La abolición del hombre

09/12/2023

The Abolition of Man (1943)

A pesar de estar pasando diciembre en latitudes más templadas que las de costumbre, el tiempo tampoco invita a demasiadas actividades al aire libre por lo que aparte del paseo matinal el resto del día es yantar, café, conversación, audiovisual y alguna lectura.

En el sofá me he encontrado este ensayo de C.S. Lewis el famoso escritor de ficción científica y mundos mágicos muy vinculado con la isla de Irlanda y, si no lo confundo del todo con Tolkien, de pensamiento conservador que me recuerda bastante al de Chesterton. Me ha impulsado a la lectura la coincidencia memorable de que hoy Ana Íris en su artículo de El País ha reproducido una cita memorable del autor: «Cuando uno esta al borde de un acantilado, lo más progresista es dar dos pasos para atrás».

«La abolición del hombre» me ha parecido un alegato favorable a la educación tradicional y contrario al relativismo moral que probablemente sea más necesario ahora que cuando se publicó si bien la exposición de las ideas y la selección de ejemplos no me resultan especialmente atractivas.


Suspensos como desahucios

10/07/2023

Lo de «haced un país donde sea verdad la justicia, donde sea efectiva la propiedad, eficaz el mérito, fecundo el trabajo, y dejaos de quitar y poner tronos» de ayer me ha recordado esta similitud que surgió el otro día en una conversación guasapera. Estábamos hablando de cómo en el bachillerato y en los exámenes de acceso a la universidad de España las notas son cada vez más altas sin que el nivel académico de los adolescentes haya mejorado que se sepa y con la intuición de que lo que ocurre es más bien lo contrario. No sólo eso sino que además creo haber leído que el 30% de los alumnos sacan sobresaliente y gran parte de las notas se concentran por encima del 13 sobre 14 puntos. No sé en que momento de la vida a alguien se le ocurrió que operar sobre 14 era mejor que hacerlo en la base 10 que ya habían descubierto nuestros ancestros con sólo mirarse las manos y sin haber salido de África.  El caso es que he leído que la nota promedio de la Selectividad en 2023 sería 7,38 sobre 10 (que habría sido de las más altas hace treinta años cuando yo la hice) mientras que en 2015 era de 6,25.

Tratándose de España esto tiene además una dimensión regional y he visto algunas estadísticas que muestran que las notas de Canarias son elevadas de un modo que no puede corresponderse con la realidad académica. Entiendo que se inflan para que los alumnos insulares tengan buenas posibilidades de optar a plazas universitarias en la península. Aquí nos topamos con la injusticia de que diferentes exámenes en diferentes regiones son puntuados con más o menos generosidad pero todos ellos permiten el mismo acceso a las mismas universidades. Un absurdo.  No olvidemos tampoco la perspectiva de clase derivada del hecho de que la nota de los exámenes de acceso hace media con la de los cursos anteriores: los profesores funcionarios del bachillerato en la educación pública podrían permitirse el lujo de ser honrados al evaluar, no así los de los centros privados cuyo prestigio depende de los resultados de sus alumnos.

La analogía con los desahucios viene del hecho de que tratando de no dejar a nadie atrás, se cargan el sistema. Si no se puede embargar al propietario de una vivienda por no pagar la hipoteca, si no se puede lanzar del inmueble al inquilino moroso y si no se puede expulsar con rapidez al ocupante ilegítimo es verdad que estás protegiendo a unas cuantas personas, pero destrozas el mercado de la vivienda, si no del todo al menos en parte, ya que le generas una distorsión importante a bancos, caseros y los que compiten con otros para adquirirla. Y lo mismo ocurre en la educación: si no suspendes a ningún alumno, si haces que nadie repita curso, si todos los alumnos tienen derecho al sobresaliente y a acceder a la que se les haya ocurrido que es la carrera de sus sueños, te has cargado el sistema de selección.

Creo que una de las razones por la que a muchos (especialmente en la izquierda) les atraen estas dinámicas es que mientras los favorecidos por las mismas son visibles en el momento en el que se les ayuda, las víctimas que generan no lo son. Aquel que habría comprado la vivienda si hubiera sido un poco más barata y el alumno que ha sacado 13,2 en 13,3 pero cuya nota era justa y no estaba inflada y que por eso no va a poder estudiar medicina en una universidad pública. Al final esas víctimas invisibles se acaban buscando la vida y nadie es consciente de cómo se les perjudicó.


Creciendo entre mil mundos

17/10/2021
Third Culture Kids

Third Culture Kids

A veces mis compañeras de trabajo se ponen en plan tonto con lo de ¿y por qué no te quieres casar?. Es una conversación recurrente, así que un día se me ocurrió una respuesta que me pareció ingeniosa y la guardé en la recámara para la siguiente vez: «es que no quiero malgastar el día más feliz de mi vida en eso». Deconstruyendo un poco, lo de  llamar el día más feliz de la vida de uno al de la firma de un contrato civil suena bastante cutre. El día que nace un hijo debería ser mucho más importante, pero si uno tiene seis hijos no puede tener seis días que sean el más feliz de su vida. Además, tampoco es exactamente el día, y probablemente más intensa que la felicidad es la sensación de alivio de que todo haya salido bien, aunque la vida es, por definición, incertidumbre y nunca se sepa lo que puede estar a la vuelta de la esquina. Precisamente hoy he vuelto a percibir nítidamente esas dos sensaciones.

Como lo habitual es que ni el matrimonio ni un hijo sean flor de un día, nos enfrentamos a un aprendizaje. Como en todos los demás asuntos, uno puede escuchar a la voz de la calle, los consejos de su madre, la tradición y la sabiduría popular u es verdad que hay algo de aprovechable en todo esto. En cambio, algunos propugnamos un estilo más «científico» de vida y entre sus características destacables están las de no aceptar una verdad que viene dada porque sí y la de acudir a fuentes fiables e ir modulando sus enseñanzas de acuerdo con la experiencia. En este caso el inicio del trabajo me lo dieron casi hecho, porque cuando me estrené en la paternidad, un buen amigo en una situación bastante análoga me envió un interesante libro: The Third Culture Kids: Growing Among Worlds, del difunto David C. Pollock y Ruth E. Van Reken, continuadora de su obra.

La «tercera cultura» de la que se habla no es aquella que trasciende la división entre disciplinas científicas o humanísticas, sino que se habla más bien de tercera en el sentido de «el tercero» en un contrato. Una cultura que es hasta cierto punto ajena, que no es la de los padres o la del país del pasaporte y que influye en la formación de una persona que crece en un mundo personal que compagina influencias de todas ellas, sean dos o veintisiete.

Aunque hay buenos consejos sobre educación multicultural, creo que es un libro que hasta cierto punto puede servir a cualquiera, incluso a la persona que lleve la vida más monocultural posible y por supuesto a aquellos que vivan en países y regiones en las que se hablen varias lenguas. Gran parte de los asuntos que se tratan (el desarraigo, el sentirse diferente, los distintos modos de la vida que existen en el hogar y en la calle, la indefensión infantil, la rebeldía adolescente) son temas que inevitablemente nos tocan a todos y a todos el libro nos puede aprovechar.

Por otra parte, para el público más específico del libro: aquellos que estamos inmersos en una experiencia vital continuamente multilingüe y multicultural es más un libro para leer, releer y reflexionar que un catálogo de recetas. Muchas veces no hay una respuesta precisa ni correcta a una situación: hay que elegir y toda elección tiene costes y beneficios. La vida entre culturas no es toda de color de rosa. La emigración no es de color de rosa ni tampoco es una pesadilla. Abundan las narrativas que se ceban en la nostalgia y el pasado perdido y también las del paseo glorioso y el cumplido sueño americano. Ni una ni otra: infinidad de tonos grises. Ventajas económicas, perjuicios emocionales y viceversa, mejor educación y peor trabajo o al contrario, unos inicios difíciles frente a un futuro prometedor frente a lo opuesto y una casuística infinita que se ha dado o podría darse.

Cuando he repasado mi vida por el tamiz de este libro y cuando he intentando procesar escenarios futuros a través del mismo, no son pocas las ocasiones en las que se han quedado atascadas las imágenes y no estoy muy seguro de que el libro ayude a poderlas visualizar. El problema es que a grandes rasgos plantea dos modelos de familias trasplantadas a otro suelo cultural: El de los expats (uso el anglicismo porque aunque «expatriado» sea probablemente un término  correcto, tiene para mí una connotación de expulsión forzosa que en cambio no aparece en el DRAE), a los que una organización envía a otro país en el que viven con un tren de vida típicamente muy superior al de los nativos y el de los inmigrantes, que se encuentran en un país nuevo al que llegan en situación de desventaja, típicamente como mano de obra barata y que tienen que labrar su futuro a través de las dificultades. También en el mercado de las culturas y las lenguas, el expat representa una cultura «superior», mientras que el inmigrante representa una cultura «inferior».

Y claro, como mi vida, como la de la mayoría de mis amigos españoles que viven en otros países o como la de la mayoría de los extranjeros que conozco aquí en Dublín, no encaja mucho a ninguno de los lados de esa dicotomía, la lectura del libro es un poco picar de aquí y picar de allá. Es posible que en los próximos meses comente algunos aspectos más concretos.

08.10.2013


Inmersión irlandesa

05/01/2020

Knack weekend

Creo que si un irlandés oye la palabra immersion pensará automáticamente en el calentador del agua. En cambio aquí vamos a hablar de la inmersión lingüística haciéndonos eco de un artículo en la web de RTÉ (la tele pública irlandesa) en el que se indicaba que el ministro de educación quiere doblar el número de alumnos escolarizados en gaélico irlandés.

Más que nada lo interesante del artículo es que nos permite saber cuántos son en la actualidad:

  • Educación primaria: 45.400 alumnos  (6,9% del total)
  • Educación secundaria: 13.500 alumnos (2,7% del total)

El artículo indica que en 2009 estos porcentajes eran del 7,1% y del 3,7% respectivamente por lo que tras diez años la educación impartida exclusivamente en gaélico parece despertar algo menos de interés tanto entre los padres (que deciden en primaria) como entre los alumnos (si en secundaria son menos de la mitad parece como si algunos se dieran cuenta de que los padres no habían tenido una tan buena idea).

Pudiendo elegir, a mí me parece muy absurdo educarse en una lengua que ni es de cultura universal ni es la nativa del profesor ni la del alumno o su familia pero uno de los beneficios poco confesables que tiene el sistema escolar en gaélico y que no se menciona en el artículo es que los extranjeros (también llamados inmigrantes) huyen del mismo como de la peste y evitar el contacto con los mismos parece compensar a cierto tipo de personas.

En las escuelas en las que la lengua vectora de la educación es el inglés existe una asignatura de irlandés, lo cual está bien para un idioma importante en la historia del país pero hoy sin apenas hablantes. En cualquier caso, lo importante es que nadie cuestiona el derecho de las familias a elegir este aspecto educativo, lo cual me parece envidiable comparado con lo que hay en otros países que conozco.


Acertijo

10/02/2018

Aquí pone algo en inglés

¿Cómo aprenden a leer en inglés los hablantes nativos? Es un caos. Puedo hablar solamente de los métodos modernos que utilizan en la escuela que conozco. Me dicen que antes era peor. La tarea que les dan a los niños de cinco años es que les leamos un cuento en casa y ellos se fijen a ver si encuentran la palabra «the». Es un tema al que volveré a referirme en el futuro.

La mía ya ha aprendido las letras fáciles en español (o sea, escribe cosas como «te ciero») y lo que hace es leer como si estuviera escrito en español y luego hace pivotar los sonidos vocálicos hasta que encajen en algo que conozca. Por ejemplo, ve la palabra open y lee O-P-E-N y lo pronuncia «oopeen» con las vocales muy abiertas como cualquier español y de repente se le ilumina la bombillita y salta con: «oupn!» (/ˈəʊp(ə)n/).

Cuando me escribe cositas en español las suelo entender a pesar de los fallos  que uno puede esperarse (baso). En inglés me hace unos jeroglíficos mucho más divertidos. Dentro de unos días voy a dar la solución al de la imagen que acompaña ya que no quiero privar a los habituales de este ejercicio criptográfico.

Solución: A day there was a man and he was still and a cat saw him.


El mundo y sus demonios

14/01/2017
Diablo mundo

Diablo mundo

He estado leyendo The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark, llamado en español El mundo y sus demonios, que publicado en 1995 un año antes de la muerte de Carl Sagan fue su penúltimo libro. Es un poco extraño en el sentido de que se mezcla de todo un poco, hablando de unas cuantas cosas malas que me supongo que son los tales demonios pero en realidad no me parece que haya una idea que lo unifique.

Es hijo de su tiempo ya que comienza hablando de ovnis y de platillos volantes, que han pasado un poco de moda desde hace dos décadas, no sé si por lo que dijo xkcd de que ahora llevamos todos una cámara de fotos encima. Pero mira, no sólo me he enterado de las presuntas causas del origen del pensamiento en Grecia, sino que también de dónde salió la expresión «platillo volante», en los EEUU allá por 1950.

Nos hemos reído a menudo de que a causa de Hollywood los platillos volantes siempre aterrizan en Kansas y nunca en Jaen, pero a cambio la Virgen María se aparece siempre en Andalucía y no en el Midwest, excepto quizá en algunos sángüiches. No abusemos del tópico del sur paleto y rural que el propio Sagan cita un caso en Santander allá por los años sesenta del que nunca había oído hablar. Me parece a mí que la virgen, como las brujas medievales, ya ha dejado de aparecerse en la España  de María santísima o al menos en las noticias ya no sale.

Por cierto que a pesar de la leyenda negra la caza,, proceso y quema de brujas en España fue históricamente una cosa mínima gracias a algún personaje como Alonso de Salazar y Frías, del que apenas se sabe en España y que aquí aparece mentado por el autor estadounidense. Las brujas se borraron del mapa antes que las apariciones marianas y los ovnis. Me pregunto cuál será la moda de este lustro y a qué se estará dedicando la gente que necesita creerse fricadas y por desgracia me temo que los quiromantes y otros farsantes siguen haciendo su agosto.

Luego hay otra parte del libro, también muy ochentera o noventera, dedicada a lo mala que es o era la televisión y lo útil que podría ser para mejorar la formación científica en especial la de los adolescentes. Ahora casi nadie ve la televisión y los que menos los jóvenes aunque no estoy muy seguro de que se haya sustituido por nada especialmente mejor. Me gustaría creer que la sustitución de la televisión generalista por nichos de interés puede contribuir mejor al desarrollo de las inquietudes de algunos, pero no lo sé.

En las ideas sueltas, me quedo con las lecciones de Luciano de Samósata sobre cómo se debe escribir la Historia, que sigue pareciendo apropiado en la época de la posverdad.

Otra idea suelta: tengo que averiguar más sobre el rebosamiento estocástico (stochastic ooze), no por miedo a que suceda sino porque ni empiezo a comprender cómo tal cosa es posible.

En el capítulo de biografías que deberían conocerse mejor voy a poner a Edward Teller, padre de la bomba de hidrógeno como el malo de la película y a Frederick Douglass o Linus Pauling como los buenos. También para investigar mejor en un futuro.

Veredicto: Aunque sea un título que venda más no me parece a mí que ni la televisión basura ni los ovnis sean los grandes demonios que acechan al mundo. Este libro no está ni por asomo a la altura de Cosmos, pero sirve para una reflexión ligera sobre temas como la persistencia de la irracionalidad en la era científica y algunos de los problemas de la educación.


Mnemotecnia planetaria

03/01/2017
Carteles

Carteles

El mes pasado en la guardería andaban contándoles a los niños cosas del espacio.

Hicieron una nave espacial de cartón. No estoy seguro de que el sistema solar sea lo mejor que se puede explicar a niños que no saben qué partes tiene un árbol o cómo se llaman las estaciones del año, pero la intención es loable.

Me fijé en unos carteles que había en la pared que conformaban una regla mnemotécnica para recordar los nombres de los planetas del sistema solar en inglés.

Debe de ser antigua. Lo curioso es que la regla sirve si se incluye Plutón, pero no había imagen del antiguo planeta. Y es una lástima ya que en 2015 se obtuvieron imágenes maravillosas de Plutón y Caronte.

My Very Easy Method Just Speeds Up Naming Planets 

(Mi muy sencillo método simplemente acelera nombrar los planetas)

Las iniciales de Mercury-Venus-Earth-Mars-Jupiter-Saturn-Uranus-Neptune-Pluto.

No conozco una regla mnemotécnica semejante en español (acabo de descubrir que también existen) y en este caso concreto me parece más complicado recordar la regla que los nombres de los planetas sin más.

En inglés está el problema añadido (al menos a mí me lo parece) de que ni la E de Easy suena como la de Earth ni la U de Uranus suena como la de Up.

Sé que la enseñanza memorística está muy desprestigiada, pero algunas cosas como los días de la semana y las tablas de multiplicar y los nombres de los planetas del sistema solar hay que memorizarlas sin más y no tiene demasiado sentido hacerlo de otro modo.

Entrada a modo de homenaje al degradado Plutón (1931-2006). No es la primera vez.


Multiplicando mejor

06/08/2014

 La entrada más exitosa de este blog en cuanto a número de visitas es una que puse hace tres años abogando por memorizar las tablas de multiplicar del 1 al 20. Ya lo siento por toda esa gente que sólo busca las tablas, al menos creo que acerté poniéndoles una imagen de las mismas. Mi cálculo era que al cabo tan sólo había que hacer un esfuerzo cuatro veces mayor y mi esperanza la de que a lo largo de la vida el beneficio se incrementara también de modo geométrico.

Como ya llevo años anotando cosas es lógico que vaya cambiando de opinión. En la entrada de 2011 y hablando de todo un poco criticaba la enseñanza de las matemáticas en el sistema educativo que me tocó vivir. Creo que aún no tengo que retractarme en este punto, si acaso reafirmarme, aunque ahora creo que lo de memorizar las tablas de multiplicar entre el 1 y el 20 sea un esfuerzo baldío. Por cierto, que hace poco deduje de un artículo de la BBC que en el Reino Unido se solían aprender hasta la del 12. (La del 11 es muy facilita y la del 12 es bien útil por ser múltiplo de 2,3,4 y 6).

Mi descubrimiento del día ha sido que para multiplicar dos números cualesquiera entre el 11 y el 19 basta con sumar el dígito de las unidades del menor al número grande, multiplicar por diez y por otro lado multiplicar los dígitos de las unidades entre sí y añadirselo al subtotal obtenido anteriormente. He hecho varias pruebas y es bastante fácil de hacer mentalmente. Me parece que puede ser más práctico entrenarse con este mecanismo para sacar estos números en 3 segundos que ejercitarse para mantenerlos en la memoria y extraerlos automaticamente.

Me parece bastante curioso que en doce o catorce años de clases de matemáticas en los que llegué a hacer trigonometría y derivadas con las que no he tenido ocasión de volver a encontrarme en la vida cotidiana nunca comentaran un recurso aritmético tan sencillo y tan práctico.

 


Qué se debe memorizar

07/12/2013

Un asunto que me interesa bastante es el de la memoria en casi todos sus sentidos, aunque en estas líneas voy a dejar a un lado la memoria política e histórica para plasmar una idea muy sencillita sobre la memoria en la educación.

Empezaré con una sobresimplificación conocida como es esa de que la educación durante el franquismo se basaba en que el alumno memorizara datos sin comprenderlos, siendo el ejempo más característico la lista de los reyes godos. Tengo una anécdota más curiosa aún sobre el teorema de Pitágoras que ya contaré algún día.

Siguiendo con el esquema simplista, luego se pasa a una etapa en la que se evita que los alumnos tengan que memorizar y por ejemplo al estudiar Historia se dice que las fechas no son importantes, sino el comprender los mecanismos y tal.

Y me imagino que como en todos estos procesos pendulares en el medio estará la virtud, que al final es imposible no memorizar algunas cosas y si el año 1492 no te evoca nada el sistema educativo no ha hecho un trabajo fino contigo. El abecedario se memoriza, las tablas de multiplicar se memorizan; el vocabulario de un idioma extranjero se memoriza y se acaba adquiriendo por contacto y así una serie de cosa. Aprender por mecanización no es necesariamente malo y a veces y dependiendo de lo qué se trate es el único sistema posible. Eso no quiere decir que el ser humano no deba adquirir conocimiento mediante otros ejercicios ni que deba poner sus esfuerzos en convertirse en loro, que básicamente es en lo que consisten las oposiciones a varios puestos jurìdicos importantes en España, por poner un ejemplo.

Ahora bien, yo voy a poner el péndulo donde yo quiero. No me parece mal, por ejemplo, que a un alumno español se le pida memorizar los diez ríos más largos de la península Ibérica. Al fin y al cabo son ríos importantes cuyos nombres uno ha de oír muchas veces a lo largo de la vida. Esos hidrónimos son datos de una importancia que podría decirse objetiva.

En cambio, me parecieron muy discutibles esos exámenes en los que había una pregunta que le exigía a uno recordar «las diez características del arte gótico», que al fin y al cabo eran una clasificación que se había inventado un tipo y que podía ser diferente a la de otro autor cualquiera. No es que las características no fueran interesantes, el problema es que el mecanismo para determinar la competencia y el aprovechamiento de la asignatura era la capacidad de recordar una lista subjetiva que no existe en el mundo real del mismo modo que unos ríos.


Inmigrantes, expatriados y nosotros

24/04/2013
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Por simplificar

Hace casi un año un buen amigo, que está en las mismas que nosotros, nos envió un buen libro que aún no he comentado. El libro se llama Third Culture Kids: Growing up among Worlds y es una especie de clásico en lo relativo al desarrollo de niños y adolescentes en un entorno multicultural. Lo leí en pocos días y me dejó la sensación de que el asunto no es ciencia exacta, sino que cada decisión implica costes y beneficios y que como en el resto de las cosas de la paternidad y la educación de los hijos, puede intentarse hacer muy bien y que salga muy mal o todo lo contrario, y que así es la vida. En cualquier caso sí que me pareció conveniente volver a leerlo de entonces a un tiempo.

Una de las razones por las que las piezas del libro no acababan de encajarme es que no está escrito precisamente para ciudadanos de la Unión Europea que viven en otro estado miembro, sino más bien para militares o misioneros yanquis, o para los expats que tienen una vida privilegiada en la industria del petróleo en el golfo Pérsico. Muchas veces compara a los Third Culture Kids con los hijos de los inmigrantes, a los que considera en una situación bastante diferente aunque tenga algunos puntos en común.

Utilizo la palabra inglesa expat en lugar de expatriado porque para mí la forma española tiene una connotación de situación forzosa que sin embargo no aparece en el diccionario de la Academia. Puede que sea un prejuicio mío, o que sólo la hayamos oído hablando de destierros y guerras, o que provengamos de un país en el que poca gente se ha ido a otro por voluntad propia a llevar una vida más cómoda con sus inversiones o porque por su valía les hayan requerido de algún otro lugar.

Los expats suelen vivir como ricos en países menos desarrollados. No tienen ningún interés ni necesidad de aprender las lenguas propias del lugar, porque todo lo consiguen en inglés y por dinero. Ganan mucho más dinero que el ciudadano promedio de su país de destino y viven en una especie de jaula de oro. Urbanizaciones de lujo, hoteles caros, empleada doméstica, escuela privada para los niños. Los occidentales que viven en Dubai son un ejemplo de esto. También hasta cierto punto los jubilados británicos en la costa del sol, o el típico gringo que pone una casa de huéspedes en Tailandia. Tienen problemas como todo el mundo, y específicamente con la multiculturalidad, pero sus problemas son de diferente índole que los de los inmigrantes.

Llamo inmigrantes a los que llegan a un país a formar parte de la base de la pirámide social. Para ellos adquirir la cultura dominante es una cuestión primero de supervivencia que determina en gran medida sus posibilidades de ascender en la escala social. Empieza desde abajo haciendo los trabajos que nadie quiere y aspira a que sus hijos acaben siendo como los nativos, sin demasiado énfasis en mantener la cultura de origen. Algunos hispanoamericanos en los EEUU pueden ser el mejor ejemplo. Familias hay que han perdido el español sin llegar a adquirir un buen inglés. Trabajo duro, sacrificio, desprecio, poco dinero, las peores de las veces racismo. Se me ocurren tantos ejemplos tópicos que no sé ni por dónde empezar.

Y luego estamos nosotros, que somos mucha gente que llega a otro país ni como rico ni como pobre, sino aproximadamente como el ciudadano mediano del país de destino. Con algunos problemas de inmigrante y otros de expats y para las ventajas lo mismo. Los funcionarios de la UE en Bruselas me resultan una especie de privilegiados de esta categoría intermedia (quizá sean expats), pero también están las miles de personas de toda Europa que trabajan en Londres sin necesidad de visado: la camarera italiana, el vigilante de metro rumano, el estudiante erasmus francés que se queda a vivir en Roma porque le encanta y tiene la suerte de encontrar un empleo. Aquí hay toda una serie de individuos, que encuentran parejas y forman familias y tienen unos hijos que están en un punto intermedio entre los TCK y los hijos de los inmigrantes, lo cual hace que haya que pasar el libro por un tamiz a la hora de procesar según qué recomendaciones.