia y la explicación de que tanto los transalpinos como los griegos tienen lo que tienen por causa del bajo capital social (Putnam) y el nepotismo es tentadora. Lo es porque porque esos fenómenos existen y están muy presentes (España también podría entrar en este grupo) pero falta mucho para que la idea sea totalmente explicativa.
El tránsito entre el patronazgo y el clientelismo que se dio en EEUU en el siglo XIX y que luego se ha extendido sí que puede haber sido un desarrollo político importante. Me parece que para que se produjera hizo falta que existiera clase media y una cierta capacidad ¿ideología? de crear símbolo y comunidad imaginada.
Hay una parte muy interesante relativa al fracaso de los estados en nation-building que opone las condiciones de partida similares de Indonesia y Nigeria (países extractores de recursos fósiles de base multiénica) y el relativo éxito de uno y fracaso de otro en crear una nación. Del mismo modo compara el éxito de Tanzania y el fracaso de Kenia , dos países vecinos y muy similares en muchos sentidos para el mismo propósito de crear una nación a partir de una diversidad de grupos étnicos (curiosamente el éxito de Tanzania parece deberse a la mayor profusión de grupos, que supone que ninguno pueda aspirar a convertirse en dominante a diferencia de los kikuyus de Kenia; en el caso de Indonesia el éxito, con sus fracasos en Timor Oriental, Aceh… se debe a la iniciativa política y el fracaso de Nigeria a no haber sido capaz de romper con el tribalismo)
La parte dedicada al modelo autoritario asiático de estado fuerte y economía de mercado controlada es muy interesante en todos sus detalles. En muchos sentidos podría ser el modelo a seguir para otros países que quisieran desarrollarse aunque es posible que les falte ese tipo de cultura colectivista. Interesantes son las instituciones que por su diseño e incentivos aparentes en Occidente habrían estado condenadas al fracaso. Lo que resulta irónico de esta parte es que la existencia de modelos eficientes y alternativos a la democracia liberal occidental parece desmentir al Fukuyama del Fin de la Historia.
La descripción de los Estados Unidos como «estado de tribunales y partidos» (Stephen Skowronek) me ha resultado interesante. Nunca había reflexionado sobre cómo el cambio político en ese país se produce a través de largos procesos judiciales y sentencias que acaban suponiendo un hito en lugar de mediante el proceso político electoral. La vetocracia y la tensión Presidente-Congreso-Senado bloquean en gran medida el proceso político, que podría haber estado involucionando en los últimos años.
Hay aspectos muy interesantes sobre la «burocracia», entendida no cómo trámite y papeleo al estilo español sino en el sentido de administración. Cómo es necesaria y a la vez puede acabar resultando un problema. El concepto de «mimetismo isomórfico» mediante el cual unos países adoptan la estructura burocrática de otros sin llegar a alcanzar jamás los mismos resultados me ha parecido una buena idea para expresar lo que se busca mediante la creación de comités y observatorios de fines nobles (para mejorar la educación y que sea como en Finlandia) y que aparte de ofrecer algunas sinecuras jamás logran lo que se proponen.
Un gran tema en el que creo que estamos inmersos es el de la democracia y su relación con la situación de la clase media. La opinión clásica es que la democracia precisa de una clase media (cuya aparición Marx no pudo prever y que es la que evita que se produzca el conflicto de clases que él previó). Parece que en la mayor parte de los países del desarrollados la edad dorada de esta clase media (que en realidad serían varias clases) ya pasó. La atomización de grupos dificulta la consolidación de coaliciones reformistas. La última salida parece que ha sido la populista y desde desde que se escribió este libro hasta hoy he visto Podemos, Brexit, secesionismo catalán, Trump, Marine Le Pen, autoritarismo de estilo polaco-magiar en lugar del clásico tránsito de gobiernos socialdemócratas y democristianos al que las décadas nos habían acostumbrados. El bloque liberal-conservador parece algo más sólido pero el progresista-sociáldemócrata-redistribuidor lo encuentro totalmente perdido en una serie de causas identitarias y single issues que a veces colisionan entre sí y se les van de las manos.
Por último, una idea bien razonable de Fukuyama es que hay muchas causas de decadencia del orden político y que el exceso de democracia puede ser una de ellas.
Lo mismo que al primer volumen, le veo méritos para convertirse en un fijo en la bibliografía académica de la disciplina.