En los últimos días me he encontrado dos veces con el acrónimo WEIRD (Western, Educated, Industrialised, Rich and Democratic), que además de ser las siglas inglesas de Occidental, Formado, Industrializado, Rico y Democrático es una palabra por derecho propio: weird es una de las formas que existen en inglés para decir extraño o raro.
El primero de los artículos trataba de la excepcionalidad estadounidense (American excepcionalism, que dicen ellos). Proviene de uno de esos «papeles» académicos. No puedo resistirme, así que traduzco el párrafo entero:
Los estadounidenses, son estadísticamente, la gente más individualista del mundo. … Por ejemplo, según un estudio llevado a cabo en más de cien sociedades, los norteamericanos serían los únicos padres que pondrían una habitación separada para que durmiera su bebé. …
[En 1996], comparándolos con otras sociedades occidentales industrializadas, se descubrió que los estadounidenses eran los más patrióticos, litigiosos, filántropos y populistas (son los que eligen más cargos por sufragio y los que celebran elecciones más a menudo, aunque su índice de participación electoral se encuentra entre los más bajos). También se encontraban entre los más optimistas y los que menos consciencia de clase tenían. Eran los protestantes que más acudían a la iglesia y los cristianos más fundamentalistas. En comparación con otros habitantes del Occidente industrializado, era más probable que plantearan el mundo en términos morales absolutos.
En contraste con otras sociedades occidentales industrializadas, los Estados Unidos tenían el índice de criminalidad más alto, el mayor número de horas de trabajo, el índice de divorcios más elevado, el índice más elevado de voluntarios, el mayor porcentaje de ciudadanos con un nivel de educación superior a la secundaria, el índice más alto de productividad, el mayor PIB, el índice de pobreza más elevado, la mayor tasa de pobreza y el mayor nivel de desigualdad de renta; y los estadounidenses era los menos partidarios de varios tipos de intervención estatal…
En una investigación con gente de seis países de Occidente, sólo los estadounidenses preferían la posibilidad de elegir entre 50 sabores de helado en comparación con elegir de entre 10 sabores. Del mismo modo, los estadounidenses (y los británicos) preferían más opciones en la carta de los restaurantes que la gente de otros países europeos. … los estadounidenses responden a los pensamientos sobre la muerte más a la defensiva que los habitantes de otros países. …
Quizás sea la extrema tendencia de los estadonidenses a castigar a los free-riders y no a los que cooperan lo que contribuye a que los estadounidenses tengan la productividad laboral más elevada del mundo. La sociedad estadounidense también es anómala, incluso si se compara con otras sociedades occidentales, en el escaso énfasis que pone en las relaciones en el centro de trabajo, que se refleja en prácticas como el incentivar un modo de trabajo impersonal, la comunicación directa (preferida a la indirecta), la separación clara entre el ámbito laboral y el no laboral y el desincentivo de las amistades en el trabajo.
Esto daría para hablar mucho tiempo y de muchas cosas. Creo que son datos más o menos conocidos y que encajan con nuestra percepción de la realidad de la primera potencia mundial. Lo que más me interesa es lo del helado (y aquí aprovecho para recomendar los trabajos de Sheena Iyengar sobre el acto de elegir) y lo de las relaciones laborales, que encaja bastante bien con lo que ocurre en la empresa para la que trabajo.
Luego Kotke ha tomado el acrónimo para enlazar a un artículo del Guardian, en el que se trata el hecho de que las ciencias sociales investigan sobre todo con sujetos del mundo WEIRD, cuando éstos son una minoría y cada vez menor. Lo que me interesa es que entre otras cosas trata el juego del ultimatum. Para mí este juego es uno de los experimentos que resultan más interesantes a la hora de medir la tolerancia a la desigualdad, pero siempre me ha parecido que era muy difícil reproducir en laboratorio las circunstancias del mundo social. Me tomo el resultado de cualquier investigación cum grano salis, pero al menos ahora tengo algunos nombres de grupos étnicos que dar cuando cuente batallitas de barra de bar.
En el «juego del ultimatum», por ejemplo, se da a alguien $100 y se les dice que ofrezcan parte de esa cantidad a otro; si la otra persona acepta, cada uno se queda con su parte, pero si rechaza la oferta, nadie se lleva nada. Como promedio, los estadounidenses ofrecen algo menos de la mitad lo cual parece que indica mucho sobre la noción humana de equidad, o el temor a hacer una oferta insultante por baja. Pero muchas otras cultras se comportan de modo diferente; los Machiguenga de Perú prefieren quedarse con más dinero y si están en el otro lado del negocio, aceptar lo que les ofrezcan.
Luego viene otro ejemplo whorfiano sobre lenguas de posición geográfica. Ya he dejado escrito que no creo mucho en esas cosas, aunque tengo pendiente la lectura de un par de libros nuevos sobre el particular.
La idea que subyace bajo el concepto de WEIRD es la de que las ciencias sociales no van a avanzar mucho si no se dan cuenta de que hay otros mundos más allá de la realidad occidental y que no se pueden tomar los resultados de la investigación en naciones avanzadas como universales. Veo diferencias culturales a diario y creo que eso es verdad. También creo bastante en lo que dicen los muchos estudios que hay sobre las diferencias entre los estadounidenses y los europeos occidentales. En cambio, soy bastante más cauto a la hora de aceptar los pocos estudios que hay sobre ejemplos de conducta y racionalidad económica y conductismo en los Machiguenga del Perú.
Tengo la sensación de que el principio de indeterminación de Heisenberg se podría aplicar a la antropología y a la etnografía. Mi formulación es algo así: nunca podemos saber con precisión cómo de diferente es una cultura de la occidental, ya que para estudiarla debemos entrar en contacto con ella modificando su posición original. Podemos hablar de una zona de certidumbre.