Lo que tú tienes se llama obsesión
Hoy sábado el espacio entre audiovisuales lo ha ocupado La obsesión antiamericana, libro de ensayo de Jean-François Revel publicado en 2002. Lo primero que toca es dejar una nota de descargo indicando que si se habla con propiedad se trata de la obsesión antiestadounidense, que es una palabra in poco torpe así que usaremos la del autor confiando en que ni en Canadá, el Caribe, la cuenca amazónica o la Patagonia se den por aludidos.
En poco más de cien páginas Revel analiza este fenómeno del que, parafraseando a Lenin, podríamos decir que se trata de una enfermedad infantil. Una que a mí mismo me ha aquejado en no pocas ocasiones. El libro se publicó en 2002 y algunos de los aspectos han quedado superados por dos décadas repletas de acontecimientos. Estoy pensando en especial en las muchas menciones al no sé si extinto movimiento antiglobalización y en la supuesta conversión de Rusia de Putin en una potencia occidental homologable. A principios del siglo XXI los Estados Unidos eran el hegemón mundial incuestionable y veinte años después, con el auge de China, la recuperación de Rusia y la incorporación de nuevos actores internacionales, éste es un estatus mucho más discutible.
Como he dicho, yo he adolecido de muchos de los defectos de pensamiento que se mencionan en este libro como por ejemplo el hacerle a los EEUU la crítica de ser el gendarme global y la contraria de caer en el aislacionismo para librarse de ejercer la responsabilidad histórica que le otorgan su superioridad económica y tecnológica. Hoy por hoy estoy en nómina de una compañía yanqui y lo que menos ganas tengo de ver en la geopolítica es el cambio del mundo dirigido por los EEUU hacia el siguiente, que mucho me temo que no será un paraíso de hermandad entre las naciones sino un modelo al que le pondrá reglas alguien mucho más alejado de nuestros valores.
Irlanda, el país en el que vivo, es un país supuestamente neutral que ni siquiera es miembro de la OTAN y que dispone de un ejército diminuto. Está como quien sale a la calle sin paraguas confiando en no mojarse porque algo le han de cubrir los que llevan los amigos entre los que camina, en este caso el Reino Unido y los EEUU. Del mismo modo, España, mi país de origen, es un país en franco retroceso demográfico que lleva décadas haciendo menos que el mínimo gasto militar indispensable y que sólo podrá mantener su territorio africano a lo largo del siglo sólo contando con el apoyo de los socios del bloque occidental. Me parece muy tonto ser antiamericano cuando la seguridad y el sustento de uno básicamente dependen de que el statu quo mundial siga en su sitio.
Revel habla desde Francia que es junto con España uno de los países más antiyanquis de Europa. Dice que el antiamericanismo de derechas es una peculiaridad sobre todo francesa. Yo diría que se da en España del mismo modo. Supongo que por el haber sido imperio, por lo de la guerra de Cuba, la tensión catolicismo-protestantismo, el «que inventen ellos» y el orgullo inane de algún periodo por aquello de decir ser la reserva espiritual de Occidente.
Y extendiéndolo a nuestro mundo cultural iberoamericano cita a Rangel en Del buen salvaje al buen revolucionario:
«Para los latinoamericanos constituye un escándalo insoportable que un puñado de anglosajones, llegados al hemisferio mucho después que los españoles y en un clima tan crudo, que poco faltó para que ninguno de ellos sobreviviese a los primeros inviernos, hayan llegado a ser la primera potencia del mundo. Sería necesario un impensable autoanálisis colectivo para que los latinoamericanos pudieran mirar de frente las causas de ese contraste. Por eso, aun sabiendo que es falso, todos los dirigentes políticos, todos los intelectuales latinoamericanos están obligados a decir que todos nuestros males encuentran explicación en el imperialismo norteamericano».
Una idea importante del libro es que Europa es el desastre y que si acaso los EEUU son quienes han hecho para recoger los pedazos y recomponerlos:
En cuanto a la «hiperpotencia» americana, que tanto quita el sueño a los europeos (no se les recordará bastante), deberían preguntarse por sus propias responsabilidades en la génesis de esa preponderancia. Pues, que yo sepa, fueron los europeos los que hicieron del siglo XX el más negro de la Historia. Fueron ellos los que provocaron los dos apocalipsis que fueron las dos guerras mundiales. Fueron ellos los que inventaron los dos regímenes políticos más absurdos y más criminales jamás infligidos a la especie humana. Si la Europa occidental en 1945 y la Europa oriental en 1990 eran un campo de ruinas, ¿de quién fue la culpa? El «unilateralismo» americano es la consecuencia, no la causa, de la disminución de potencia del resto del mundo, pero se ha adoptado la costumbre de invertir los papeles y acusar a los Estados Unidos a cada paso. ¿Cómo asombrarse de que tanto odio acumulado acabe incitando a unos fanáticos a compensar con una carnicería «unilateral» sus propios fracasos?
Como es lógico, un libro escrito entre el 11-S y la invasión de Iraq tenía que dar mucho espacio al terrorismo. Si me hubieran preguntado en aquel momento habría predicho que el terrorismo iba a ser un actor más importante en las siguientes dos décadas de lo que ha acabado siéndolo . En cualquier caso, el análisis izquierdista del fenómeno era como de costumbre equivocado
Lo mismo ocurre con el terrorismo. El otro error que cometen quienes afirman la culpabilidad americana en los atentados de septiembre consiste en creer que se pueden cortar las raíces del terrorismo con una política de desarrollo y modernización, que de todos modos existe. El terrorismo vasco no se debió a que el País Vasco fuese más pobre que el resto de España. Era, al contrario, una de sus regiones más prósperas. El mundo musulmán, origen del hiperterrorismo actual, cuenta con algunos de los países más ricos del planeta, empezando por Arabia Saudí, que financia las redes de Osama ben Laden y a muchos otros integristas, en Argelia o en Europa. El terrorismo islámico en general es hijo de una idea fija religiosa, no de un análisis de las causas de la pobreza. No puede propiciar mejora alguna de la suerte de las sociedades atrasadas. Al contrario, rechaza como incompatibles con el Corán todos los remedios que podrían contribuir a dicha mejora: la democracia, la laicidad, la libertad intelectual, la igualdad del hombre y la mujer, la apertura a otras culturas, el pluralismo crítico.
Como dice en otro sitio:
La verdad es que la «izquierda» europea no ha entendido nada de la historia del siglo XX. Sigue siendo fanática con los moderados y moderada con los fanáticos.