Pistoya

30/03/2024

Hace poco me han pedido recomendaciones para recorrer la Toscana y he tenido que pararme a pensar ya que hace ya quince años que fuimos a conocer aquella parte de Italia y aunque recuerdo los nombres de la mayoría de los pueblos en los que hicimos parada he olvidado cómo se situaban geográficamente en relación los unos con los otros y el orden preciso en que los fuimos descubriendo.

Lo que mejor me puede ayudar a hacer memoria es mirar las fotografías y he empezado casi por el principio, por el lugar de Pistoya (en italiano Pistoia, que quiere decir pistola) en en que recalamos en llegando a Florencia, después de haber pasado la mañana en Pisa y haber hecho otra escala en Lucca.

Como la estancia fue tan breve que apenas dio tiempo de asomarse a un par de edificios principales, no conservo grandes recuerdos y apenas ha aparecido el nombre de esta población un par de veces en estas notas: una para comentar el interés que me despertó cierto motivo artístico en la iglesia de San Giovanni Fuorcivitas y la otra fue una vez que se me presentó el nombre del lugar leyendo a Mark Twain.

Bici rosa

Ciudad de unos noventa mil habitantes a unos cuarenta kilómetros de Florencia, tiene un pasado vinculado a las luchas entre güelfos y gibelinos. Además de mi apreciada iglesia de extramuros destacan la catedral de san Zenón y el baptisterio y varios edificios nobles en la piazza del duomo. Parece ser que le industria de los viveros adelantó en algún momento a la armera y no en vano aparcamos junto a una muralla desde la que se divisaba mucho verde.

01.05.2009


Mark Twain por el Viejo Mundo

31/10/2020

El otro día tras acabar de ver aquella serie televisiva sobre Venecia me dio por buscar un libro que había comprado hace años que es básicamente un compendio de citas, extractos, poemas y entradas de diario que diversos autores y viajeros habían escrito sobre la ciudad.

Allí me encontré con un fragmento de Mark Twain y luego recordé que en otra ocasión había leído un texto del propio Samuel Clemens en el que contaba su ascensión a las pirámides de Guiza. Supuse que tratándose del siglo XIX estas visitas a Venecia y El Cairo se habrían dado durante el mismo viaje y así supe de The Innocents Abroad (1869), el libro que he estado leyendo estas últimas noches. De los muchos lugares por los que pasa me limitaré a comentar algunos por los que yo también lo hice muchas décadas después.

En primer lugar Twain no parece mostrar demasiada simpatía por los pueblos ibéricos. Portugal se lleva la peor parte, como dice de un lugar de las Azores:

The community is eminently Portuguese—that is to say, it is slow, poor, shiftless, sleepy, and lazy.

Tampoco España queda mucho mejor parada. Tras unos días en la guarnición británica del peñón de Gibraltar prescinde de atravesar el país para llegar a París y prefiere ir a Tánger. Harto de España va a parar a la Hispania Transfretana. Sería discutible si Tánger, dónde mi abuelo llegó a hacer la mili, era más España o menos que Gibraltar:

Let those who went up through Spain make the best of it—these dominions of the Emperor of Morocco suit our little party well enough. We have had enough of Spain at Gibraltar for the present. Tangier is the spot we have been longing for all the time.

Allí dice gilipolleces muy grandes sobre la guerra de África de Prim y los catalanes, la toma de Tetuán y los gatos de la ciudad. En el viaje de regreso el barco para de nuevo en Gibraltar para cargar carbón y tiene ocasión de pasar por Sevilla, Córdoba y Cádiz, pero lo deja fuera del libro.

Acaba subiendo a París desde Marsella y allí cuenta cosas interesantes sobre la época de Napoleón III de la que yo siempre he desconocido bastante, pero curiosamente el mismo día había oído mientras trabajaba un programa sobre su reinado.

En la península italiana pasa tiempo en Roma (capital del Estado Pontificio), Florencia (capital del Reino de Italia) y Venecia (que se había incorporado al reino italiano el año anterior). Supo ver menos que yo en Pistoya «Pistoia awoke but a passing interest» y alguna otra ciudad destacable como Bolonia tampoco le importó demasiado. El verso de Byron que cita: butchered to make a roman holiday me ha descubierto que en la título de la película protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck había un juego de palabras. En la parte italiana del viaje me enteré de en los tiempos en los que que los hablantes de inglés aún llamaban islas Sándwich al archipiélago jaguayano le decían Leghorn a Livorno y este mero dato que me ha recordado cómo ganó su nombre castellano Cuernavaca.

Península Italiana 1861

Temas de actualidad en 2020 al llegar a la zona greco-turca. En Atenas no les permiten bajar del barco por a no ser que hagan once días de cuarentena, pero acaban llegando a la Acrópolis a base de sobornos. No fue el único sitio en el que no se les permitía tocar tierra sin cuarentena. En el epílogo cita Malta, Cerdeña, Argel, Málaga, Cádiz y Madeira. No sé por qué la narración de su paso por el gran bazar de Constantinopla me ha recordado a un vendedor de alfombras que no había recordado en años. También paran en Esmirna, que ayer mismo estaba en las noticias por un terremoto que no será el último en la zona.

La revuelta cretense

Luego he leído con interés lo que se cuenta de otra de las ciudades por las que pasé de menos viejo: Odesa, que por aquel entonces contaba con apenas unas décadas de existencia y que a Twain le recuerda a las de los EEUU. El urbanismo es un arte más sencillo cuando no se cuenta con un casco urbano medieval. Pisa los famosos escalones y dice que la ciudad no dispone de vistas dignas de mención. La palabra Ucrania no aparece ni una sola vez en el texto. Por azares de la vida acaban siendo recibidos por el zar Alejandro II en esta parte del sur de Rusia que acabó siendo Ucrania.

Luego está la parte de Palestina, plagada de historias bíblicas que desconozco en detalle. La Tierra Santa que la parte principal del viaje de estos peregrinos decimonónicos es curiosamente la que menos me interesa a mí. Pero de ahí ya están a un paso de Alejandría, que no he visto pero por cuya historia me he interesado recientemente y luego de El Cairo desde donde van a las pirámides de Guiza. Suben a las pirámides, cosa que hoy no forma parte de los viajes a Egipto y son asediados por vendedores, guias, portadores y camelleros pidiendo bakshish, cosa que sigue formando parte de la experiencia turística egipcia. Esta parte del libro que leí hace tiempo es la que me ha llevado a él y con ella cierro el círculo.


El hombre del cuchillo de Pistoya

30/07/2011

San Juan Extramuros (San Giovanni Fuorcivitas) 01.05.2009

Hoy me he comprado un bonito libro sobre el arte y la arquitectura de la Toscana. Por tres euros ha sido una ganga. Seiscientas páginas llenas de fotografías, planos y todo tipo de datos históricos. Espero que me sirva para recordar los diez días que pasamos por aquellas tierras en 2009.

Lo primero que se me ha ocurrido indagar en el libro tiene que ver con la ciudad de Pistoya (Pistoia), adonde llegamos provenientes de Pisa y Lucca en el primer día de nuestro recorrido, día que acabó en Florencia. Cerca de la plaza de la catedral (Piazza del Duomo) en una calle que se llama Via Cavour, se encuentra la iglesia de San Juan Extramuros (San Giovanni Fuorcivitas).

Según puedo leer, a pasar de su céntrica ubicación, la primera iglesia que se construyó en el lugar en el siglo VIII, sí que estaba por fuera de la muralla. Lo que puede verse en la actualidad está reconstruido en el siglo XII, en estilo románico pisano. Creo que la iglesia no estaba abierta cuando pasamos por allí. Estoy seguro de no haber entrado, a diferencia del duomo, donde sí lo hicimos. Las fotografías del interior que observo en mi nuevo manual no me resultan especialmente atractivas.

La fachada principal me agradó. Fue la primera de una serie de fachadas blanquinegras toscanas que pudimos ver. Este estilo no existe en Hispania. Hubo algo que me llamó la atención en el dintel. Unos leones que estaban devorando  un cordero y a un hombre. Debajo estaba la Última Cena y la figura central debía de ser San Juan, pero ¿qué representaban los leones? y, sobre todo ¿quién era ese tipo?

El libro dice que la inscripción que hay en el tímpano, del año 1162, indica que Gruamons Magister Bonu fec[it] hoc opus, o sea que el Maestro Gruamonte hizo esta obra, y añade un dato interesante, que es que el traidor Judas Iscariote aparece debajo de la mesa, con menor estatura que el resto de los comensales, no apareciendo a la altura de su santidad.

Pero no dice nada de mi amigo devorado por el león. Tampoco me ayuda la wikipedia italiana, que toma como referencia el libro de Ferrali,  «S. Giovanni Fuorcivitas: Il patrimonio artistico di Pistoia e del suo territorio: Catalogo storico descrittivo» (1970). También he encontrado una página en la que dicen que San Juan aparece «flanqueado» por dos leones, pero yo no diría que lo hacen los leones sea precisamente flanquear.  La antigua página oficial de turismo de Pistoia indica que se trata de un leone che atterra un orso y de un leone che atterra un uomo armato. Dos sorpresas: Nunca había pensado que el verbo aterrar tuviera un significado literal y mi cordero resulta ser un oso.

Ciertamente, mi imagen no es de mucha calidad, pero hay disponibles muchas ampliaciones en las que puede apreciarse al menos el cuchillo del hombre. La ciudad de Pistoya dio después nombre a un artilugio que le hubiera sido de mayor utilidad para resolver la acometida de la fiera. Para saber que el animal de la izquierda es un oso hace falta más imaginación o conocimientos sobre el arte del siglo XII. Así, de momento sigo con la curiosidad de saber quién era ese hombre y del simbolismo de los leones y el oso. Si de verdad no se sabe, puede ser el inicio de otra buena novela.

Leone che atterra un uomo armato