Duelo de arcoíris

18/11/2023

No recuerdo este episodio, pero por los nombres, las fechas y las horas de los archivos en la carpeta donde se conservan entiendo que alguien de la familia ha mandado la foto de un arcoíris desde el balcón de la casa de mis padres el día 22 de noviembre de 2019 a las 14.49 y yo he respondido con otro arcoíris desde la oficina el mismo día a las 15.36.

La foto del de ellos era francamente mejor pero estoy seguro de que yo contemplo este fenómeno bastantes más a menudo. Alguna vez he dicho que en España podía ver el arcoíris aproximadamente una vez al año mientras que aquí en Irlanda lo vemos prácticamente una vez al mes.

22.11.2019


Dublín desaparecido (V): Grafiti en un solar

27/02/2019

Las chicas del antifaz

Hoy he vuelto al barrio de antes. No había vuelto desde la mudanza, hace ya año y medio. Ha cambiado mucho. Se está construyendo en todo aquello que desde la crisis de 2008 había quedado reducido a descampados tras vallas. Muchos edificios de oficinas en ciernes, una sucursal bancaria, tres o cuatro cafés nuevos. La urbanización es más plena cuando uno llega al Point.

Al lado del Hotel Gibson hubo un solar donde en mayo de 2013 algún artista pintó los rostros de siete mujeres con sus respectivos antifaces, cada uno de ellos de uno de los colores del arcoíris. No sé qué fue del grafiti, pero hoy el terreno lo ocupa una residencia de estudiantes en cuyos bajos ya se han establecido bulliciosos negocios de alimentación.

Esto del Dublín desaparecido fue una serie que quedó atrás hace años. Vuelven tiempos de burbuja de la construcción y está como para volver a considerarla.


Connemara

10/11/2014
a

Un poco más al norte

Finalmente y después de muchos años en la isla he podido acercarme al Parque Nacional de Connemara. Ha sido un viaje improvisado para celebrar el cambio de ciclo. Esta zona del oeste de la isla a unos 80 kilómetros de Galway tiene fama de ser una de las más bonitas de Irlanda y creo que hemos tenido la suerte de haber ido en otoño, con la peculiar paleta de colores para el paisaje que eso implica, además del privilegio de la soledad lejos de las hordas de turistas que lo invaden en otras épocas del año.

Nos alojamos fuera de lo que es Connemara propiamente dicho, unos cuantos kilómetros al norte del confín del parque en una zona que no es siquiera parte del condado de Galway sino del de Mayo. Para ir y volver recorríamos a diario ambas orillas de lo que yo creía que era único fiordo que me faltaba por ver en Irlanda: la bahía de Killary. Eso era hasta que ahora he descubierto que no es lo mismo un fiordo que un fiardo. Los otros dos lugares geológicamente similares son las entradas por mar a Carlingford y Belfast. La conclusión de tanto bordeamiento es que uno acaba haciendo casi veinte kilómetros que bien podrían ser evitados por un puente si la actividad y la población de la comarca lo justificaran, que no es el caso.

Desde hace unos cuantos años se llega a Galway en poco más de dos horas. La única vez que fui, a principios de siglo, tardamos cinco y media en un autobús que hacía escala en Athlone. Esto convirtió el viaje de ida en un agradable paseo en línea recta, sólo interrumpido por unos cuantos peajes. Más allá de la capital del condado homónimo sólo paramos en Moycullen para echar un café. Hubo buenas vistas del lago Corrib y acabamos entrando por Maam Cross en un territorio que nos recordaba a la Escocia que tanto nos gusta. En Leenane o Leenaun, un lugareño de acento peculiar nos indicó cómo salir del condado y llegar con éxito a nuestro destino.

El día siguiente salimos con la intención de recorrer. Para empezar nos dimos cuenta de que en el puente había unas cataratas al lado de las cuales habíamos pasado la tarde anterior sin percatarnos. No soy ajeno a la toponimia y una cascada llamada Aashleagh puede ocupar el primer lugar por orden alfabético en una lista de mis andanzas. Una vez deshecho el camino del fiordo nos plantamos en el circuito que llaman Connemara Loop, y siguiendo carreteras angostas pasamos por unos poblados llamados Tully y Renvyle, aunque lo realmente interesante era la vista del mar y la vista de islas e islotes, en especial Inishturk, en un día soleado. Después de cerrar el círculo volvimos un poco hacia atrás para ver la famosa abadía de Kylemore, que frente a su lago quizá sea la vista más conocida de Connemara. Allí estuvimos almorzando para volver luego a Letterfrack donde se encuentra la entrada del parque, que aunque es bastante más grande (tiene 30km2) alberga unos cuantos senderos cerca de la oficina de información.

Abadía de Kylemore

Abadía de Kylemore

Hicimos uno que bajaba y volvía a subir por un bosque y después un algo más largo en las estribaciones de un monte llamado Diamond Hill, al que yo ni llamaría colina (que es como se suele traducir esa segunda palabra inglesa) ni consideraría que tiene forma de diamante (aunque yo diría que es bastante romboidal y ya hace muchos años me di cuenta de que los guiris llamaban diamantes a los rombos de la baraja francesa). Quizá podríamos establecer que para el anglosajón el arquetipo de un diamante es mucho menos poliédrico que para el latino. A pesar del viento frío, el día soleado hacía muy vivificante el paseo por el escenario de tonos pardos y ocres y, aunque no tuvimos intención de llegar a la cima, la vista desde el mirador desde el que parte el sendero a esa cumbre cumplió sobradamente nuestras expectativas.

El siguiente día lo dedicamos a seguir, sin mucha disciplina ni agenda, el círculo que forman las carreteras N-59 y R-344 en el sentido contrario al de las agujas del reloj, que es como si dijeramos darle la vuelta a Connemara. Muchos lugares bonitos donde parar en un día de más llovizna que el anterior que al cabo terminó siendo un día de muchos arcoíris. El arcoíris era un fenómeno que siempre me pareció infrencuente en España, donde quizá lo veía una vez al año mientras que en Irlanda es algo que diría que veo al menos una vez al mes. No es que sea algo que le cambie a uno la vida pero quizá valga la pena apuntarlo. La primera parada un poco más larga fue en Clifden que más o menos es el núcleo urbano de Connemara. No es que sea una gran urbe, pero tiene un par de calles dedicadas al turisteo con los productos más típicos que uno pueda imaginarse y unos cuantos cafés. Ahí tuvimos la intención de hacer otro tour circular de esos que recomiendan (de hecho hay tres o cuatro que salen del centro del pueblo y son muy recomendables para hacerlos en bicicleta) pero tuvimos que desistir debido a los clásicos percances de viajar con niños. De vuelta hacia nuestro refugio septentrional la contemplación de los tres o cuatro mayores lagos que pueden verse fue el hecho destacado del día. Paramos una vez más en Leenaun (o Leenanen ah la heterografía inglesa) que a pesar de tener en su haber una película de cine destacada y un montón de establecimientos en los que darse un baño de algas no me ha causado una gran impresión antes de completar una vez más la tarea de circundar la bahía.

El día de regreso fue quizá el más gratificante de todos, porque nos levantamos tarde con la mera intención de desayunar y dar un paseo por los alrededores de la finca. Era camino llano y nada transitado hasta una mansión construida frente a un lago.y pudimos observar con atención los colores del otoño, la cantidad de ovejas, los acebos y castaños e incluso alguna que otra seta tóxica. Una vez más se demuestra que lo más gratificante es viajar sin ambición y con tiempo.

Propina: Muchas fotos otoñales.


Medio arcoíris

20/10/2013
as

Medio

Esta mañana he visto medio arcoíris. Me ha parecido curioso que fuera casi exactamente medio arco colgado del cielo azul y que el punto más alto de su curvatura se extinguiese en el vacío.

En España un arcoiris no era algo que un urbanícola como yo viese todos los años. Aquí en Irlanda en cambio me lo encuentro bastante a menudo. No tengo mucho más que contar del día de hoy, pero no puedo dejar así la nota 1111 de este blog.  Hace unas semanas estaba comiendo con mi jefa, que es irlandesa y habla también francés y salió el tema del arcoiris,que es arco de la lluvia en los idiomas germánicos, y arco en el cielo en francés. Yo mencioné a la diosa Iris y al arco ballena y también dije que creía que en vasco era rama o cuerno del cielo, pero no estaba seguro (de hecho pensaba que la forma estándar era ortzadar y no ostadar, como viene en la wikipedia y que a mí me sonaba mejor como ustadar).

Lo bueno es que me encontré con un trabajo escrito a principios del siglo pasado por Gerhard Bähr (Legazpia 1900 – Berlín 1945) sobre las formas de decir arcoíris y vocabulario afín en el vascuence de Guipúzcoa. La biografía de este hijo de Vasconia y Sajonia es fascinante como puede intuirse por el lugar y fecha de su muerte. Tengo para mí que varios aspectos de la misma contravienen el Zeitgeist y la corrección política actuales y que casi sólo por eso ya valdría la pena indagar sus andanzas.


Arcoiris

06/10/2011

Arcoiris

En  julio salió uno salió uno de esos días que se dan tan a menudo en Irlanda, en los que el tiempo cambia cada cinco minutos y llueve y sale el sol y vuelve a llover. Capturé un arcoiris desde el balcón de casa. Se quedó plantado entre las torres de Poolbeg (les dicen Poolbeg towers, pero son chimeneas) y la reciente noria que a la que llaman «el ojo de Dublín». Por un curioso efecto de la perspectiva, las torres que están al sur del río, aparecen más a la izquierda de la imagen que la noria, que queda en el lado norte. Se aprecia el leve desorden arquitectónico del barrio.