Entre ayer y hoy le he echado un vistazo a La juventud atracada, de la familia Conde (padre e hija) en el que se explica a un nivel bastante básico la injusticia generacional que los sistemas político-económico y mediático español se niegan a ver o consideran una parte natural de la vida del país.
Se tratan en especial las diferencias en el acceso al trabajo y la riqueza (en especial a la vivienda) y a la protección del sector público de diferentes cohortes y la relativamente mala situación de la actual generación de jóvenes en comparación con las anteriores.
Tengo alguna diferencia con el autor principal en tanto que miembro también de la que en los EEUU llamaron generación X: Si él vio que en lo de ser muchos estaba nuestra fuerza yo sólo percibí en esa muchedumbre el riesgo de carencia. Del mismo modo que nos inscribíamos en un colegio público sin estar seguros de si obtendríamos plaza, numerus clausus para acceder a la universidad, no hay trabajo para casi ningún joven y cuando nos llega la hora de comprar casa, suben los precios porque llegamos todos a la vez. Pero en conjunto, estoy de acuerdo en que los jóvenes lo tienen cada vez peor.
Se habla de la poca inversión pública en juventud, en niñez, en familia, del lastre que supone el excesivo gasto en la estafa piramidal del sistema de pensiones, de cuán malo es que además de que ya se invierte sobre todo en la vejez se añada el mal de que se hace recurriendo a la deuda. En este libro está escrito lo que nadie va a querer ver hasta que explote.
Si bien las condiciones materiales son esenciales para entender la realidad económica hay también una serie de factores que han quedado fuera de este análisis y que en mi opinión no están exentos de importancia. Existe una serie de ideologías posmodernas cuyo nihilismo con respecto a la continuidad de la vida y la nación contribuyen a hacer una existencia de baja calidad tolerable a los jóvenes: las que romantizan la falta de poder de consumo, las que equiparan las mascotas a los hijos, las que desprecian la producción de riqueza, las que consideran que las relaciones más humanas posibles son siempre una fuente de opresión y las que auguran un fin del mundo inminente.